NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


miércoles, 29 de abril de 2009

Un Mirador Andino de la Revolución Mexicana

Recordado Walter :
Te mando el texto que alude al juego de espejos entre el México de Lázaro Cárdenas y la Bolivia de tiempos de Villarroel, y por ende al primer congreso indígena boliviano de 1945, liderado por Francisco Chinapa Ramos más conocido como Rumisonqo (corazón de piedra). Viene a cuento considerando la actual coyuntura boliviana, compleja y que borrará sus fronteras.
El desencuentro entre la izquierda y el movimiento indígena fue fatal al filo de concluir la segunda guerra mundial. Lo peor de todo es que impactó negativamente en el curso de la revolución boliviana del 52, sus líderes se asustaron con el fantasma del poder de los "comunarios". Los líderes del 52, optaron por promover la fractura de las comunidades vía la parcelación de sus tierras, claro bajo la coartada de la dotación brindada a los jornaleros, pongos y yanaconas de las haciendas. La parcelación devino en receta para todo el campo.
Y el asunto no es menor considerando que varios cuadros políticos de las izquierdas sudamericanas participaron en la Revolución boliviana, asumiendo con distintas posiciones, sacaron lecciones de la misma y las pusieron en la agenda campesina y minera de los años 53 en adelante. No es díficil advertir la conmoción que causó en el Perú de esos años, claro, si hacemos memoria, o pedimos memoria a los que todavía viven, o simple y llanamente nos ponemos a investigar.
Estoy siguiendo atento las noticias de Bolivia, está en el ojo del huracán y su desenlace tendrá hondas repercusiones en los países sudamericanos, particularmente andinos. El asunto mapuche no será insensible al curso boliviano. Te rogaría que me digas tus impresiones, cada vez que puedas.
Recibe un cálido y solidario saludo desde Cuernavaca.

Ricardo Melgar
P.D. No te olvides de abrir el archivo adjunto.


Dr.Ricardo Melgar Bao
melgarr@gmail.com
Área de Antropología Social
Centro INAH
MorelosMatamoros 14, Colonia Acapatzingo,
Cuernavaca, Morelos, México. 62440.
Teléfax (0052 777) 312 31 08

Melgar Bolivia 1943-1946















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domingo, 19 de abril de 2009

LA VIDA Y LA MUERTE, ETERNAS MAESTRAS

Carolina Carlessi nos ha enviado unos hermosos textos: uno suyo y el otro de su hijo David López Carlessi. También incluimos aquí los escritos de Mallku Aragón, Carolina Noriega y Carlos Franco. Textos preciosos, todos, que nos hablan de ellos y de sus sentimientos más bellos, que han aflorado, ahora, por la partida de quienes fueron sus amigos y compañeros de aventuras desde los años que parecieran estar tan lejanos pero que siguen viviendo en cada uno de ellos, de quienes siguen con nosotros.
Carolina Carlessi es un enigma. Siento que es un gran enigma. No la conozco personalmente. He leído algunos de sus escritos hace algún tiempo. Pero siento que Carolina Carlessi, en tanto persona, es tan difícil de descifrar como las circunstancias tan particulares en que vino al mundo. Carolina es tan enigmática como Atenea, la sabia guerrera. Yo la siento así, la siento así... así.
Carolina Carlessi Bastarrachea es una mujer tierna, de sonrisa eterna, completamente eterna, incluso cuando está seria se le puede ver sonreír, porque de mal humor no la podemos ver. Ella es emprendedora como su padre. Ella es cuidadosa, meticulosa y observadora como su madre.
¿Quién es su padre? ¿Quién es su madre? Los nombres huyen de nuestro conocimiento. No podemos hacer otra cosa sino imaginarnos cómo fueron, a través de la misma hija... y, sin embargo, casi nada conocemos de la hija ¿cómo podríamos conocer a los padres?
Por suerte, en esta vida no todo es conocer. También tenemos el sentir. Y a Carolina Carlessi la sentimos. La sentimos profundamente, desde que comenzamos a intercambiar mensajes originados por el terrible suceso que es el fallecimiento de su gran amigo Walter Quinteros. Hace muy poco perdió a su esposo José López Parodi.
Su dolor la hace salir de sí misma para volcarse plenamente hacia esta partida -hacia estas partidas-, que no encuentra resignación en ella. Carolina no puede hablar casi. Cuando habla, no está hablando ella sino su dolor, ese mismo dolor que atenaza completamente sus sentidos. Por eso, es su hijo David, quien dirá lo que tiene que decir ella y, por supuesto, lo que tiene que decir él mismo. Porque él también fue partícipe del conocimiento y de las emociones de ser uno más de esta pequeña comunidad que forman las cuatro personas que ya nos han dejado: Efraín Franco, Efraín Aragón, Walter Quinteros y José López Parodi.
Intentamos sumergirnos en la vida de Carolina, sin pedírselo a ella... y nos quedamos en la superficialidad de algunas informaciones que nos dejan el sabor amargo de estar nadando en aguas ignoradas y ajenas, de estar navegando en mares encrespados y apacibles a la vez.
Su formación familiar ha sido decisiva, aun cuando, como todo joven, ella haya roto los cánones familiares establecidos por la pacata sociedad en la que le tocara vivir su juventud. Los años sesenta, en que estudia en la universidad Nacional Mayor de San Marcos, son años de lucha, son años de enfrentamiento, son años de tomar posición, de plantear lo que se considera nuevo y necesario para una vida nueva. Se une a sus amigos, se organizan, y no solamente conciben utopías sino que tratan de convertirlas en realidad.
Luego de la Universidad, dejando de ser estudiantes, estos jóvenes, ya casados y ejerciendo su profesión, “forman una comunidad con sus parejas y sus hijos, iniciamos un proyecto de comunidad donde crearíamos un minimundo mejor, mientras bregábamos por cambiar el mundo que nos rodeaba. / Aragón, arquitecto; Franco, economista; Quinteros, antropólogo; y López Parodi, ecólogo, potenciarían sus habilidades y alcanzaríamos un grupo solidario que revolucionaría los conceptos de familia viviendo en originales domos de barro en armonía con el ambiente. Los niños multiplicarían por cuatro el amor de sus padres. / El proyecto llegó hasta la compra de un hermoso terreno sembrado de vides en Cajamarquilla, cerca de Lima, y, si mal no recuerdo, Efraín Aragón llegó a construir un domo.” Cajamarquilla, es un sitio ubicado a orillas del río Rímac, entre Lima y Chosica, que contiene un importante lugar arqueológico que lleva ese mismo nombre.
¿Cómo podríamos sorprendernos entonces que su hijo David tomase la posta para escribir sobre quien estuvo y está siempre presente en sus vidas? Experiencias como las que ellos pasaron tanto tiempo ha, siguen viviendo en la distancia, en el tiempo... en el corazón. Él, David, dice: “Era lo que tenían en común, ¿no? Un toque de irresponsabilidad que también los hacía encantadores; la improvisación en la pasión de sus vidas que los hizo tan humanos y particulares, aunque fueran distintos. Eran hombres de expresión que disfrutaban de la fraternidad de sus amistades y que florecieron bajo la presión de cambios grandes en su sociedad (...) se deleitaban en el intercambio de ideas y la exploración del conocimiento, de los que deseaban cambiar el mundo para mejor.”
La vida no es solamente recuerdo, es también -sí, dije “también”- presente para quienes han vivido con la intensidad y emoción de esos jóvenes y sus familias, mientras buscaban la realidad de su utopía, siendo impelidos con fuerza por la vorágine de sus propios pensamientos, sentimientos, anhelos...
Su generación estudiantil sanmarquina, ha bebido mucho de las generaciones anteriores, que fueron forjando las características del estudiante que, en los años sesenta, lucha por un ideal, lucha por esa utopía que se generalizaba por entonces, que jamás dejaron de lado sino que fue madurando con cada uno de esos estudiantes inquietos y decidores, buscadores y reflexivos.
Sus estudios en el colegio Metodista “María Alvarado” la prepararon –evidentemente- para lo que hoy ocupa su principal atención: la mujer. El colegio lleva el nombre de María Alvarado, nacida en Chincha, quien fuera una gran luchadora, quien es considerada como la primera feminista peruana, cuyos esfuerzos están en la consecución de logros de gran importancia para la mujer de nuestro país.
Esta preocupación que muestra María Alvarado, de alguna manera es la continuación de aquella que tenía la de la creadora –y la iglesia metodista- de este colegio que, inicialmente, se llamara Lima High School: Elsie Wood.
Este colegio, desde su creación, ha tenido por criterios esenciales algunos elementos que se pueden resumir en lo siguiente: “La doctrina metodista insiste también en que la salvación personal siempre implica la misión cristiana colectiva y el servicio al mundo. La santidad bíblica implica mucho más que piedad personal, el amor de Dios siempre está unido con el amor al prójimo, una pasión por la justicia y la renovación de la vida en el mundo (...) Un rasgo distintivo de la Iglesia Metodista Americana fue su observancia de la estación del Reinado de Cristo (Kingdomtide) (...) Durante Kingdomtide, la liturgia metodista enfatiza el trabajo caritativo y el alivio al sufrimiento del pobre.”
Este colegio aceptaba alumnos de todas las creencias religiosas y no imponía la suya, metodista. La libertad de credos era una norma que se cumplía estrictamente. Hace solamente unos años este colegio celebró el centenario de su fundación (2006) y recibió una condecoración del Congreso peruano.
Carolina Carlessi, es una mujer que se ha dedicado, casi podríamos decir –aunque no podamos decirlo- en cuerpo y alma al estudio de la mujer, en el pasado y el presente. No estudia su futuro solamente porque aún no sucede, pero lo que sí hace, son predicciones sobre lo que será la situación de la mujer en el futuro y, por supuesto, con mujeres que luchen e investiguen como ella, el futuro será diferente, siempre diferente, la vida será diferente a la que ha sido, en el pasado y en este presente que, en muchos lugares, aún sigue siendo simple pretérito. Sus estudios de la vida sindical son, pues, de gran importancia... como no podría ser de otra manera.
Enseguida publicamos los textos escritos por Carolina Carlessi y por su hijo David López.

También hemos añadido los sentidos y expresivos textos dedicados a Efraín Aragón por su hijo Mallku y Catalina Noriega, su viuda y compañera, con quien compartiera Efraín los hermosos ideales que alimentaron la juventud, esa juventud que se prolonga en el tiempo cuando se ha sabido vivir. Comparir su vida ha de haber sido para ella toda una aventura, perderlo tiene que haber significado una catástrofe... Estos dos textos complementan excelentemente el sentir de Carolina y David.


Carolina Carlessi.

Carolina Carlessi para Mallku, Ilana, Illari, yolanda, luis, david, Enrique, Carlos, Ernesto, Jaime, gustavo, Katari, Carolina, Oscar, Efrain, Alfonso, Mirtha, Ana, Jorge, usuario, Alex, Teófilo

Estimados amigos:

En la década de los setenta, Efraín Aragón, Efraín Franco, Walter Quinteros y José López Parodi, con sus respectivas esposas e hijos, iniciamos un proyecto de comunidad donde crearíamos un minimundo mejor, mientras bregábamos por cambiar el mundo que nos rodeaba.
Aragón, arquitecto; Franco, economista; Quinteros, antropólogo; y López Parodi, ecólogo, potenciarían sus habilidades y alcanzaríamos un grupo solidario que revolucionaría los conceptos de familia viviendo en originales domos de barro en armonía con el ambiente. Los niños multiplicarían por cuatro el amor de sus padres.
El proyecto llegó hasta la compra de un hermoso terreno sembrado de vides en Cajamarquilla, cerca de Lima, y, si mal no recuerdo, Efraín Aragón llegó a construir un domo.
El día 30 de marzo del 2009, asistí con tristeza al velorio de Efraín Aragón. En algún momento salí al jardín, tomé de la mano a sus hijos, Mallcu y Catari, les sonreí y les dije. ¿Saben que ustedes podrían haber sido mis hijos? Y les conté del proyecto frustrado. Se limitaron a mirarme con sus ojazos jóvenes. Conforme yo hablaba tomé conciencia de que Aragón era ya el tercero de los cuatro soñadores que moría prematuramente. José López Parodi falleció a fines de 2000 y Efraín Franco en abril de 2004.
Sólo quedaba Quinteros. No hacía mucho, me había encontrado con la pareja Quinteros en el aeropuerto de Lima antes de abordar el mismo avión. Yo iba a Panamá y ellos a Puerto Rico. Mirtha y Walter se turnaron para sentarse en el asiento vacío a mi lado para intercambiar pinceladas de nuestras vidas separadas por varias décadas. Ellos estaban aún en lo suyo, catedráticos reconocidos, con hijos logrados y casas en sus sitios queridos, San Juan, Barranco, Cajatambo. Walter me contó que la casa de Cajatambo miraba al sol desde la montaña y tenía muros de un metro de ancho.
Sola ya, después del velorio, abrí la computadora para escribirles a los Quinteros y darles la triste noticia del fallecimiento del Efraín Aragón. Pero el día me reservaba a mí otra tristeza: Walter Quinteros también había fallecido. Google me llevó a la revista Tutaikiri del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima (http://tutaykiri.blogspot.com/) donde hacían una semblanza con el título “Descansa en paz, Walter Quinteros”. Él último de los soñadores había muerto el pasado 15 de febrero.
Y mi tristeza se multiplicó por cuatro. Lloré por la desaparición de José López Parodi, quien fuera mi esposo, por la desaparición de nuestros tres amigos-hermanos, por la desaparición de proyectos frustrados y por todas las tristezas peruana no lloradas.
Hoy, al enterarse David López Carlessi, mi hijo, de la muerte del "tío Walter", ha escrito un trozo que me gustaría compartir con los familiares y amigos de cuatro soñadores.
Aquí va como un adjunto.

Un abrazo,

Carolina Carlessi



David López Carlessi.

Que en paz descansen Efraín Franco, Efraín Aragón, Walter Quinteros y José López Parodi.
Inmediatamente me ataca el pensamiento que uno trata de aprender de la vida (y de la muerte) alrededor suyo.
No, no se preocupen, no voy a empezar con que "no somos nada", ni tampoco con que "era un santo". Simplemente trato de interpretar los signos escritos en el destino de los tiempos, los mensajes, siempre con respeto, porque lo que hay que entender es vasto.
Preguntas que puedo alcanzar a hacer sin embargo, son: Si estos hombres, cuando se conocieron, hubieran sabido cómo iba a progresar la vida, ¿hubieran vivido igual? Si alguien les hubiera dicho que todos habrían fallecido para el 2009, digo, ¿hubieran caminado donde caminaron, hubieran caminado como caminaron? Esto no se sabe con certeza, pero conociéndolos un poco especularía que a todos ellos la muerte los agarró de sorpresa. Era lo que tenían en común, ¿no? Un toque de irresponsabilidad que también los hacía encantadores; la improvisación en la pasión de sus vidas que los hizo tan humanos y particulares, aunque fueran distintos. Eran hombres de expresión que disfrutaban de la fraternidad de sus amistades y que florecieron bajo la presión de cambios grandes en su sociedad. En ellos vivieron altos exponentes de la cultura latina, los mismos que se usaron para crear la democracia, de los que se deleitaban en el intercambio de ideas y la exploración del conocimiento, de los que deseaban cambiar el mundo para mejor.
Desde que se separaron maduraron en distintos rumbos, aunque siento que siempre mantuvieron el mismo sabor. Alguna vez cada uno se habría puesto un poncho de lana que les quedaba chico, se habría mirado al espejo sacando pecho y recordado esos tiempos.
El hecho es que hay mucho qué reflexionar sobre la vida de nuestros Efraín, Efraín, Walter y José, más allá de lo que me alcance con estas palabras. Yo veo como uno de los más grandes homenajes el reconocimiento de estos seres que con sus triunfos, sus sonrisas anchas e, incluso con sus errores, nos dieron tanto en la vida. Saber cómo vivieron es una herencia que podemos tomar de ellos. Cuando ajustamos nuestras vidas de acuerdo a las lecciones de nuestros amados que cruzaron a la eternidad, reconocemos sus vidas como bien vividas y terminamos su labor de cambiar el mundo para mejor a través de nosotros mismos.
A ellos les hubiera gustado que todos alzáramos esos vasos de vidrio rayado que dan en los recreos campestres de la Carretera Central, y mientras la espuma se chorreara en el suelo seco con olor a chicharrón y hierba buena, dijéramos fuerte: ¡SALUD! ¡SALUD POR SUS VIDAS, CABALLEROS!
Las campanadas ocasionales de las monedas contra la boca del sapo y la irrupción de alguna carcajada colectiva es lo último que queda de la tarde junto al cerro.

David López Carlessi
Ciudad de Panamá, 31 de marzo de 2009.


RECUERDOS DE ESE GRAN COMPAÑERO.
Mallku Aragón.

Recuerdo con especial cariño el pasaje de la primera noche que nos tocó pasar en nuestra casa cuando ésta solo era un inmenso terreno, era el gran hogar para criar a los hijos y vivir con la filosofía ecologista con la que mis padres se conocieron y enamoraron… un hogar en el que mi padre también añoró repetir los parajes de niñez de sol abierto y tierra húmeda de su Cuzco.
Así fue nuestra primera noche en la casa armada tan sólo con algunos paneles “provisionales” Ésta era la gran frase de nuestro padre, tan soñador siempre, tan emprendedor e innovador, con esa tremenda energía creativa con que él mismo hizo y rehízo tantas veces su propia casa.
Esa primera noche fue de estrellas, de canto de grillos, de lechuzas y de nuestros nuevos compañeros infaltables para siempre en esta zona pantanosa: los zancudos. Fue muy especial porque no teníamos cocina aún, no había más que leña para cocinar algo y ya mi madre estaba cansada con mis hermanos menores.
Recuerdo que se me ocurrió hacer una fogata, cosa que adoraba hacer por esos años de infancia, y recolectar unos cuantos camotes que alguien había sembrado allí meses antes. ¡Con esta idea mi padre se iluminó! Me llamó a recolectarlos y estaban allí mágicamente esperándonos. Sentí en ese llamado vital suyo que fui en ese momento ese hijo mayor suyo que tanto esperó y allí encontraba. Fui esa noche su compañero y trajimos juntos la cena para todos. Recuerdo que me abrazó con su mirada tierna y orgullosa toda la noche… Nunca olvidaré esa mirada.
El atendía primero las necesidades de mi madre y luego las nuestras, por lo cual lo entregó todo y más. Y mi madre, “tan madre”, atendiendo siempre primero a los hijos, sirviendo plato por plato y al final a él… que tan caballero, noble y sabio y con esa chispa de humor que nunca perdía, graciosamente decía susurrante: “Siempre me toca a mí ser la última rueda del coche en esta mesa…”
Fue ante todo un artista del servicio, un hombre entregado a las necesidades de los demás. Lo manifestó desde su núcleo íntimo familiar y lo proyectó a través de su profesión a lo largo de los años.
Mi padre como arquitecto, como planificador de proyectos para el desarrollo, como creativo e inventor de construcciones siempre tuvo la sola orientación de entender, analizar, buscar y lograr las soluciones para los que menos tienen, para los más necesitados. Dedicó por eso su vida a construir con materiales alternativos y propios de las zonas.
Lo acompañé tantas veces en sus ingeniosos experimentos con mezclas de cal, fibras de plantas y aserrín o viruta de madera con lo cual logró ese techo acogedor y económico. Predicó con hechos esa filosofía de que con lo que la naturaleza da se puede ser feliz y autosuficiente.
Te recordamos intenso y lleno de vitalidad.

Mallku.


A MI GRAN, GRANDE AMIGO EFRAIN.
Carolina Noriega.

Efraín tenía un pulso abrasivo, de cobijo, marcado por que se replegaba en cada diástole absorbiendo lo mejor de lo que había por percibir y se abría en cada sístole para amparar a quien tenía al frente.
Un corazón así vive al son de los otros pulsos rítmicos vivos de la naturaleza en los que naturalmente se inscribe: el de la respiración que sólo aspira lo puro, el del día que se abre prometedor dando paso luego a la sabiduría de la noche y hasta el pulso de los astros que cumplen sus ciclos llenando de flores o nevadas la tierra.
En esta atmósfera surgió entre nosotros los acuerdos para servir al hogar y a la sociedad, con esmero en la equidad.
Nacido en el ombligo del mundo, traía genéticamente el reconocimiento del camino de los Andes como el que mejor refleja en espejo la armoniosa constelación de las estrellas para replicar una buena vida humana, y esa cultura levantaba.
Seguro de la bondad de la tierra quiso poner sus cenizas en su humedad, para rebrotando de allí….seguir latiendo. Y entonces, te escuchamos, sí, te escuchamos y conversamos, y entonces seguiremos acordando y viviendo y trabajando.
Gracias gran compañero, tu latido vigoroso que, me, nos, amó constante e impulsor en esta tu vida acá, lo sigue haciendo…
Calu.

Carlos Franco a su padre Efraín Franco.

Amaste al mundo, y luchaste por cambiarlo
Nos enseñaste así que siempre valdrá la pena luchar
Por las cosas que uno realmente ama

Amaste a tu país, y nos enseñaste a quererlo
Recorriendo contigo desde niños,
Cada rincón que tú pisaste,

Amaste a la gente, y nos enseñaste que las personas somos iguales,
Que la desigualdad no es más que la manifestación
de la injusticia en el mundo,

Amaste la cosas simples, y nos enseñaste que en ellas
Se puede hallar toda la belleza del mundo,
Ya sea en el reflejo del sol sobre laguna frente a tu casa
o en la sombra del guarango de Cajamarquilla,

Amaste la libertad,
Y nos enseñaste a ser libres

Amaste la paz, y nos enseñaste su verdadero y absoluto significado,
Que es el estar en calma con uno mismo,
en armonía con la naturaleza,
y en comunión con los demás,

Paz de la que hoy gozas, rodeado de tanta gente que te amó.

La Molina, 9 de marzo del 2004.

domingo, 12 de abril de 2009

"Etnicidad y Estructura Social" de Roberto Cardoso


Con "Etnicidad y Estructura Social", el libro de Roberto Cardoso de Oliveira -antropólogo brasileño que hace muy poco tiempo nos abandonara-, Tutaykiri entra en una nueva fase. Este libro fue publicado por iniciativa de Teresa Rojas Rabiela, en la colección de la que la hemos tomado y hoy nos complacemos en publicarlo aquí, para regodeo de nuestros lectores.
Tutaykiri irá publicando textos de extensión tal, que en una revista normal no podría ser posible, porque abarcaría gran cantidad de hojas. En la forma como accedemos al texto (y por sus propias características), ocupamos poco espacio de la revista, donde lo podrán leer con comodidad quienes se sientan interesados en este hermoso libro, sin incomodar a quienes deseen leer los textos más pequeños.
Comenzamos, pues, en Tutaykiri, a publicar este libro, que es ya considerado un clásico dentro de la disciplina antropológica y que nos ha hecho llegar nuestra siempre querida compañera Angélica Aranguren Paz.
Esta publicación realizada poco antes de la muerte de Cardoso, nos proporciona una visión muy clara del pensamiento de Roberto Cardoso de Oliveira durante la década del setenta del siglo pasado, relievando sus aportes al pensamiento de la etnicidad y la discusión sobre ese tema r
ecién emergente en ese entonces.
En la presentación del libro, señalan Virginia García Acosta y Roberto Melville lo siguiente: “La antropología es una de las ciencias sociales con una agenda intelectual y académica extremadamente ambiciosa. Su objeto central de estudio es la permanencia y cambio de los fenómenos socioculturales, por ende se ocupa de conocer y analizar a la humanidad entera”. Ellos dicen esto para destacar la labor este antropólogo brasileño (y, por ende, de la misma antropología) cuya experiencia es digna de todo elogio... si es que con simples elogios se pudiera aprehender su vida profesional.
Ellos –García y Melville- nos señalan algo que nos ayuda a comprender qué es esta rama que hemos escogido para vivir y trabajar, nos aclaran algo esencial de lo mucho que tiene desconcertados a tantos antropólogos de diversas partes del mundo.
El mismo Clifford Geerz exclamaba, casi al final de su vida, que él hacía antropología pero no sabía qué era la antropología. Es interesante que tanto Cardoso co
mo Geerz hayan tenido contacto estrecho con la filosofía. Y, por supuesto, quienes se encargaron de la publicación de esta obra también muestran tenerlo aunque pueda ser que no hayan estudiado académicamente filosofía.
Quienes han querido encerrar nuestra disciplina en los estrechos márgenes de su propia experiencia antropológica, olvidan que la antropología se inicia –con la filosofía griega, con los filósofos jónicos- como una manera en que esa misma filosofía estudia al hombre y, por supuesto, a la sociedad.
Esto es lo que causa el desconcierto de muchos y que ahora estos antropólogos mexicanos nos aclaran de una manera tan nítida: “Los hallazgos y avances del conocimiento antropológico se encuentran dispersos en diversos géneros literarios propios de la disciplina” (Virginia García Acosta y Roberto Melville).
Y, encontramos en Colombia, estos puntos de vista que enfatizan, de una manera algo distinta, lo dicho anteriormente: “La a
ntropología puede no ser la carrera mejor pagada, es cierto; pero el conocimiento que genera ha llevado a ingenieros, economistas y administradores de empresas a incluirlo dentro de su trabajo diario. Una de las labores en las que actualmente está incursionando el antropólogo es en la investigación de mercados, como por ejemplo, identificando hábitos alimenticios. Así ha contribuido en el área de mercadeo. De la misma forma, las evaluaciones cuantitativas del impacto de megaproyectos (tales como grandes infraestructuras como puentes, carreteras, grandes centros comerciales, ecoturismo) son llevadas a cabo por antropólogos quienes por medio de la investigación están en la capacidad de poner en evidencia procesos sociales que explican el resultado que se obtuvo. Otro de los campos importantes en los que antes no se había pensado que era importante el aporte antropológico es en la medicina (antropología médica), en la cual el antropólogo da cuenta de las prácticas médicas y en general, de la relación entre médico y paciente, entre conocimiento médico occidental y otras formas de entender la salud y la enfermedad. De esta forma, el antropólogo cuestiona todos las conductas, actitudes y sentimientos que parecen “naturales” y propios de la condición humana y además documenta, explica y entiende otras formas de vida diferentes a las que se está acostumbrado” (Érika Guzmán, Universidad de Los Andes, Colombia).
Roberto Cardoso de Oliveira nació en la ciudad de Sao Paulo, Brasil, el 11 de julio de 1928 y murió el 21 de julio de 2006. Fue hijo de un productor de café llamado Jahyr Cardoso de Oliveira, quien –dicho sea de paso- hizo una gran fortuna con la exportación del café. Su madre fue Marina Mattos Cardoso de Oliveira.
Estudió filosofía en la Universidad de Sao Paulo de donde egresó en 1953. Allí fue donde conoció a la
que sería luego su compañera y esposa, Gilda Cardoso. Gilda era la hija de Fernando Herique Cardoso. Despúes de nacer su primer hijo, Gilda abandona sus planes profesionales para dedicarse por entero a su familia (llegarían a tener cuatro hijos) y así Roberto fue quien se dedicó del todo a su profesión.
Cardoso no era antropólogo de formación, puesto que estudió Filosofía y Sociología. Desde los años cincuenta se dedica de lleno a estudios antropológicos. Sus contribuciones han sido abundantes, en nuestra disciplina, durante sus más de cuarenta años de labor, por eso es que muchos lo consideran el fundador de la moderna antropología en Brasil.
Los editores de Inversa, revista de estudiantes de antropología, señalan, sobre este libro: “¿Obtendríamos resultados diferentes en un estudio sobre etnia, etnicidad, identidad étnica y relaciones interétnicas si seguimos un enfoque culturalista o, en cambio, separamos analíticamente identidad y cultura para aplicar el enfoque relacio
nal? Etnicidad y estructura social es una reflexión y puesta a prueba de la segunda opción teórica y muestra cómo la identidad étnica y la etnicidad son nociones aplicables a situaciones tanto de contacto interétnico intertribal en el Amazonas brasileño, como de contacto multicultural entre mexicanos, norteamericanos y españoles en ciudades como México y San Miguel de Allende.”
Al cuidado de la bella y ponderada edición de este libro han estado:
• Virginia García Acosta, Directora General del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social.
• Federico Besserer Alatorre, Jefe del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.
• Carmen Bueno Castellanos, Directora del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana.
• Ca
rmen bueno Castellanos, Ricardo Falomir Parker, Virginia García Acosta, Witold Jakorzynski, Roberto Melville, Virginia Molina Lucy, Leonado Tyrtania de la Comisión Académica de Clásicos y Contemporáneos en Antropología.
El trabajo de Cardoso con otros docentes, así con sus alumnos, fue fructífero y también fue algo que le preocupaba mucho. Por eso nos complace en grado sumo publicar su obra en Tutaykiri.
Empecemos pues la lectura de este frondoso y hermoso libro que tenemos ante nosotros ya y que llega dirigido especialmente a los profesores y estudiantes universitarios peruanos tan urgidos de textos y tan escasos de dinero.



Libro de Roberto Cardoso de Oliveira

La Malinche, el icono...











Ricardo Melgar Bao nos ha entregado su vital trabajo titulado “Recepción y ritual franco-brasileño de un icono femenino mexicano” que aquí publicamos.
Ricardo Melgar es un antropólogo cuya preocupación por el conocimiento de nuestra realidad es profunda. Él se sumerge en los materiales poco leídos, y esos materiales le van contando sus historias, se las van contando como los ríos de nuestras zonas andinas ayudan a los músicos a crear sus melodías más hermosas.
Ricardo Melgar Bao siempre está dándonos trabajos que nos permiten ahondar en esa realidad que no conocemos. Él estudió en varias universidades peruanas, pero sus estudios de antropología los realizó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima. Después de desempeñarse como docente e investigador en algunas universidades peruanas, emigró hacia México, donde actualmente reside, después de muchos fructíferos años de trabajo docente e investigativo.
Hemos publicado su valioso trabajo sobre cómo se ha visto a la Malinche en Francia y en Brasil durante el siglo XIX, pero no hemos podido insertar en él las fotos que se requieren para graficar sus hallazgos. Una revista no es tal sin fotos que complementen el texto.
No desesperamos de poder insertar imágenes en el futuro. Pero, por ahora realizaremos algunas reflexiones que nos permite realizar su trabajo y que nos lleva a comprenderlo y a valorar mucho mejor. Y, por supuesto, pondremos algunas imágenes relacionadas al texto.
No somos mexicanos, no vivimos en México, por eso nuestra visión ha de ser muy limitada y seguramente que los errores han de menudear en estas breves reflexiones que presentamos partiendo, obviamente, del texto que el nos ha hecho llegar Ricardo Melgar Bao, para ser publicado en Tutaykiri.

Augusto Comte, que primero se adhiere a la utopía sansimoniana, luego la rechaza y proclama que las utopías son irresponsables e incapaces de otorgar un orden social y moral a la sociedad, rechazando también a Voltaire y Rousseau y al siglo que ellos representan: la Ilustración, que daría origen a la Gran Revolución Francesa.
Comte aprueba el golpe de Estado de Napoleón III en 1851. No resulta nada raro entonces que la dictadura del Porfirio Díaz –que luchó inicialmente contra la invasión francesa de México- utilizara el positivismo como justificación teórica de su política y llamará al círculo más cercano y cerrado de sus colaboradores “científicos”.
Comte va a situar a “la admirable india Marina como adjunta de Juana de Arco”. No son iguales. Juana de Arco -la heroína y santa francesa- es la que sobresale, la que manda (por decirlo de alguna manera), mientras que la Malinche es alguien que está a su servicio.
Esta relación de la Malinche con Juana de Arco se da en el contexto en que ya se ha producido una primera invasión francesa a México (1838-1839) y poco antes de producirse una segunda invasión (1862-1867). Es pues una relación que contiene claros tintes bélicos. La invasión de México llevada a cabo por Napoleón III, está presente en la idea de revalorar o relievar a la Malinche en este contexto.
Claro, se precisaba de alguien de México que posibilitara que la intromisión francesa se produjera sin mayores problemas. Se precisaba de alguien que facilitara esa intromisión y se había encontrado ya una en la Malinche. La Malinche se unió con el español Cortés en la conquista de México, ¿por que no podría unirse con los conquistadores franceses aunque estuviera ya muerta? ¿Por que no?
Una idea que, en algo, tiene sus raíces en los mitos de la más remota antigüedad. La encontraremos en la épica de Gilgamesh, donde el salvaje Enkidu es civilizado por una bella mujer, quien le pasa la sabiduría mediante el coito. En este contexto, el genital femenino es un instrumento “civilizador”. Qué idea tan atractiva para Comte, quien consideraba que la mujer no pensaba, consideraba que la mujer no podía luchar tampoco (cuidar la casa).
Es cierto que los positivistas halagaron a varias mujeres premiadas por la academia (María Curie, premio Nobel, por ejemplo), pero no dejaron de lado sus criterios. Comte dice que “el hombre piensa y resuelve lo que la mujer le inspira sentimentalmente.” Nuevamente el sexo. Lo sentimental, obviamente, está reducido a su función sexual. No a otra cosa. La mujer no piensa, solamente actúa sexualmente. Y seguramente no sentirá tampoco, sólo tiene el papel de hacer gozar al hombre, no tiene el papel de gozar ella misma. La mujer es la fuente de la virtud... del hombre.
Por ello es que se decía que la mujer “vive para los demás y halla en ello su mayor felicidad” (Lagarrigue). Las mujeres pueden ser inteligentes, pero tienen que servir al hombre, por supuesto, que es “los demás”. La mujer es un simple instrumento del hombre. Por eso, seguramente, es que Comte combate a las feministas de entonces.
Recordemos que Comte decía que ¡la inteligencia de la mujer se ubicaba en el útero! Según esta teoría, Cortés le hizo al amor a la Malinche y la transformó en su eficaz sirviente cuyo concurso fue vital para su aventura. Por ello es que no resulta tan curioso que esto se plantee a pocos años antes de que se produjese la invasión francesa, de 1862, en México, por el puerto de Veracruz.
Así pues ¿por qué no servirse nuevamente de la Malinche justo a mediados del siglo XIX, época en que las rebeliones en Veracruz fueron abundantes? La Malinche podía resultar un símbolo adecuado para este puerto donde se desembarcaría y también para conseguir la aprobación de la población, algo muy necesario en una acción con ésta. Es curioso que quien ha sido encarcelado por no querer enrolarse en el ejército francés, termine siendo el cuasi ideólogo de una invasión militar.
La Malinche nace en Coatzacoalcos (actual estado de Veracruz). Coatzacoalcos proviene del náhuatl coatl, culebra; tzacualli, donde se guarda o se esconde algo; y co sufijo de lugar: “en el escondite de la culebra”. El término Coatzacoalcos está ligado a la leyenda de Quetzalcóatl. Una de las representaciones de esta deidad es la de un hombre barbado y blanco que se perdió en el mar y que dijo que retornaría, por eso es que Cortés fue identificado con esta deidad.
El nombre original de la Malinche es Malinalli Tenépatl. A ella se le conoce por los nombres Malintzin, Malinalli (transliteraciones al castellano del nombre original; el sufijo tzin se añadía al nombre para indicar jerarquía y nobleza), Su padre y su madre fueron caciques ambos. Ella fue bautizada como Marina por los españoles.
Malinche fue vendida por sus padres a un cacique de Tabasco. Cuando Hernán Cortés llegó a la zona, el 12 de marzo de 1519, recibió como presente, en Tabasco, veinte jóvenes esclavas, entre las cuales se encontraba ella que fue bautizada como Marina.
Las jóvenes fueron repartidas entre los hombres de Cortés, resultando Malinche asignada a Alonso Hernández Portocarrero, quien hubo de marchar a España comisionado por aquél, en julio de 1519. En un principio contó con la colaboración en la traducción de Jerónimo de Aguilar, pero pronto habló la lengua de los españoles.
Desde entonces, Malinche se convirtió en la compañera de Cortés así como en su intérprete. Su labor fue fundamental. Ella que fue una “Malintzin”, una mujer de alto rango, se convirtió en "la Malinche", la mujer del más bajo rango, entregada al extranjero que destruye su pueblo, en el imaginario mexicano.
Cuando Comte relieva a la Malinche... ¿es acaso para dar a entender que la serpiente emplumada regresa en los barcos franceses? ¿Es acaso Quetzalcóatl que regresa? ¿Se repetiría aquello de lo cual habla la canción popular: “Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados. / Eran los hombres barbados de la profecía esperada / Se oyó la voz del monarca de que el dios había llegado. / Y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado”?
¿Acaso no resulta claro que los franceses estaban buscando que la Malinche, muchos siglos después de su muerte, los sirviera en su afán devastador?



RMB La Malinche Entre Francia y El Brasil.

viernes, 10 de abril de 2009

César Vallejo: La muerte de un guerrero (15 de abril).

Danilo Sánchez Lihón nos entrega, en esta ocasión, un escrito sobre algunos aspectos de la vida de nuestro gran poeta César Vallejo, donde destaca temas que están dentro de los linderos de las costumbres y creencias que nuestro pueblo exhibe aún en diferentes lugares de nuestro país, que no solamente en la serranía andina.
¿Quién fue este Vallejo que se nos muestra ahora? ¿Estuvo siempre tan ligado a las formas de pensar de su pueblo como podemos apreciar nítidamente aquí? Hay que seguir el hilo discursivo del autor para darnos cuenta que en este texto hay mucho más que literatura, en el sentido de trabajo fantástico alejado de la realidad (que es la idea que muchos tienen de la literatura). El mismo Vallejo utilizó bellamente esta temática en su obra literaria.
En nuestro pueblo la religiosidad y las creencias mágicas están íntimamente unidas y tienen un predominio en las actividades chamánicas que difícilmente se puede dejar de reconocer, no solamente en los pueblos andinos, sino también en la misma Lima. ¿Por qué no?
En los mismos países adelantados científica y tecnológicamente, este tipo de pensamiento está vigente y domina de una manera que muchos quisieran ignorar. Para apreciar esto podría bastarnos contemplar las series de televisión y las películas, donde predominan los temas esotéricos y oraculares, entre otros.
Europeos, japoneses y norteamericanos, hacen frecuentes viajes a nuestro país buscando sitios que llaman “energéticos”, buscando también chamanes y visitando lugares donde se hagan ceremonias chamánicas.
Y esto se da incluso en Lima: las ruinas de Pachacámac reciben este tipo de visitas frecuentemente. De hecho, ya Abraham, Valdelomar nos llama la atención –en “El caballero Carmelo”- sobre el gran papel de este oráculo limeño en Pisco y para los pisqueños.
Ahora Danilo Sánchez Lihón nos muestra un tópico poco conocido –aunque tampoco se puede decir que sea completamente desconocido- de nuestro Gran Poeta, y lo hace con mucha maestría, por cierto.
Danilo Sánchez es un hombre de letras que recorre todos los caminos por donde su imaginación creadora lo lleva. Desafía molinos de viento, los desafía aunque esos molinos no existan en nuestro medio. A él no le ha de importar que no existan porque fácilmente los ha de crear para luego desafiarlos y vencerlos, igual que los venciera don Quijote de la Mancha.
Nosotros hemos conocido a Danilo Sánchez más preocupado por desarrollar la actividad lectora en nuestros semejantes, y dentro de ese plan –ocupando un primerísimo lugar-, está difundir sus encuentros continuos con ese gran paisano suyo que es César Vallejo.
Danilo Sánchez Lihón, pues, es oriundo de Santiago de Chuco, el mismo lugar donde nació y estudió César Vallejo. Él estudió en la misma escuela donde estudiara Vallejo. ¿Qué persona, con estas características, no siente suyo, íntimamente suyo, a este poeta que ha marcado tanto la sensibilidad y el alma de los peruanos... por decir lo menos?
Quizás, por este origen, es que Danilo Sánchez siempre nos muestra –en las fotos que conocemos al menos- solamente su perfil, aquel perfil que también César Vallejo se obstinaba en mostrar incluso cuando estaba completamente de frente.
Acaso la docencia universitaria (en San Marcos y en la Bausate y Meza, amén de los cursos, talleres y conferencias a los que es invitado tanto en el país como en el extranjero) sea para Danilo Sánchez Lihón una excusa para poder desarrollar su fantasía creadora, aquella fantasía que alimenta cada uno de sus escritos, aquellos donde se empeña en mostrar a porfía su entronque con la realidad.
Él escribe desde que empezó a escribir. Sí, desde que empezó a escribir. Acaso él mismo pueda recordar los primeros escritos que realizara. Pero su fecundia lo ha llevado a escribir tanto, y tan bien, que dudamos mucho que pueda recordar lo que constituye su obra porque para crear es necesario olvidar, y para olvidar es preciso tener presente lo que ya se ha hecho para no repetirlo, porque Danilo Sánchez Lihón no se repite aunque escriba sobre los mismos tópicos.
Vallejo está presente en su vida y en su obra, incluso cuando no escribe de él. ¿Acaso, pues, no es suficiente que ambos hayan nacido en el mismo lugar y tengan similares preocupaciones?
Vallejo está presente en Danilo Sánchez porque cada palabra que vierte, en cualquiera de sus obras, nos remite a ese escritor que tiene una musicalidad tan propia, una melodía tan llena de sabor norteño...
Danilo Sánchez, cantante desde niño, está más que cualificado para comprender esto, siendo del mismo lugar, teniendo los mismos ideales, manejando los mismos objetivos.
Como Vallejo, Danilo Sánchez es paciente y optimista.
Vallejo sabía que moriría joven, pero eso no impidió que fuera optimista y que luchara como solamente puede luchar quien sabe que todo lo que tiene para dar son sus energías, aquellas energías que no puede reponer porque... porque no tiene para comer. Y sin embargo dio sus energías a manos llenas.
César Vallejo se murió de amor. César Vallejo se murió de vida.
César Vallejo permanece con nosotros siempre. César Vallejo jamás ha muerto...


LA MUERTE DE UN GUERRERO.
Danilo Sánchez Lihón

“En suma, no poseo / para expresar mi vida / sino mi muerte” (César Vallejo)

1. Regresó siempre
En abril, en Santiago de Chuco, cesan las lluvias intensas de enero y febrero; y se suspira de alivio porque han calmado las inclementes tempestades del mes de marzo.
El sol luce esplendoroso en los tejados.
Las vigas y los aleros de las casas empiezan a crujir estirándose después de los largos meses de somnolencia y de temblar acurrucados bajo los aguaceros.
Abril es el mes del despertar, del renacer y del aflorar, cuando sobre los campos aparecen mantos de flores silvestres y todo renace como brote, planta o mies.
El Viernes Santo del 15 de abril del año 1938 murió César Vallejo en París, con aguacero; quien nació, se crió y vivió hasta los 16 años en Santiago de Chuco, tierra a la cual amó entrañablemente, regresó siempre y añoró con amor ferviente.

2. Una total consagración.
Tenía al morir 46 años y atravesó ese trance doloroso de casi un mes de postración y fiebres altas, con una dignidad igual a la que caracterizara cada uno de sus actos cotidianos. Sin embargo, cada detalle de su muerte está revestido de solemnidad y majestad supremas.
Sus amigos que fueron a visitarlo dos semanas antes de que cayera postrado lo invitaron a salir. Venía el ómnibus y todos corrieron a cogerlo. Pero él se quedó atrás. No pudo avanzar. Su cuerpo estaba desfalleciente, débil, totalmente exhausto. Tuvieron que dejar pasar el ómnibus y venir por él para ayudarlo a avanzar.
Había entrado a un estado de agotamiento, de consunción por el estado a la vez febril y abatido que le producían los acontecimientos que se venían desencadenando en la Guerra Civil Española, un conflicto que ocurría a 1,260 kilómetros de distancia y que sólo a un ser excepcional podían afectarle de ese modo al punto de sumirlo en una total consagración.

3. Quiero tener un hijo.
Escribió al respecto:
“Voluntario de España, miliciano / de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón, / cuando marcha a matar con su agonía / mundial, no sé verdaderamente / qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo, / lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo / a mi pecho que acabe, al que bien, que venga, / y quiero desgraciarme”;
Sin embargo, a la vez mantenía al tope sus esperanzas. A su alumna hindú, a quien él le enseñaba el español, le declara más o menos de este modo:
No todo está perdido. Mi mujer es joven, casi una niña. Quiero tener un hijo.
Pocos días después murió.

4. No sé de qué se muere.
Meses antes de morir, y más precisamente en septiembre, octubre, noviembre y diciembre del año 1937, escribió casi todo lo que ahora son los “Poemas humanos”, período final cuando fragua y cincela también ese poemario incandescente, dedicado a los voluntarios de la República en la Guerra Civil que asoló la patria de sus abuelos, “España, aparta de mí este cáliz”.
Al ingresar a la Clínica Arago, el 24 de marzo de 1938, una eminencia en la medicina como era el doctor Lemiere, después de examinarlo dijo:
“Este hombre tiene todos sus órganos sanos y no sé de qué se muere.”
Después que se descartara que tuviera fiebre amarilla o malaria, le hicieron punciones a la columna vertebral a fin de extraerle líquido raquídeo, trance que hizo que diera alaridos y quedara desfalleciente y de lo cual ya no pudo recuperarse más. Agonizaba en el amanecer del día 15 de abril.

5. Valores supremos.
Ahora sabemos, como resultado de los estudios realizados por el médico argentino Carlos Urquijo quien tuvo en sus manos toda la historia clínica y pudo estudiarla, que murió de paludismo, enfermedad de los trópicos no identificada antes de 1938.
Y es que él la padeció de niño cuando desde Menocucho lo llevaron en litera hasta Santiago de Chuco donde a duras penas se recuperó, enfermedad que le rebrotó por la extenuación que le produjo el drama de España.
Murió por consunción y agotamiento, debido a que entregó todo su aliento y las fuerzas de su grandioso espíritu y maltrecho cuerpo a favor de la causa del hombre; por el compromiso que asumió de defensa de la dignidad, del bien y de la nobleza.
Murió combatiendo en trinchera, en este caso defendiendo valores auténticos, verdaderos y supremos para el ser humano.

6. Su muerte es un paradigma.
Los enfrentamientos en los campos de batalla en la Guerra Civil Española fueron arduos el 15 de abril de 1938.
Desde el amanecer de ese día el ejército de la República rechazó los ataques del ejército nacionalista de Francisco Franco en Vinaroz, en el Mediterráneo.
De allí que cabe afirmar que él murió en batalla contra el mal y la muerte.
Su martirio es el sacrificio de un guerrero, quien nos dio el ejemplo con su vida de cómo hay que asumir una causa y adoptar un compromiso a favor de los ideales irrenunciables de la humanidad.
Su muerte es un paradigma, una página heroica, una epopeya. Es el más grande de los fastos universales, solo comparable a la geta de Lord Byron que moría por la independencia de Grecia atacado de malaria en Missolongui el 19 de abril de 1824.

7. Intuiciones de su muerte.
En el poema "Piedra negra sobre piedra blanca", César Vallejo escribió:
“Me moriré en París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo. / Me moriré en París –y no me corro– / talvez un jueves, como es hoy, de otoño.”
Vallejo murió a las 9.20 de la mañana del día Viernes Santo, 15 de abril del año 1938. Y era un día en que llovía.
Claro, algunos dicen que no acertó totalmente porque él menciona el "jueves", aunque entró en agonía y en estado de coma ese día.
Pero, es más, leamos bien; él expresa: "Talvez un jueves..."
En el ámbito de la literatura no son muchas las referencias de escritores y poetas iluminados que anunciaran y predijeran su muerte. César Vallejo prácticamente nos la describe

8. Estaba despierto.
Sin embargo, Juan Espejo Asturrizaga en su libro César Vallejo itinerario del hombre, refiere de otro hecho que él denomina: "Una visión premonitoria", acápite bajo el cual relata que mientras César Vallejo se encontraba refugiado en la casa de Antenor Orrego, en Mansiche, Trujillo, en octubre de 1920, a fin de librarse de la persecución policial por la denuncia que recaía en contra de él y otras personas, acusado de incendio y asesinato en los sucesos ocurridos en Santiago de Chuco el 1 de agosto del año 1920, en palabras textuales nos informa lo siguiente:
Durante su permanencia aquí César tuvo una noche una visión que lo llenaría de terror y lo angustiaría por muchos días, siendo el tema de sus conversaciones.
Estaba despierto, decía, cuando de pronto me encontré tendido, inmóvil, con las manos juntas, muerto. Gentes extrañas a quienes yo no había visto nunca antes rodeaban mi lecho. Destacaban entre éstas una mujer desconocida, cubierta con ropas oscuras y, más allá en la penumbra difusa, mi madre corno saliendo del marco de un vacío de sombra, se me acercaba y sonriente me tendía sus manos.

9. Una escena lejana en el tiempo
Estaba en París y la escena transcurría tranquila, serena, sin llantos.
La tremenda impresión que le produjo esta visión que, aseguraba la había tenido perfectamente despierto, lo llevó a llamar desesperadamente a Antenor que dormía plácidamente al otro extremo del dormitorio.
Antenor trató de calmarlo, indicándole que se trataba de una pesadilla.
"No, no –repetía César–, he estado despierto, como lo estoy ahora, despierto, despierto. Todo lo he visto como te veo a ti en este momento..."
Esto sucedió en 1920. Allí precisa, y es asombroso, que el cuadro que acaba de referir ocurría en París, un lugar muy distante en el espacio hacia el cual por más que lo anhelara constituía un sitio remoto poder llegar a él.
Como también era lejana la escena en el tiempo, ya que su muerte ocurrió en 1938, cubriéndose un tramo, de la visión al hecho, de 18 años.

10. Murió de esa manera.
Pero, aparte de lo profético, hay aquí un rasgo a destacar, cual es el coraje del cual está imbuida su muerte. Cuando él dice "y no me corro" porque él sabe, por su premonición que estando en París es donde sobrevendrá su muerte.
Esto indudablemente se relaciona con el significado que ella tiene cual es el voluntariado para hacerse cargo de una misión y una causa, arriesgando en ello la vida, valor que se añade a la tristeza y melancolía natural con que se piensa y medita en la muerte.
En esta vivencia hay una fusión sorprendente entre predicción y constatación, anuncio y cotejo. Ya mirada a la distancia y contemplándola panorámicamente se corrobora cada dato con exactitud que asombra y que él nos diera en su vaticinio:
"Gentes extrañas", las hubo; "una mujer desconocida" –que le intriga saber quién es– corresponde a Georgette; "rodeaban mi lecho", también fue así y murió de esa manera, en la cama de una clínica.

11. Prodigiosa premonición.
Entonces, vemos cómo se va hilvanando sueño y realidad en el intento, inclusive de identificar ya en la escena real, que ocurriera tiempo después, quiénes son las personas que él visualiza alrededor de su lecho.
18 años antes él ve los rostros de las personas que rodean su tarima de muerte, los identifica totalmente porque dice de una de ellas: “... a quien yo no había visto nunca antes.”
Es difícil imaginar en una alternativa de siete en qué día de la semana uno va morir de manera natural. Vallejo lo señaló y tiempo antes del sueño premonitorio que tuvo lugar en la casa de Antenor Orrego.
Además, lo dejó escrito en “El poeta a su amada”.
Son admirables las coincidencias y significados que se dan en el poema “Piedra negra sobre piedra blanca”, como prodigiosa la premonición en la casa de Antenor Orrego en Trujillo. Pero lo verdaderamente pasmoso es que de los 365 días del año se señale uno y la muerte coincida con ese día entre esas casi cuatro centenas de días:

12. Actos esenciales antes de morir.
En el poema "El poeta a su amada", escrito el 2 de setiembre de 1917, expresa:
“Amada, en esta noche tú te has crucificado / sobre los dos maderos curvados de mi beso; / y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado, / y que hay un viernesanto más dulce que ese beso. / En esta noche rara que tanta me has mirado, / la Muerte he estado alegre y ha cantado en su hueso...”
¿Qué más sorprendente?
Allí está la muerte, está él, el Viernes Santo y Jesús llorando.
Pero, es más. Intuyó su agonía en otro ámbito o dimensión, quizá en lo más importante y extraordinario, cual es: realizando actos esenciales antes de morir, como escribir los meses y los días anteriores su poesía más portentosa y abismal.

13. Llamó a su madre.
Talló antes de morir su testamento heroico como es el poema dedicado a exaltar la lucha del pueblo español en el trance de la guerra civil, titulándolo además como la oración de Cristo cuando vislumbra su martirio y final inmolación.
Y hasta previno su posteridad y su vigencia postrera cuando a un periodista que le solicitó una entrevista le responde: "Véame después de mi muerte".
Este tránsito de César Vallejo culmina retornando en espíritu a su tierra y a su infancia.
Respecto a ello, cuenta la señora Oyarzún –quien en la víspera de su muerte pasó toda la noche velando junto a su cabecera– que a las cinco de la mañana del 15 de abril César Vallejo llamó a su madre.
Y poco antes de expirar, ya en presencia de su esposa y varios amigos, pronunció estas palabras: "España. Me voy a España".

14. Voy a mi tierra
Otra vez tenemos aquí constancia y fe de ese voluntariado para ir a un país en guerra, en trance de parir, como era la circunstancia por la cual atravesaba España en esos momentos.
De allí que la presencia de César Vallejo hay que imaginarla siempre allí donde el planeta y la sociedad están en lucha ardorosa por forjar su porvenir.
Él está pendiente de todos los pueblos del mundo en revolución. Que ellos sepan que cuentan con un militante grandioso en sus filas: César Vallejo.
Pero, aparte de un pueblo en lucha, España para César Vallejo es su propia tierra, el Perú y Santiago de Chuco.
Lo dice él mismo en un artículo escrito en 1926 al acercarse a dicho país:
"...vislumbro los horizontes españoles, poseído no sé qué emoción inédita y entrañable. Voy a mi tierra, sin duda. Vuelvo a mi América Hispana."

15. Actos de fe.
Y cuenta Gonzalo More, quien estuvo en el grupo que lo rodeó en su lecho de muerte, en carta que dirige a Manuel Chávez Lazo, lo siguiente:
"La expresión de su rostro muerto era verdaderamente maravilloso. No te imaginas que belleza interior y que luz sobrehumana en la frente del cholo. El gesto de dolor que yo vi minutos después de su muerte, desapareció para dar vida a una expresión de serenidad y bondad infinitas..."
En abril, en Santiago de Chuco, se recogen frutos de las primeras cosechas: choclos, chungares, habas verdes.
Por eso, comparo la muerte de César Vallejo en abril al acto de la maduración que hace el labriego, el campesino y el peón con quien él se abrazó solidariamente en vida.
Con su muerte él se inclina y consustancia a la tierra madre para ser grano, semilla y mies. Y con el peón con quien Vallejo vuelve a abrazarse en el surco, en la flor, en la espiga y el fruto bueno y redentor. Y en el acto ineluctable de la muerte y en la resurrección cuando se alientan, como él las alentó, grandes generosidades, consagraciones y actos de fe en el hombre.

Instituto del Libro y la lectura, INLEC del Perú.
Capulí, Vallejo y su tierra.
Teléfonos: 420-3343 y 420-3860
Revisar otros textos de Danilo Sánchez Lihón en el blog:





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