NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


sábado, 23 de julio de 2016

Diplomatura 2016 PUCP

CONVOCATORIA
 
Por medio de la presente convocamos al público interesado a inscribirse para participar en la Diplomatura de Estudio Internacional en Litigio Estratégico en Derechos Indígenas, coorganizada por la Pontificia Universidad Católica del Perú- PUCP y  el Institut
Contamos con una plana docente nacional e internacional conformada por expertos en la materia, entre los cuales se encuentran: Bartolomé Clavero, Vicepresidente del Foro Permanente para las cuestiones indígenas de la ONU (2010); Victoria Taulí-Corpuz, actual Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas; Raúl Zaffaroni (Argentina), actual Juez de la Corte IDH; Carlos Ramos, actual Magistrado del Tribunal Constitucional; Francisco Eguiguren, actual Vicepresidente de la CIDH  y Relator de los derechos de pueblos indígenas y LGTBI, entre otros. 
 
INFORMACIÓN
Jr. Nazca N° 458, Of. 101, Jesús María, Lima 11, Perú. Tel. (51-1) 3309139
 
Aracely Guillermo Ybárcena
Instituto Internacional de Derecho y Sociedad – IIDS
Telef. 3309139
 
 

Convocatoria de la revista Corpus para la publicación de artículos

Estimados colegas,

Tenemos el agrado de anunciarles la convocatoria a publicar en el Vol. 6 Nº 2 (julio-diciembre de 2016) de CORPUS. Archivos virtuales de la alteridad americana
http://corpusarchivos.revues.org/1433
En esta oportunidad, aprovechamos para comentarles que Corpus ha sido incorporada al Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas. Agradecemos este reconocimiento a la revista y a la labor de los autores, evaluadores y el cuerpo editorial que ha desarrollado este proyecto durante seis años.
Corpus está incluída además en los índices DOAJ, Latindex,
COPAC (Reino Unido), SUCOC (Francia), Catálogo Colectivo DB (Alemania) y OCLC World Cat).
La recepción de contribuciones está prevista hasta el 1 de septiembre  de 2016.

Corpus es una revista de divulgación, análisis y crítica de fuentes inéditas o poco conocidas sobre la historia y etnografía de la alteridad en el continente americano: pueblos originarios y campesinos, articulaciones de raza, etnicidad, clase y género  y toda forma de diversidad social y política. Publica artículos en español, portugués, inglés y francés. Nuestra filosofía es compartir y desclasificar los materiales de información que utilizan los investigadores en sus diversos soportes, ofreciendo un ámbito de discusión teórica, casuística y metodológica sobre la interpretación y uso de las fuentes primarias  o los “registros de primera mano”, así como de publicación de análisis críticos de documentos con diferentes formatos: facsímiles de manuscritos, transcripciones, fotografías, iconografías, cartografías, notas de campo, grabaciones y películas, artefactos arqueológicos y museográficos, viejos incunables y cualquier trazo que pueda configurarse como archivo.
Cuenta con cinco secciones: Registros; Crítica; Debates; Notas, entrevistas y reseñas: Tesis.
Instrucciones a los autores en: http://corpusarchivos.revues.org/260
Invitamos a los interesados a enviarnos un correo a corpusarchivos@gmail.com para recibir notificaciones automáticas de cada nuevo número.
Recordamos además que la colección completa se encuentra disponible en el siguiente link: http://corpusarchivos.revues.org/

Director: Diego Escolar
Redactora Jefe: Claudia Salomón Tarquini
Comité Editorial: Carlos Masotta, Christophe Giudicelli, Roxana Boixados, Guillermina Espósito, Diana Lenton
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Revista Corpus. Archivos virtuales de la alteridad americana

jueves, 21 de julio de 2016

¿He cambiado tal vez?


Recuerdo aquella sonrisa que relucía esplendorosamente en tu rostro cada vez que salíamos juntos los cuatro, ¿te acuerdas tú…? Momentos muy gratos fueron los que pasamos yendo de un lugar a otro, conociendo diferentes lugares tan hermosos de aquel lugar donde el sol sale todo el año. También íbamos nosotros dos solos muchas veces procurando capturar con nuestras cámaras fotográficas dichos sitios… no lo habrás olvidado ¿verdad? Jamás hubo nada entre nosotros, solamente una amistad que hacía más bellos los instantes que vivíamos en esos dos días, que se prolongaron años, en esa ciudad maravillosa. Claro que a mí me encantabas y te lo dije, sin exigirte respuesta alguna, que no me la diste. Después todo cambio, nosotros mismos cambiamos cuando nos alejamos de ese lugar tan encantador… Yo he mirado el devenir de tus ojos en el sol poniente que se va alejando con el horizonte desvencijado de la vida que llevo ahora, pero no eres tú quien se me acerca, y no lo has de ser nunca más… ¿Dónde has de estar ahora inmaculada imagen irreal que otrora deglutí gustoso? Un día, sin decírtelo claramente, te dije que pronto estaría lejos y ya no nos veríamos más, ya no nos comunicaríamos. ¿Es la distancia lejanía acaso? ¿Es quizás el horizonte en que me encuentro el que nos aleja? No, las circunstancias han cambiado, y no es el lugar solamente, somos nosotros que nos fuimos alejando antes, mucho antes, de estar distanciados por el espacio que se yergue ahora entre tú y yo... El día esta hermoso para mí, además aquí en la Biblioteca no se siente el calor que reina afuera y que me golpeaba tan duramente al venir caminando hace unos instantes, quizás sea por eso, si quizás… ¿qué? No lo sé ya, no lo sé… En alguna ocasión volveré a trotar por esos caminos que nunca pise, pero por donde me movilizo diariamente sin ir a ninguna parte porque siempre los lugares adonde llego no son lugares ubicados en alguna parte… me da la impresión de estar andando por aquellas calles por donde andábamos tal vez sin saber que andábamos… Me duele la cabeza, no he hecho nada para que eso ocurra, y no ha pasado nada para que le dé origen a mi malestar… Michelle ha aparecido en este instante ante mí, está parada, mirando el amanecer, y ha alegrado mi mañana con ese jolgorio que siempre ella produce en mí. ¿Adónde partirá de viaje la preciosa Michelle? Se va de viaje sin lugar alguno definido a donde tenga que llegar, aunque yo solamente sé que parte y se le puede ver muy alegre, con su mirada puesta en el lugar donde ha de llegar que yo no sé dónde será y su mama tampoco. Y Justin, su hermano mayor, la acompaña, cuidando diligentemente de la hermanita, y gozando de los buenos instantes que la vida les depara… A cualquier parte adonde vayan, yo también iré con ellos, sin moverme un ápice de este lugar donde me encuentro, porque ellos nunca se separan de mi lado… Hoy he vagado por el mundo de las ideas y no he querido aterrizar en él, sino que me he salido yendo hacia otro mundo lejano y hermoso que encuentro dentro de mí mismo… Antes de entrar a la sala esta de cómputo, me puse a ver los libros que junto a ella estaban, y el primero que contemplé gustoso fue “Los viajes de Marco Polo”, en inglés, pero que me place más porque en este proceso de aprendedera de este idioma me resulta mucho más útil ésta que la versión en español. Muy poco he leído los días que llevo aquí, aunque mi deseo de lectura ha ido aumentando con el paso del tiempo, sin embargo aún no encuentro el nivel que tenía en Lima tantos años ha. ¿Por qué fui perdiendo paulatinamente el hábito de la lectura después de dejar la Universidad donde trabajaba quién sabe cuántos años ya? Muchas razones podrían esgrimirse, mas ahora no me interesan mucho, y aunque yo mismo me haya hecho dicha pregunta, no quiero responderla y punto… Claro que como yo suelo contradecirme, no faltará el momento en que me contradiga. Empero, no tengo ganas de nada, tampoco de escribir y sin embargo lo hago porque deseo hacerlo aunque no tenga ganas. Es como comer: uno tiene que comer aunque no tenga hambre porque de lo contrario se muere… yo no quiero morir y, menos aún, por inanición debido a la falta de lectura… porque yo vivía para leer, la lectura era mi mundo, mi refugio, mi forma de escaparme de una vida no placentera. Si pues, la lectura puede tener aspectos positivos y negativos, y no me refiero específicamente a los libros que no dicen nada, libros de evasión, propiamente hablando, sino que me refiero a los libros donde uno puede aprender mucho, y es que con estas lecturas también puede uno evadirse de la realidad. Por eso me llama mucho la atención cuando la gente considera la lectura como algo simplemente positivo, sin verle el lado negativo. Sin embargo, el que sea un refugio es también un aspecto positivo porque nos ayuda a no estar metidos en una realidad que nos lastima, o en una realidad que nos lastimó en alguna ocasión y cuyos estragos viven en nosotros hasta el ahora que vivimos. La evasión así se puede ver como un elemento positivo puesto que no es producida por la realidad de los temas que tocan los libros, sino por una realidad que nos tortura. Y la evasión, la simple evasión, permite a la gente no estar sumida en esa realidad que le hace daño, que no comprende… ¿Ya lo dije? Pues lo repito… Ahora no siento la necesidad de decir algo pronto, tengo la necesidad de expresar lo que me salga, sin que la vida me agarre a palos, como decía no sé qué autor (¿quizás Ciro Alegría?)… Los caminos que he recorrido se presentan ante mi mente. Me doy cuenta de la sonrisa que alegra mis labios, mi alma, mi vida. Y no me apresuro por volver al lugar de donde provengo… Al volver sé que encontraré todo diferente, no sé si porque esa realidad habrá cambiado o porque soy el que miro las cosas con otros ojos por ser yo quien ha cambiado…

miércoles, 20 de julio de 2016

Mirando el espejo

Walter Saavedra
 
Caminar bajo el candente sol del mediodía en New York es algo terrible. Tomamos agua a cada instante para evitar deshidratarnos. Aun así los labios se van secando poco a poco a lo largo del día y más agua todavía se necesita tomar. Las plantas del jardín precisan ser regadas con más frecuencia porque no siempre llueve en esta ciudad pletórica de rascacielos… al menos no llueve tan seguido como se deseara, aunque la verdad es que a mí no me gusta la lluvia, quizás demasiado acostumbrado estoy a la garúa martagona -con el sentido que aprendí en mi infancia de “perezosa”, que no le da el diccionario de la RAE según acabo de ver- de Lima. El verano se nos presenta como aquel título de la obra de Faulkner: largo y ardiente. He pasado un periodo –en 1979- en el norte del Perú, donde el calor es mucho mayor que en Lima, pero los días que estuve en ese lugar (Catacaos en Piura) pasaba las horas sentado ya que caminar era una tarea desmesuradamente agotadora. Eso mismo no pude hacerlo en Ica cuando recién llegué a trabajar durante el verano de 2005, allí sí también pude “gozar” aquel calor que lo hacía a uno perder la ilación de lo que estaba pensando… si algo pensaba uno. Dar clases se convertía en una de las tareas mas difíciles que se podría haber emprendido nunca, era como si el cerebro se hubiera secado completamente. Todo esto lo viví hasta que, con el paso de los años, me fui acostumbrando a ese dichoso sol y todo se hizo más llevadero. Empero aquí en New York, ciudad donde vivimos ya muchos años, es difícil acostumbrarse con esos cambios tan drásticos que hay entre las temperaturas de invierno y de verano. En este tiempo especialmente sale uno de casa en busca de los lugares que tengan aire acondicionado. Allí es cuando esta Biblioteca nos parece un jardín paradisíaco en pleno ardor del verano… El jardín, el jardín nuestro donde las flores crecen sin más freno que su propia libertad. Nuestro jardín más conocido comúnmente como la “yarda”, despierta sueños y encierra las preciosuras que guardamos en nosotros mismos quizás sin darnos cuenta. Ayer he pasado unos momentos tranquilos durante la tarde, cuando el sol no quemaba tanto ni el viento batía sus alas con la rabia del mediodía. Mi hermana Pilancha y yo hemos limpiado la yerba mala y con ellas se fueron también las falsas esperanzas concebidas al azar de realidades imaginadas. ¿Qué es lo que la vida nos depara en estos instantes en que todo pareciera levantarse lejano del cadalso donde mueren las ilusiones…? Hoy he estado contento, recordando el buen rato que pasé en el jardín, queriendo redibujar en mi alma la sonrisa que las flores han dejado impresa en mí… Esta es la época de las parrilladas que reúne a los amigos en el jardín trasero (o yarda) en medio de una amena conversación mientras se va degustando lo que los dueños de casa han preparado auspiciosamente para los invitados… Estoy tratando de conservar la misma mirada -al contemplar lo que vivo o lo que a mi alrededor se desarrolla-, de aquel que no ha tenido nada, mientras trato de pensar con la mente de quienes tienen sus necesidades esenciales satisfechas y mucho más aún, entre estos es que vivo sin llegar a ser completamente uno más, por más integrado que vaya estando a esta vida… No lo digo como una actitud de rechazo, sino porque formo parte de quienes continuamente llegan y tratan de vivir en un mundo completamente diferente al que fue, y aún sigue siendo internamente, suyo a pesar del paso de los años. Yo trato de no ser el que fui, empero contemplo que aquellos que han venido se han acostumbrado a vivir aquí, pero en la realidad de las cosas siguen también viviendo en sus propios países porque prácticamente todo lo que proviene de sus países de origen lo pueden encontrar aquí… Algunos inmigrantes se someten a privaciones tremendas para juntar algo de dinero con que presumir en sus países cada vez que regresan de visita y lo que no gastan aquí lo tiran allá dando la impresión falsa de vivir una vida regalada que no existe sino en esos viajes. Claro, no a todos los que viajan a sus países se les puede considerar igual, mas lo que la mayoría de la gente en sus pueblos o ciudades espera de ellos es precisamente esa actitud de regalo que encuentran en la mayoría y que los hace desear venir a este país buscando el paraíso que jamás encontrarán, al menos no como se lo imaginan porque aquí todo cuesta mucho trabajo y cada vez se hace más difícil conseguir donde trabajar… Los inmigrantes ilegales que he conocido viven muy apretadamente porque precisan enviar dinero a la familia que dejaron en sus lugares de origen, o para construirse su casa allá o, incluso, para poner un negocio cuando les llegue –piensan que más tarde o más temprano- el momento de regresar debido a la situación irregular que tienen… Ahora, los centroamericanos, especialmente, que están llegando -o enviando a sus hijos solos o con alguna compañía familiar (tíos o los mismos coyotes)-, lo hacen con la idea de que el estado se hará cargo de ellos y no los deportará, por eso se dan los abundantes casos de inmigrantes ilegales que llegan con la exclusiva finalidad de cruzar la frontera para entregarse en manos de los agentes de inmigración de este país puesto que suponen que recibirán la residencia de inmediato y con ella todos los beneficios de ayuda económica que esperan ilusoriamente obtener… He comenzado hablando del calor, del jardín y he terminado hablando de los inmigrantes. En realidad toda mi perorata habla de estos últimos y su mundo, que es mi propio mundo… Los hijos de los inmigrantes que han venido muy pequeños o han nacido aquí, tienen ya otra forma de ver las cosas y, de alguna manera, se han ido desprendiendo –en mayor o menor grado, aunque no completamente- de las costumbres de sus progenitores. Algunos de ellos no hablan la lengua de sus progenitores y el asunto es más acentuado aún con la tercera generación…

viernes, 15 de julio de 2016

Truenos en la tarde

Los truenos han saltado terriblemente en esta tarde que anuncia una noche con mucha lluvia. No había escuchado algo igual desde que estuve viviendo en Huancayo, en la serranía del Perú, por allá por los años 75 del siglo pasado. Generalmente las lluvias estallaban, en medio de los truenos, en las tardes y, para esperar que pasaran, uno se metía al cine a ver lo que estuvieran dando en ese momento. Los cines se llenaban con la gente que huía de la lluvia...  En el borde de la esquina, donde constantemente tu presencia se deja sentir, estoy sentado, esperando lo que no ha de venir, pero lo espero porque no importa que no venga, yo sé que algún día será mío, incluso en la ausencia de todo lo existente. He hecho lo que debía hacer, pero no como tenía que hacerlo. Y me encuentro, en este instante, rememorando aquello que ha pasado ya no hace ni un par de horas, pero que a mí se me antoja ser toda la eternidad… Me he sentado en una mesa de la biblioteca esperando que se quede libre una PC, y en la mesa donde estuve, encontré dos libros que me llamaron la atención. Eran de la autoría de Jack London: “Colmillo Blanco”, que ya he leído y que incluso lo volví a leer con mi hija menor cuando ella estaba estudiando en la escuela porque le dejaron como asignación leerlo. La ayudaba en la lectura, que yo hacía en voz alta.  El otro libro no lo conocía, a pesar de haber buscado y leído, muchos libros de este autor allá en Lima, hace ya muchos años. Este libro, del cual estoy hablando ahora, es una colección de varias obras que se llama “Las Mejores Narraciones.” Comencé a leer esta colección. Me agradó mucho la narración que se encontraba en la parte en que abrí el libro. Es muy hermoso el lenguaje de London. También el tema comenzado a leer me agrada mucho. Hace mucho, desde que llegué a este país, no leo libros en español. Todos los que he leído han estado en inglés, no porque no hubiera libros en español, sino porque me había propuesto practicar el inglés con la lectura. Ahora que el Quijote lo he saboreado un poco como quien no quiere la cosa, leyéndolo en algunas partes que llamaban, por algún motivo, mi atención… Siento un dolor inquietante en mi cabeza, no llega a ser terrible, pero lo que sí es, es molestoso. Ya me pasará, me digo, con no mucho convencimiento. Ya me pasará. ¿Y si no pasa? ¿Qué? Haré de tripas corazón, como dice el dicho, y esperaré llegar a casa para tomarme unas aspirinas. Esto siempre ayuda. Si no, dormiré un rato. Aunque en la mañana yo no puedo. Antes dormía perfectamente en el día porque me pasaba las noches despierto. No podía dormir en las noches. Ahora, que duermo bien en las noches, me es imposible dormir en el día. Y como que extraño mis épocas en que tenía el sueño trastocado. Me sentía mucho más tranquilo. La noche era enteramente mía. Podía leer tranquilamente, sin apuros, sin que nadie me molestase, gozando del momento, sorbiendo cada letra que el libro me brindaba generosamente. Uno cambia con el tiempo. No se tiene más remedio que cambiar. Mariátegui decía que él no había cambiado sino que había madurado, pero lo cierto es que toda maduración implica un cambio real, se lo quiera admitir o no. Ah, Mariátegui! Leí todas sus obras cuando aún estudiaba en la Universidad de San Marcos. Mucho tiempo después descubriríamos, con mi amigo Ricardo Melgar, que esas obras habían sido adulteradas, en buena proporción, por el editor, queriéndolo o no queriéndolo, haciéndolo el personalmente o quizás fuera obra de sus subordinados sin que él se diera cuenta, lo que no aminora su responsabilidad. Cosas de la vida… Ahora estoy muy lejos de la vida que llevaba cuando vivía en Lima. Ya la docencia no es mi ocupación. Pero con gusto volvería a enseñar si tuviera la oportunidad. Aquí me he visto obligado a trabajar en menesteres completamente alejados de lo que fuera mi actividad principal en Lima. No es un caso raro. Todos los que vienen a este país corren la misma suerte, hasta que pueden abrirse camino en su especialidad… o se acostumbran a hacer lo que han comenzado y ya no quieren abandonarlo… Sin embargo, mi profesión no está ajena a todo lo que paso, a pesar de no trabajar formalmente como Antropólogo, sí estoy haciendo antropología. Claro, habrá quienes dirán que eso no es cierto, que lo digo como una especie de consuelo para poder justificar la vida que llevo, pero eso no es cierto. Bueno sí, quizás haya también búsqueda de justificación, no lo puedo negar, pero lo cierto, lo realmente cierto, es que la Antropología es así desde el inicio de su existencia formal, con la filosofía griega… Hija, ¿te acuerdas de “Colmillo Blanco”? No se me pueden ir de la mente los bonitos momentos que pasamos cuando eras niña y leíamos el libro. No se me pueden borrar de la mente los instantes en que jugábamos tú, tu hermana mayor y yo, el juego de inventar historias creadas a partir de una palabra que otra persona (de entre nosotros, por supuesto) decía.  Fueron bonitos momentos esos. Estrechamos mucho la relación existente. Quiero llevar estos libros a casa y leerlos tranquilamente en la quietud de las horas que se desplazan jugueteando con mis sienes. Los leería con inmoderado placer, recordando aquellos tiempos en que estábamos juntos. Años que bordaron nuestra relación tan estrechamente que ahora pareciera como que aún la estamos viviendo… Me acuerdo también de los tiempos en que leí la obra completa de William Shakespeare. ¡Qué placer tenía en paladear esos textos! Eso ha hecho que me los compre en su idioma original: el inglés. Claro, aún no la he leído, pero ahí está, al alcance de la mano para cuando esté en vena y la comience a leer con la tranquilidad de los días que vayan corriendo en la vida que hoy llevo... Muchas ideas visitan mi vigilia. Algunos son recuerdos hermosos. Otros los he olvidado para no recordarlos más. Dicen que no somos nosotros quienes buscamos lo que nos acontece, sino que son las circunstancias, las ocurrencias, el ser de todas las cosas y momentos que vivimos, los que nos buscan a nosotros. Yo ahora solamente repito lo que he escuchado decir… Ha dejado de llover. El calor se siente menos. Estoy en casa. Hace mucho que he llegado. Ahora tengo que dormir un rato... es decir, hasta mañana.

Walter Saavedra.

jueves, 14 de julio de 2016

Y es el recuerdo de lo vivido

Walter Saavedra

Y el recuerdo de todo lo vivido, se empoza como un charco de culpa en la mirada (Cesar Vallejo, citado de memoria en tono prosa…).

He llegado a casa temprano, con la cabeza que me explota. Quiero descansar un instante… Ha pasado todo un año en solamente unas horas. El hermoso sol egipcio que contemplo ahora me reconforta… Ya es otro día, ahora me iré un rato a la Biblioteca y veremos qué es lo que podemos escribir. Mi mente está más tranquila, los minutos se desplazan indolentemente por mi cuarto. Nos vemos más tarde… He llegado a la Biblioteca. El camino ha sido como andar encima de brasas candentes en el desierto del Sahara, en donde si bien no existen brasas el mundo arde como si las hubiera. Y eso que aún no hace tanto calor aquí en New York, no obstante el verano se impone con ferocidad inaudita. Y lo más cómico es que ya no sé qué es lo que deseaba decir en estas líneas que poco a poco se van dibujando en los marcos de mi mente... Eso es: quisiera hablar de lo que siempre hablo, de aquello que está indeleblemente grabado en mi memoria, sin embargo recién ahora me doy cuenta que… que ya no tengo nada en mi mente y que he olvidado todo lo que quería recordar. Empero algo saldrá en estos minutos en que estoy frente a esta computadora de la Biblioteca, que me hace cómicas muecas… Acabo de fijarme que tengo algunas cosas guardadas con las cuales no quería empezar, empero ahí están, y aunque se encuentran a la vista yo no quería verlas ¿por qué ha de ser? Como quiera que sea, no las borraré sino que las pondré después de que escriba algunas cosas y las haré coincidir o… también puede que deje que se vean como un parche en un pantalón viejo, justo como Cantinflas… Ahora mi mirada abarca las visiones añejas, aquellas que se obstinan en no dejarme, aquellas que me acompañan cuando camino por las sendas heridas por el asfalto. ¿Cuánto tiempo ha pasado en mí desde que viviera el último día que fue ayer? No lo puedo calcular. Solamente sé ver los rostros adustos que se ciñen al despertar de los nuevos días, como para decirme que ha llegado el momento de terminar con lo que jamás he comenzado y que ya he olvidado, así que como no sé qué es lo que es, tampoco puedo hacerle caso a esos rostros que claman surgiendo de los espejismos que atormentan a Harry Haller en sus días más soleados. Sí, recuerdo el primer día que estuve en Ica, recuerdo el sol, ese sol que me aprisionaba entre sus garfios candentes, ese sol que no dejaba ni pensar… aquí no he llegado aún a sentir dicho calor, por suerte. Sin embargo, aun así, la vida se va angostando en los decibeles mustios de lo que no queremos contemplar. ¡Olvidaré pues lo que no recuerdo…! Es un tiempo bonito el que vivo mientras caminamos por las sendas desapercibidas capturando imágenes que quedan en nuestro rededor. ¿Viste los cielos despejados de lejanías que se bañan de recuerdos en este instante en que estás presente y no te encuentras? Ya no sé cómo te llamas, pero te recuerdo muy bien… y recuerdo también tu nombre. Tú y yo vamos despejando las sendas con los ojos de quien ve lo que los demás pasan por alto. Deambulamos sin destino cierto en estas calles que esconden los escombros de los recuerdos más preciosos. Ruinas, solamente ruinas se levantan en los agrestes lodazales de la ilusión desvanecida. El mundo de ultratumba se vino abajo y nosotros lo íbamos recorriendo capturando la desgracia de los muertos en imágenes que ya no sé dónde están, pero que algún día veré nuevamente… Y aquí, en mis ojos nocturnales estás vibrando cuando contemplo tu faz sonriente. ¿Recuerdas la cantidad de fotografías tomadas mientras caminábamos juntos por aquellos senderos de ilusión desvanecida? Nos internamos en las ruinas de la ciudad yacente, aquella que una vez mostró su belleza desvelada. Y yo me pregunto, ¿por qué escribo lo que escribo solamente hay vacío en el contorno de la esperanza…? Tus dos cámaras profesionales no pueden competir con la impulsividad de mi pequeña cámara de aficionado porque cada quien adora lo que tiene o lo que desea intensamente en el momento del adiós… ¿Adiós dije? Pero si ni siquera he pronunciado el hola de rigor… Me duele la cabeza de hablar tanto lo que sigo callando. ¿Quién podrá entender mis desvelos mientras duermo profundamente en los brazos del olvido que se llena de recuerdos…? Tengo ganas de borrar todo esto que he escrito, pero me contengo porque debo contar lo que siempre he de callar, aunque hable sin decir nada. Sí, haré como hacía Cantinflas cuando quería explicar lo que el mismo no comprendía y los demás tampoco, pero así, con palabras ardientes aunque incoherentes se entendían muy bien y nadie pedía explicaciones porque nadie se las iba dar…Te veo callar, ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas que callada estás? Estamos sentados en la mesa. Una y otra vez visitamos los lugares donde nunca jamás hemos estado, ¿lo recuerdas? No hemos regresado a la ciudad donde nos conocimos porque esa ciudad no existe... Ya no habrá más paseos por los sueños invernales de un verano imponente… ¿Recuerdas el momento cuando nos presentaron? Yo te dije simplemente hola. Tú me mirabas de una forma muy rara. Me enteré que leías todo lo que yo escribía en internet. Conocías mis escritos, sabías de mis andadas de internauta, pero no fuimos amigos virtuales… Me duele terriblemente la cabeza. He conversado con la dama de los olvidos y no recuerdo las cosas que dije. ¿Cuál es la importancia de las palabras mientras uno guarda silencio? Aquí estás, ¿viste? Estás sin haber venido. Aquí estás llevando el sudario de la eternidad fenecida. Y yo quiero olvidar, pero no puedo… Hoy he salido de casa más temprano que otros días. Nada nuevo se presenta en aquellos lugares que siempre recorro. Son las mismas casas, los mismos árboles, el mismo silencio atronador. Aquí en la Biblioteca el silencio no es tan absurdo como el que existe en los sueños inexistentes de una alborada que surge más allá del horizonte. Es hora de partir nuevamente. Más tarde volveré a leer estas cosas que quién sabe qué significaran. Mientras tanto… no siento los malestares que me aquejaban ayer. Es un buen momento para dejar esto… Y lo dejo pues, lo dejo.

Los amaneceres del alma en esta noche silente

Walter Saavedra
15 de junio de 2011

Las voces que ayer gritaban guardan en estos días un silencio atornasolado. Las noches cubren con su alegre manto sueños que bendicen los amaneceres del alma… Cuando más ajena estás a estas líneas es cuando más me dirijo a ti, sabiendo que solamente habré de encontrar ausencia. Son extraños los instantes que ajenos están a los días que nos atan. Sin embargo, marchamos insomnes hacia el gran día, que es el día de nuestra resurrección, la resurrección de quienes no han muerto todavía. Por eso, esta noche en que mis palabras apilo, te has ausentado para mostrarte más cercana aún, mucho más cercana que cuando estando no estás. Estoy crucificado en los maderos del silencio que surgen de tus lágrimas ausentes. ¿Dónde fueron a parar los sueños que hemos tenido no teniéndolos? Estoy luchando sobre dos maderos surgidos de tus palabras silentes. No quiero escuchar más. Demasiado te he escuchado durante el tiempo que has estado ausente. Mis labios no saben sino escuchar los besos que no me has dado. También escuchan los silencios mi beso escondido en un ayer que jamás existió. Yo sé que no estás porque no quieres alejarte de quien está ajeno a tu vera. Por tu pena he colegido que estás contenta. Los labios sellados de tu corazón son mis propios labios, distantes de mí mismo. Sé bien que nadie podría haber soportado, como yo he soportado, las ausencias que han existido todo este tiempo que no has existido. ¡Tantos han sido los años que no te he visto en estos segundos que han pasado! La vida, al darse cuenta, ha llorado. Me ha abrazado tiernamente… Tomando tu mano, aquella que jamás he tenido entre las mías, camino quedito hacia aquel lugar que desconozco. Me doy cuenta que hay algún viernesanto en este miércoles que me atrapa con tu frialdad. Pero lo siento más dulce que ese beso que no me diste. En esta noche rara en que se ha convertido la tarde, noche que tanto no me has mirado, noche en que estás tan ausente como siempre, he visto que la muerte se ha alejado de mi vida. He visto también que tu rostro ha estado alegre como está siempre que no lo veo. Me he reído de buena gana mientras tu voz cantaba aquellas canciones que juntos jamás hemos entonado. Son canciones que nos unieron en ese nunca que es nuestra vida. He tenido en mi interior tu voz como si fuera un hueso dentro de mi hueso. En esta noche, que aún se mantiene despierta, de mi interior surge un junio que florece tiernamente mientras se ha oficiado el ritual áspero de tu ausencia, mientras mi vida ha tenido una segunda caída sin existir una primera y llevo clavado en el pecho el más humano dolor sin haber tenido alegrías. No he recibido el beso que nunca me prometiste pero que tan bien hemos saboreado. No miremos hacia ese atrás inexistente. Tenemos todo el futuro por vivir. Lo viviremos mientras podamos. Aunque no podamos lo viviremos. Sé muy bien que no moriremos en los días que quedan por venir. Estaremos unidos en el adiós que nadie nos ha dedicado. Ni nos lo hemos dicho nosotros que jamás pronunciamos un hola. Los dos juntos, muy juntos, estaremos cuando llegue el momento de partir, el momento de la llegada, el momento del encuentro… He mirado tu rostro mientras iba escribiendo esto sin poder verlo siquiera. Cierro tu fotografía para mirarte con el corazón. De esta manera se irá secando aquello que jamás ha existido, aquello que nunca tuvo lugar, aquello que somos tú y yo mientras nos amamos a pausas, bulliciosamente, con la ternura que surge de nuestra excelsa unidad nunca transformada en amargura. Sé muy bien que todo lo ignoro. Pero no importa: es bueno no saber lo que es mejor no saber. Cuando la vida toque a nuestra puerta, como la está tocando ya, habrá tocado también nuestros corazones, Se alejará de nosotros toda sombra surgida cuando no había motivos. Nuestros labios se unirán como siempre. Nos alejaremos de la vida de los difuntos, vida que jamás vivimos. Ya no habrá sueños despedazados. En los días que estemos juntos no habrá más reproches ajándose en tus ojos benditos. Yo sé que ni la vida ni la muerte sabrán de nosotros. Estamos por sobre todo lo existente. Estamos sobre todo lo que no existe. Volveré a caminar tomándote de la mano. En una sepultura enterraremos los magros momentos inexistentes de la distancia. Allí estarán por siempre jamás. Y, juntos, nos dormiremos...

LA ALEGRIA DE LOS BOSQUES

2 de julio de 2011


“Un pájaro ubica su casa en lo frondoso y profundo de un bosque (...) Sabe y conoce su oficio de encantador del viento. Y lo cumple a cabalidad, sacando a relucir para ello toda la maestría de su ingeniería de vuelo y toda la eternidad que se acuna en su breve paso por la tierra (...) En la línea sencilla de su existencia guarda la clave de todos los misterios y el mágico enjambre de la vida.” (Mery Sananes).

¡Excálibur! Después de algún tiempo te escribo estas líneas. ¿Ha pasado el tiempo acaso? Dicen que estamos distanciados solamente porque no estamos juntos… No tienen razón quienes esa razón alegan. Quiero decirte Excálibur que aún me encuentro lejos pero estoy pensando mucho en ti. Sé que estás a mi lado a pesar de la distancia que nos separa ¿acaso nos separa? No, no hay distancia alguna entre tú y yo… solamente hay cercanías, simplemente cercanías. Mientras concibo la ensoñación que me lleva a tu lado, te he visto llena de emoción. Estás con el rostro rubricado de estrellas rutilantes. Al contemplarte, he visto también, Excálibur, el hermoso volatineo que se abre paso en los confines de mi alma. Es un pájaro diligente, Excálibur, el que contemplo cuando te contemplo. Es un pájaro lleno de vida. Es un pájaro que soy yo mismo buscando el sereno latir de tu corazón amoroso. Yo sé bien que eres un ave que vuelca su sabiduría en este cielo que ahora está pletórico de estrellas que cantan la alegría de vivir, alegría que se ubica dentro de tu ser más nítido, dentro de tu ser más profundo, como eran aquellas estrellas que alegraban mi alegría de niño. Aun tengo conmigo la armadura de piedras mágicas que me diste Excálibur, aún la tengo conmigo, y la uso cada vez que quiero luchar contra los males que inoportunan el alma cuando uno menos lo piensa. Pero vives conmigo permanentemente y eso me permite luchar mejor utilizando la hermosa armadura que me diste. Te he escuchado, Excálibur, conversar con la Dama del Lago, que eres tú misma, y me he sentido alegre de saber que te me diste completamente cuando a mí llegaste siendo espada. También te he visto llevar a tu casa a un ave, y he sentido que me llenaba de alegría sabiendo que ese pájaro soy yo mismo, que comienzo a emprender el vuelo hacia la vida, aquella vida que me espera donde voy, donde estoy ya llegando para unirme contigo. He de partir, me he dicho, Excálibur, he de partir volando y sumergiéndome en lo frondoso y profundo de los mares que se han transformado en bosques gracias a ti. Y vivo cantando las alegrías de esos bosques… Vivo cantando la alegría del bosque que me contiene, conteniendo también todas las bellezas de la vida sin la muerte, no ignorando que la muerte es parte de la vida. Desde allí, donde me encuentro, está palpitando el sereno corazón que me ha dado su vida -¡tu corazón Excálibur!-, y que está donde la nieve inmaculada de tu recuerdo, eleva su cima hacia la senda de rayos enhiestos que jamás dejarán de ser vida en la vida. La blanca nieve no ha perdido su belleza. Tampoco mi vida está oscurecida por los frígidos vientos que pretenden negarnos la alegría de ser quienes somos. Mientras el sol esté anidando en nosotros, Excálibur, nuestra vida no estará regida por la ley de las estaciones, sino por la ley del amor y de la amistad, que es el mismo amor aunque sea diferente. Quiero marchar hacia ti sin sentirme entristecido por sueños no conseguidos: hacia esos sueños marcho. ¡Qué de nuevas estructuras laten silentemente en el fondo de nuestra siempre efímera tristeza! Ya sé que vivimos gracias al cariño de quienes en nosotros han depositado vida llena de esperanza, porque por la fuerza de la lluvia la siento caer en mi corazón. Sé también que la alegría está presente y esperándome contigo y sin ti Excálibur. ¿Dónde han quedado los tiempos aquellos en que miraba hacia adelante y no veía sino pasado? No sé dónde están, ni quiero saberlo ya. Sólo sé que hubo una época -¿la hubo? ¿realmente la hubo?-, en que yo marchaba hacia atrás pensando estar yendo hacia adelante. Esa época ya no volverá más, sé que no ha de regresar nunca más Excálibur. De los jamases que se han hecho los nunca se llenan los pasados que estoy dejando. Ahora marcho hacia las colinas llenas de miles de bosques frondosos y manantiales cristalinos. Me esperan allá, donde estoy yo mismo esperándome puesto que tú estás ya allí Excálibur… ¡estás ahí! ¿Has visto que un ser como yo -que ya me he convertido en ave canora como tú eres y porque tú eres-, va yendo alegremente por la estructura de las ramas del mundo, va yendo como si estuviera caminando por la dimensión de hermosa de sus nidos fantásticos? ¿Sabes que he estado pensando en los días que han de venir y no puedo sino reír contento al conocer que los sueños más hermosos se presentan acogiéndome mientras me dicen que serán todos míos en los confines de la realidad mientras yo sepa ser paciente y camine decididamente hacia donde el sol se pone? Emerjo en la mañana porque a la matina pertenezco. Allí es donde empiezo mi vida. Pero para comenzar en esa hora matinal debo antes marchar hacia el ocaso. Yo soy como el ave canora que vuela alegremente buscando sueños renovados porque conoce que su oficio es el de ser encantador del viento, de ese viento del que estamos todos nosotros ahítos desde que nacemos y que no nos ha de abandonar ni en el momento más intenso de las más frígidas heladas. Yo sé bien, Excálibur, que mientras seamos como las aves canoras -que vuelan significativamente en el eterno azul de nuestros corazones y cumplen su papel de hermoseadores de la vida porque ellos son dadores de fortuna-, estaremos felizmente unidos, en ese destino que los seres amados cumplen a cabalidad. Las aves cumplen su sino sacando a relucir su ingeniería de vuelo y la eternidad que se acuna en su breve paso por la tierra. En esa brevedad se encierra la eternidad de la alegría que nos contiene y que se dispara hacia el infinito azul de un futuro cierto. ¿Será por eso Excálibur que el ave canta tan alegremente? En la línea sencilla de su existencia, existencia que no tiene misterios y nos permite adivinar que guarda la clave de todos las ensoñaciones que nos han encerrado en una niñez prolongada hasta nuestra tranquilidad actual. Es allí donde radica el mágico enjambre de la vida, aquella vida que nos ha mostrado que en la tristeza de los momentos difíciles se encierra la alegría de un devenir que se potencia y fructifica en la resolución de aquello en que nos hemos convertido cuando seguimos siendo los mismos de siempre. Seguiremos, Excálibur, cantando a la vida. El ave canora nos mostrará el camino cierto de la vida incierta, aquel camino que ya conocemos. Así, veremos nuevos horizontes. Así el ave seguirá siendo pájaro, como quisiéramos nosotros, alguna vez, serlo para poder genuinamente ser lo que ahora somos. Esa alegría me llena de gozo en momentos que escucho al ave que no está conmigo pero que canta a mi lado. Sé que es la voz que vive en lo frondoso y profundo del bosque en que se ha convertido mi corazón anhelante, Excálibur.

Los ojos que ven lo que no ven...


Walter Saavedra

 Cuando los ojos se abren desmesuradamente ante los encantos de una dama adorable, nuestra mente viaja hacia los destinos no soñados de lontananza. Quiero mirar otros horizontes llenos de azules que brillan en los lugares donde el sol se pone, quiero mirarlos con los ojos cerrados por los arrullos de una voz que musita canciones de amor… Hoy me siento muy decaído. He estado hablando de los cementerios, del Quijote y no sé de qué cosas más que me llenaron de tristeza… Me encuentro tratando de dejar atrás todo lo que ha quedado en el pasado, aun cuando siga existiendo en este momento preciso en que escribo y no sepa realmente qué es lo que estoy diciendo. Pero ¿qué ha de ser de la simiente que ha sido colocada en la profundidad de la tierra donde esperamos fructifique mientras que el tiempo pasa insensiblemente sin que nada brote de la esperanza incierta? Ya no hay simiente, nunca la ha habido, solamente existen escarceos y devaneos sin fortuna en este instante en que escribo que fue ayer, que es hoy y quizás sea también mañana. Como don Quijote, yo también he abierto los ojos al fin, justo antes de morir para renacer rejuvenecido, me arrepiento de todo aquello que no tiene razones para arrepentimiento y marcho hacia el final no buscado ni deseado pero que se presenta sin dar lugar a evasión alguna. La vida no sigue igual sino que comienza nuevamente, continuando lo ya vivido de una forma diferente. ¿Puedo decir que ya no soy el que soy y, siendo así, no puedo continuar adelante con la vida alocada no tenida y que se termina sin haber llegado a su fin? Un día nuestros ojos se cerrarán buscando sones internos intensos, tratando de encontrar las palabras no dichas o… sí, sí, sí dichas aunque ignoradas por quien se despega de los horizontes llenos de luz que se yerguen en el poniente. Los ojos se vuelven ciegos y no ven absolutamente nada en medio de esa luz que se torna cegadora y donde quiero vivir, pero no puedo porque mi voz trémula guarda un silencio empecinado que se pierde en la espesura de los trópicos paradisíacos… ¿Qué hacer con quienes escriben sin sentir lo que dicen, pero expresando lo que su mente va especulando en la observancia de aquello que intenta ver sin alcanzar a vislumbrarlo en lo más mínimo? Hoy he visto lo que no veo dentro de tus ojos  puesto que no quieres verme cuando estoy cerca de ti. Hoy he visto lo que no observo en tu voz cuando guardas silencio ante mi silencio. Hoy he visto lo que no puedo alcanzar a comprender en tus palabras que brotan desde los intersticios del pasado que me pregunto si alguna vez existió… Me queda la idea de que un día el poniente será amanecer y que de tu corazón brotarán rosales de luz que han de inundar los sentimientos de quienes buscan cobijarse en tu pecho, pletórico de despedidas y se también que no seré yo quien encuentre refugio en tu seno contrito. ¿Quién eres tú que te despides sin desplegar tus labios ausentes de la aurora boreal que veo llegar mientras te alejas? Nunca estuviste a mi lado, aunque puedo jurar que te vi muy cerca de mis ojos, y estuve henchido de emoción sosteniendo tu mirada azulada que no era azul. Fue entonces cuando el día soñado abrió sus pétalos completamente, abrigando los labios de aquellos que no dijeron jamás nada incluso cuando tus palabras inundaron sus (mis) sueños ignorados... La luz prosaica llega a mí a través de la ventana que siempre se encuentra a la izquierda en esta sala de las computadoras, el jardín que ríe contento me muestra su verde esplendor y yo estoy escribiendo lo que jamás he de conocer porque no deseo decir nada aunque la voz se me quiebre en medio del boyante silencio que se desborda en la sala donde me encuentro, en esta Biblioteca de Jackson Heights adonde acostumbro llegar cada día… He descubierto al fin que no hay mañana. Sé pues que no habrá más mañanas… es lo que me digo a mí mismo pretendiendo ignorar lo que exclamo estentóreamente a cada momento sin que nadie se percate de que mi voz atruena el recinto donde me encuentro… La gente no presta atención a lo que yo pienso, pareciera que solamente hubiera silencio en donde mis pensamientos se aposentan sin llegar a salir violentamente de mis labios. ¿Y yo de qué me duelo, si de algo me duelo? En realidad me siento tranquilo, pero no alcanzo a comprender el porqué de esta tranquilidad que siento y yo sé bien que no detento… Quizás todos no seamos sino fósforos cautivos que esperamos el instante en que nuestro fuego ha de manifestarse, esperando no arrasar con sus ardientes brasas todo lo que se le pone en frente. ¿Por qué Cesar Vallejo viene a mi mente cuando me acuerdo de la revista que yo sacara otrora en San Marcos y de la cual no existe ya ejemplar alguno que hable de su existencia? Tanto trabajo para sacar unas simples páginas mimeografiadas que hoy se pierden en el olvido. Claro, me gustaría saber qué era lo que yo decía. Todos aquellos que se unieron a ese proyecto han seguido su propio trayecto intelectual. Yo me alejé de los arroyos donde bebía las aguas de la esperanza fenecida… Hoy es otro el momento, otra la vida, otros los sueños que a seguir adelante me convidan. Hoy, en este día que tambaleantemente se apodera de mí, me siento morir aunque prevalezcan los deseos de vida en mi ser tambaleante… Con los recuerdos vienen también las memorias de las chicas que me hacían vibrar inquietantemente. ¿Ya nada de eso existe? Bueno es mejor que haya dejado de existir si todo ha terminado. Ahora reconozco que sólo soy cenizas, cenizas de las que espero levantarme indemne siendo el mismo aunque sea completamente diferente al que una vez fui. Nuestra mente no deja de viajar hacia los senderos que se abren en lontananza en medio del horizonte que me forjo día a día. La luz se impondrá siempre incluso en la oscuridad de las noches y la claridad seguirá su camino hacia los esplendores que la otrora juventud ya no le traza en los sueños esperanzados del ahora…

miércoles, 13 de julio de 2016

Fantasías y realidades: don Quijote

Walter Saavedra.
 
Ahora brilla el sol esplendorosamente a través de la ventana de mi cuarto. Como don Quijote, aunque sin su valor y sin Rocinante, espero el momento de salir hacia donde me lleven mis pies... He despertado de un sueño interminable y no termino de creer que eso me haya sucedido. En estos tiempos las personas que han pasado la edad de la vida centelleante no despiertan de los sueños otrorales en que se ven sumergidos, sino que se hunden mucho más en ellos. Hoy Febo canta con la aurora y yo no he salido hacia el Campo de Montiel, que desconozco, sino hacia la calle donde vivo. No puedo seguir tus pasos don Quijote porque no tengo ni siquiera un rucio que haga de mí al menos un tu escudero… Nada es más verdad que la verdad que construimos con las fantasías de la aurora eternamente desplazada dejando a don Quijote en la oscuridad del alba que se esconde en la historia de los Campos de Montiel porque él sale a cobijarse en los sueños felices que proporcionan su lucha contra la Santa Inquisición, entidad que cobija la masacre de San Bartolomé que tan acertadamente recuerda Andresillo y donde tantos hugonotes son masacrados (1572) sólo por pensar diferente, con el jolgorio irrefrenable del Papa Gregorio XIII y el contento de Felipe II (rey de España). Es esa misma Inquisición la que pretende también matar las ideas de Giordano Bruno (1600), el preclaro pensador matinal… ¿En qué se parece la quema de los libros (el auto de fe) de Bruno a la quema de tus libros ilustre godo, esmerado Caballero anticortesano? En uno la Inquisición pretende matar el bien, en el otro el buen cura Pero Pérez quiere matar los malvados libros de caballerías a los que tan aficionado es el emperador Carlos V… Ah, pero no te has olvidado don Quijjote del así llamado último Caballero Medieval, de ese lector voraz de los libros de caballerías. Sí, se trata del mismo Carlos V que, sin estar presente, logra derrotar a las Comunidades Castellanas en los campos de Villalar en 1521. Rememorando y tomando desquite de esta fecha don Quijote tú decides utilizar las armas de tus abuelos cuando decides hacerse caballero andante... ¿y no es esa misma imagen la que da vida en los libros de aventuras a los caballeros que luchan en las cruzadas en las órdenes de caballerías que entonces se crearon? Sí, sí, así es, yo lo creo... Pero ¿por qué decides don Quijote crear una nueva orden de caballería existiendo ya tantas en tu tiempo? Para ser miembro de una orden se debe ganar el derecho en la lucha, no antes y son entidades que hacen el bien. Mas ¡Carlos V es nombrado miembro de la orden del Toisón de Oro cuando apenas tiene sólo un año de edad! Y todas las órdenes que se crean en el contexto de las cruzadas pierden posteriormente su razón de ser, por eso tú tienes que crear una nueva en la cual puedes levantar tu brazo invencible para hacer justicia en ese mundo en el que te toca vivir (detestable Edad de Hierro le llamaste) donde la injusticia es el pan de cada día. Ni los miembros de la Orden de los Hospitalarios de San Juan, creada por la orden de Cluny, son caballeros, se han convertido en inescrupulosos cortesanos agrupados posteriormente bajo la Orden de Malta que Carlos V protege, siendo un sector de los benedictinos que deforman los postulados de San Benedicto, en cambio los Templarios, creados por la Orden del Cister, son combatidos después delas Cruzadas hasta hacerlos desaparecer por orden papal. Quizás por esto es que Alfonso el Sabio crea la orden marítima de Santa María de España (conocida como la Orden de la Estrella), bajo el reglamento de los monjes del Cister (aunque dura poco tiempo al integrarse luego a la Orden de Santiago, también del Cister) y tal vez por ello también don Quijote creas una nueva orden atacando duramente a los sacerdotes de Cluny, empero no atacas a toda la Iglesia, por cierto, porque ahí está tu querido amigo el padre Pero Pérez y por supuesto que no hay ironía alguna cuando señala que es un “hombre docto graduado en Sigüenza” porque esta Universidad es creada bajo el auspicio y protección del arzobispo de Toledo el poderoso Cardenal Mendoza, quien es al mismo tiempo obispo de Sigüenza. El Cardenal Mendoza es miembro de una familia de tanta nombradía en la vida cultural y política de Castilla. Tenemos entre sus miembros a María Pacheco (sobrina nieta del Cardenal Mendoza), conocida como la Leona de Toledo, luchadora de los derechos de las comunidades de Castilla que fueron derrotadas en Villalar por las fuerzas del emperador Carlos V… Oh tú magno Diego López II de Haro llamado el Bueno y también el Malo, a quien don Quijote hace alusión muy claramente y con quien se identifica, quizás tanto o más que con Alonso Pérez de Guzmán conocido como Guzmán el Bueno… Tras ser destruida la población de Alarcos en la batalla de Alarcos, los supervivientes son trasladados a un lugar próximo llamada Pozo Seco de Don Gil donde renace como nueva capital por orden de Alfonso X el Sabio y quien la nombra Villa Real, siendo ésta la que más tarde pasa a ser la actual Ciudad Real… Alarcos es la parte del campo de Montiel donde los castellanos son derrotados (1195) y donde Diego el Bueno y el Malo interviene, para después participar victoriosamente en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), en donde la Orden de los Templarios tiene una destacada (algunos dicen que decisiva) participación… ¿Es posible señor don Quijote que salgas por el campo de Montiel y luego vayas a Sierra Morena siguiendo el itinerario de Diego López II de Haro de Montiel a Las Navas de Tolosa…? Tus aventuras son narradas en una novela donde –como es natural- la fantasía tiene su instancia primordial, entonces la realidad geográfica puede no contar gran cosa y se puede ir de un lugar a otro sin respetar tiempos, espacios o situaciones. ¿Por qué Alfonso el Sabio destaca tanto la batalla de Alarcos y le confiere su protección al lugar –Villa Real- donde llegan a vivir los sobrevivientes de la derrota…? Montiel  es originalmente conquistada por Alfonso VIII, aunque luego caiga bajo el dominio de los árabes, para ser después conquistada definitivamente por Fernando III. Fue él quien entrega la villa de Montiel a los caballeros de la Orden de Santiago para protegerla… ¿Y qué decir del flamenco –de Flandes- Adriano de Utrecht, quien derrota a las comunidades de Castilla en nombre de Carlos V y luego es nombrado por influencia de ese mismo emperador como Papa -Adriano VI- como premio por sus servicios? Nada pues, la astucia puede ser más poderosa que la fuerza… Como don Quijote -que se viera obligado a crear una Orden de Caballería para luchar contra la ineptitud e inoperancia de las órdenes existentes en España-, quienes luchan contra la opresión del imperio español durante el siglo XIX, se ven obligados a crear, a tu imagen y semejanza, una nueva orden de caballería llamada la Orden Lautaro… Ay don Quijote, me he movido desordenadamente en un mundo que no es el mío llevado quizás más por la fantasía que por la realidad, y no quiero poner orden en lo ya escrito porque sé que habrán nuevos amaneceres y más salidas adonde nos han de conducir tus pasos inmortales invicto caballero.
East Elmhurst, New York, United States

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