NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


jueves, 14 de julio de 2016

Y es el recuerdo de lo vivido

Walter Saavedra

Y el recuerdo de todo lo vivido, se empoza como un charco de culpa en la mirada (Cesar Vallejo, citado de memoria en tono prosa…).

He llegado a casa temprano, con la cabeza que me explota. Quiero descansar un instante… Ha pasado todo un año en solamente unas horas. El hermoso sol egipcio que contemplo ahora me reconforta… Ya es otro día, ahora me iré un rato a la Biblioteca y veremos qué es lo que podemos escribir. Mi mente está más tranquila, los minutos se desplazan indolentemente por mi cuarto. Nos vemos más tarde… He llegado a la Biblioteca. El camino ha sido como andar encima de brasas candentes en el desierto del Sahara, en donde si bien no existen brasas el mundo arde como si las hubiera. Y eso que aún no hace tanto calor aquí en New York, no obstante el verano se impone con ferocidad inaudita. Y lo más cómico es que ya no sé qué es lo que deseaba decir en estas líneas que poco a poco se van dibujando en los marcos de mi mente... Eso es: quisiera hablar de lo que siempre hablo, de aquello que está indeleblemente grabado en mi memoria, sin embargo recién ahora me doy cuenta que… que ya no tengo nada en mi mente y que he olvidado todo lo que quería recordar. Empero algo saldrá en estos minutos en que estoy frente a esta computadora de la Biblioteca, que me hace cómicas muecas… Acabo de fijarme que tengo algunas cosas guardadas con las cuales no quería empezar, empero ahí están, y aunque se encuentran a la vista yo no quería verlas ¿por qué ha de ser? Como quiera que sea, no las borraré sino que las pondré después de que escriba algunas cosas y las haré coincidir o… también puede que deje que se vean como un parche en un pantalón viejo, justo como Cantinflas… Ahora mi mirada abarca las visiones añejas, aquellas que se obstinan en no dejarme, aquellas que me acompañan cuando camino por las sendas heridas por el asfalto. ¿Cuánto tiempo ha pasado en mí desde que viviera el último día que fue ayer? No lo puedo calcular. Solamente sé ver los rostros adustos que se ciñen al despertar de los nuevos días, como para decirme que ha llegado el momento de terminar con lo que jamás he comenzado y que ya he olvidado, así que como no sé qué es lo que es, tampoco puedo hacerle caso a esos rostros que claman surgiendo de los espejismos que atormentan a Harry Haller en sus días más soleados. Sí, recuerdo el primer día que estuve en Ica, recuerdo el sol, ese sol que me aprisionaba entre sus garfios candentes, ese sol que no dejaba ni pensar… aquí no he llegado aún a sentir dicho calor, por suerte. Sin embargo, aun así, la vida se va angostando en los decibeles mustios de lo que no queremos contemplar. ¡Olvidaré pues lo que no recuerdo…! Es un tiempo bonito el que vivo mientras caminamos por las sendas desapercibidas capturando imágenes que quedan en nuestro rededor. ¿Viste los cielos despejados de lejanías que se bañan de recuerdos en este instante en que estás presente y no te encuentras? Ya no sé cómo te llamas, pero te recuerdo muy bien… y recuerdo también tu nombre. Tú y yo vamos despejando las sendas con los ojos de quien ve lo que los demás pasan por alto. Deambulamos sin destino cierto en estas calles que esconden los escombros de los recuerdos más preciosos. Ruinas, solamente ruinas se levantan en los agrestes lodazales de la ilusión desvanecida. El mundo de ultratumba se vino abajo y nosotros lo íbamos recorriendo capturando la desgracia de los muertos en imágenes que ya no sé dónde están, pero que algún día veré nuevamente… Y aquí, en mis ojos nocturnales estás vibrando cuando contemplo tu faz sonriente. ¿Recuerdas la cantidad de fotografías tomadas mientras caminábamos juntos por aquellos senderos de ilusión desvanecida? Nos internamos en las ruinas de la ciudad yacente, aquella que una vez mostró su belleza desvelada. Y yo me pregunto, ¿por qué escribo lo que escribo solamente hay vacío en el contorno de la esperanza…? Tus dos cámaras profesionales no pueden competir con la impulsividad de mi pequeña cámara de aficionado porque cada quien adora lo que tiene o lo que desea intensamente en el momento del adiós… ¿Adiós dije? Pero si ni siquera he pronunciado el hola de rigor… Me duele la cabeza de hablar tanto lo que sigo callando. ¿Quién podrá entender mis desvelos mientras duermo profundamente en los brazos del olvido que se llena de recuerdos…? Tengo ganas de borrar todo esto que he escrito, pero me contengo porque debo contar lo que siempre he de callar, aunque hable sin decir nada. Sí, haré como hacía Cantinflas cuando quería explicar lo que el mismo no comprendía y los demás tampoco, pero así, con palabras ardientes aunque incoherentes se entendían muy bien y nadie pedía explicaciones porque nadie se las iba dar…Te veo callar, ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas que callada estás? Estamos sentados en la mesa. Una y otra vez visitamos los lugares donde nunca jamás hemos estado, ¿lo recuerdas? No hemos regresado a la ciudad donde nos conocimos porque esa ciudad no existe... Ya no habrá más paseos por los sueños invernales de un verano imponente… ¿Recuerdas el momento cuando nos presentaron? Yo te dije simplemente hola. Tú me mirabas de una forma muy rara. Me enteré que leías todo lo que yo escribía en internet. Conocías mis escritos, sabías de mis andadas de internauta, pero no fuimos amigos virtuales… Me duele terriblemente la cabeza. He conversado con la dama de los olvidos y no recuerdo las cosas que dije. ¿Cuál es la importancia de las palabras mientras uno guarda silencio? Aquí estás, ¿viste? Estás sin haber venido. Aquí estás llevando el sudario de la eternidad fenecida. Y yo quiero olvidar, pero no puedo… Hoy he salido de casa más temprano que otros días. Nada nuevo se presenta en aquellos lugares que siempre recorro. Son las mismas casas, los mismos árboles, el mismo silencio atronador. Aquí en la Biblioteca el silencio no es tan absurdo como el que existe en los sueños inexistentes de una alborada que surge más allá del horizonte. Es hora de partir nuevamente. Más tarde volveré a leer estas cosas que quién sabe qué significaran. Mientras tanto… no siento los malestares que me aquejaban ayer. Es un buen momento para dejar esto… Y lo dejo pues, lo dejo.

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East Elmhurst, New York, United States

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