Oh Atón,
creador del universo, tú que eres el de los dos horizontes, el del Ankh en las
manos dándonos vida, dime por favor, oh Atón, ¿cuánto más hay en ti de Atum el
primigenio? Aker, aquel que mira al pasado y al futuro, me dice que has llovido
como nunca en el infinito desierto esculpido por el Nilo. Bethepet me muestra
el camino de la eternidad... ¿Cuánto fervor se acrecienta en quien hizo una
ciudad donde grabaste tu infinita presencia, oh Atón el de los dos horizontes?
Él constructor de tu ciudad llevó tu nombre en su apelativo en honor de la
esperanza desasida de toda negatividad... Yo he dirigido mi mirada al astro
luminoso que te representa y te he encontrado rojo, muy rojo, como el sol que
corona la testa inmaculada de Ra. ¿También tú, oh Atón, serás parido por la
diosa Uadyet? No sé por qué Uadyet está preñada de tu sol tan encendidamente
rojo cuando fervoroso la contemplo. ¿Será acaso que nos está indicando que tú,
oh Atón-Atum, eres del Bajo Egipto, de la ribera del Nilo deltónico? Tu furia,
oh Atón, se dirige fervientemente contra Amón, el del Alto Egipto, y reivindica
explícitamente a Ra, el de los dos horizontes, como Atum, como tú... Me he
sentado en la cima del Benben para verte llegar desde el Duat vestido de
papiro. Quiero, oh Atón, que renazcas cual Bennu en el eterno sol que hoy me
alumbra... Tus talatats fueron usados para otras construcciones después de
Akhenatón, tu dilecto hijo, es que ¿acaso hubo quienes querían preservar de esa
manera algo de ti para que vivieras más allá de la acción destructora de los
hijos de Amón…? Ya no comprendo nada de
lo que veo. Ya no veo nada de lo que miro. Ya no miro nada en mi ceguera
taciturna... Un día, sí un día, oh Atón, tu Sol eterno me dará vida a mí
también, y viviremos en aquel Akhetaton redivivo. Tú, oh Atón, estarás
esgrimiendo el Ureus con que enfrentarás a todo y a todos defendiéndonos. Entonces
yo renaceré cual Bennu tuyo... ¡Qué así sea!
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