NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


domingo, 4 de octubre de 2009

¡Merceditas, no te vayas ahora que te has ido!















"Yo andaba por mis 15 años. Mi papá y mi mamá, que eran muy peronistas, aprovecharon un tren gratis a Buenos Aires para celebrar el 17 de octubre. Yo quedé cuidada por mis hermanos, más suelta… En la escuela faltó la profesora de canto y la directora me dijo que íbamos a cantar el Himno Nacional y que yo tenía que ponerme adelante y cantar bien fuerte, para que todos me siguieran. Sentí vergüenza, pero canté: ahí debuté. Ese día también faltó la profesora de labores y con mis compañeras fuimos a LV12, donde había un concurso. Mis compañeras me empujaron para que cantara. Por temor a que se enterara mi papá me llamé Gladys Osorio. Canté Triste estoy, de Margarita Palacios. Cuando terminé, el dueño de la radio me dijo: «El concurso concluyó y lo ganaste vos». Y seguí cantando en la radio. Hasta que un día mi papá me descubre y me llama y me dice palabras que escucho ahora: «¿Le parece bonito eso de andar metiéndose en la radio? ¿Eso es lo que hace una señorita criada para ser decente? Gladys Osorio, venga, acérquese… ¿Tengo que felicitarla? Míreme a los ojos. Que me mire a los ojos le digo»."
Mercedes Sosa.




¡Merceditas, no te vayas ahora que te has ido!

Sus canciones son el dolor, enmarcado por una sonrisa. Su sonrisa es un beso bañado por la mirada tersa del sol. Su beso es un sueño acariciando todo malestar hasta hacerlo desaparecer. Su mirada es... ¿Por qué se tienen que ir siempre aquellos que nos traen lo que tanto precisamos? No hay dolor. No hay llanto que exprese el dolor de este pecho hinchado de sinsabores desde los siglos de los siglos. ¡Por qué se va siempre quien tiene que quedarse! Años y años has vivido durante los siglos que trajiste alegría a quien precisaba de tu voz henchida de emociones siempre nuevas. ¿Adónde iremos a buscar tus latidos de vida? Te has ido dejándonos... Nadie puede irse como te has ido tú... en el silencio de la emoción creadora.




¡Qué voz la de tu voz! ¿Has visto como te llaman los querubines para sentarte al lado de quien te espera regocijado para escuchar tus canciones al pie de su pecho? Desde donde quiera que estés Mercedes, desde donde ahora estés, haznos llegar siempre tu mirada cantando al viento. Haznos llegar Mercedes tu voz galopando en la alegría. Haznos llegar Mercedes tu amor dando vida y más vida... ¡Merceditas la de la sonrisa cálida! Has partido ya pero... ¡No partas Merceditas, no partas! Los niños necesitan alimentarse de tu calor de madre. Los ancianos necesitan alimentarse de tu calor de mujer. Nosotros... nosotros precisamos de tu presencia aunque no nos des sino tu ausencia Merceditas. Ya te has ido... ya te fuiste... ¿Dónde nos has dejado? ¡Llévanos Merceditas a gozar de tu presencia en esta ausencia que se ha hecho de siglos! Tiéndeme la mano yerta para irme contigo a morar donde los vivos somos un estorbo Merceditas. ¡Merceditas, no te vayas ahora que te has ido! ¡No te vayas Merceditas! Ay, de este dolor que no se puede expresar sino por medio del dolor. Yo recuerdo todos los momentos que he pasado contigo Merceditas, todos esos momentos los recuerdo. Has viajado conmigo hasta cuando no me acompañabas Merceditas. Te he encontrado en aquellos lugares donde no imaginaba que pudieras estar Merceditas.



¡Cómo te ha amado el mundo Merceditas! ¡Cómo te has hecho amar Merceditas, cómo! Yo no tengo voz para cantar mi canto de despedida. No tengo voz sino para llorar tu aus
encia. ¡Merceditas no te vayas! ¡Quédate Merceditas, quédate ahora que te has ido! ¡Quédate por favor! No permitas jamás que la ausencia borre la faz de tu presencia, Merceditas ¡no lo permitas! Desde allá, desde ese lugar que no es un lugar, donde te encuentras, mira por mí, mira por nosotros y canta siempre que estemos tristes, canta siempre que estemos acongojados, canta siempre que... ¡Por qué te has ido Merceditas, por qué! No puedo aceptar esta ausencia que me trae tu presencia con tanta fuerza, Merceditas, no puedo. ¿Acaso no recuerdas esos momentos en que tu voz quedita acunaba mis voz desesperada? Yo buscaba en tus halos nimbados de ambrosía los rayos de luz que me pudieran hacer sentir cerca de la luna. ¿Dónde está mi luna ahora Merceditas? Sin tu voz, la voz de la alegría, no puedo acercarme a gozar del rayo de luna...



¿Dónde encontraré los soles enternecidos de tus canciones? Te has llevado todas tus canciones a pesar de que aquí se quedan. Te los has llevado porque tus canciones eras tú. ¿No te habías dado cuenta Merceditas? ¿No te habías dado cuenta? Y
a no podré verte pasear el garbo de tu mirada buscando en la distancia a todo aquel que precisa de tu alegría, incluso en tu tristeza. Ya no podré sentir los latidos de tu pecho llegando a los seres más ajenos a la riqueza. Ya no podré sino verte a ti en esta ausencia que se hace eterna desde que te has ido... ¿Cuándo te fuiste Merceditas? No lo recuerdo... ¿Cuándo te fuiste Merceditas? ¡Cuándo te fuiste! Alguien me habló de que te habías ido. ¿Adónde te podrías ir tú, si aquí tienes tu reino eterno? Merceditas no te has ido porque donde haya un corazón que sepa apreciar la vida, en ese corazón Merceditas, en ese corazón, estás tú. Abro las manos silente y dejo que mis recuerdos acunen la marcha de las horas para que nada pase como dicen que ha pasado, porque ahora estás en nosotros como siempre has estado. ¡Es mentira que te hayas ido Merceditas! ¡Es mentira! Las personas como tú jamás se van, sino vienen... siempre vienen. Siempre vienen Merceditas. Las personas como tú siempre están viniendo. Abro las manos silente y dejo que la paz que tanto ansias llegue a ti después de los aciagos momentos que viviste antes de partir.





¿Adónde te has ido Merceditas, adónde te fuiste? Aquí. Te fuiste a morar aquí en mi corazón, donde has morado siempre Merceditas. Te fuiste... viniste a impregnarte en este corazón que ya te tenía grabada con rayos de luna, con rayos de sol Merceditas. Donde quiera que estés Merceditas, déjanos la emoción creadora de tu voz diamantina, déjanos tu voz argentina, déjanos lo que de ti jamás se ha de ir. ¡No te vayas Merceditas, no te vayas ahora que te has ido, no te vayas! ¡Merceditas, no te vayas! ¡Qué dolor tan grande es expresar este dolor tan grande! ¿Por qué se tienen que ir siempre aquellos que nos traen lo que tanto precisamos? ¿Por qué? ¡Por qué Merceditas, por qué se tienen que ir! ¿Por qué te has tenido que ir Merceditas? Llévame Merceditas a morar contigo en esta vida donde por siempre te quedas para acunar con tu voz de rayos de sol, con tu voz de rayos de luna, a todos los que nos quedamos aquí contigo. ¡Nos quedamos aquí contigo Merceditas! No hay dolor, no hay llanto... ya no hay nada donde solamente tú estabas Merceditas, ya no hay nada sino tú, eternamente tú. Este pecho está henchido de sinsabores desde los siglos de los siglos... porque te fuiste Merceditas, te fuiste ¡te fuiste Merceditas, te fuiste! Te fuiste... Adiós. Se queda con nosotros, tu sonrisa áurea, tu mirada tierna, tu voz argentina... te quedas con nosotros Merceditas, te quedas con nosotros para no irte jamás. ¡Jamás te irás de nuestro lado Merceditas, jamás! Jamás.




"El día que dejé ARGENTINA -porque tuve que irme por la dictadura militar-, de lo poco que llevé, fueron unos cassetes de Mercedes y, por años, hasta que pudimos volver a Buenos Aires, quien me sostuvo -además de mi familia- fue la voz de la Negra, sus letras... Lloraba cuando la escuchaba, soñaba con mi Buenos Aires. Y cuando volvimos, el recital que dio en Velez fue exultante, fue más que un recital... fue eso que se siente cuando la lucha por la democracia se logró... una gran reivindicación para todos. Ella levantó la bandera de los que fuimos desterrados, de los pobres, de las injusticias, del amor a la tierra y del amor sentimental , y lo hizo saber con su voz, que era la genuina expresion de esta tierra amada." (Ana Vegados).

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East Elmhurst, New York, United States

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