NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


martes, 10 de noviembre de 2009

YO AMO LOS MUNDOS SUTILES...



Toda derrota no es una derrota. Nadie está vencido ni aun cuando reconoce estar vencido. Llega un momento en la vida en que todos creemos que las fuerzas ya no dan y entonces nos reconocemos vencidos. Pero seremos como don Quijote que al final dijo que ya no imitaría los libros de caballería, que ya no seguiría más a Amadís de Gaula, el caballero andante godo... tan godo como don Quijote mismo era. Don Quijote fue un caballero andante godo que luchaba contra los que aplastaron la gloria de sus antepasados, luchó contra aquel que vivía –a pesar de haber muerto muchos años atrás- plenamente en su tiempo: Carlos V, aquel que pretendió ser un caballero, un caballero de la Orden de Malta (deformación de la Orden de San Juan), mientras que don Quijote reivindicaba la Orden de San Juan... No hay más caballeros andantes decía don Quijote, solamente hay caballeros cortesanos que no son caballeros en modo alguno… y se burla de La Goleta (en Túnez) que ganara Carlos V. No, la vida enseña que no toda derrota es una derrota. Los descendientes de los godos siguen luchando. Lucharon en América y lograron independizarla de aquella España que destruyó todo lo que tocaba hasta a sí misma. Los descendientes de los godos (Simón Bolívar y San Martín, por ejemplo), formaron una nueva Orden de Caballería, la Orden de Lautaro (Logia Lautaro)... llevando así a la realidad -en otro mundo y de otra manera quizás-, el sueño de don Quijote. Y como le sucedió al Quijote, aquí también las cosas salieron por las patas de los caballos luego del triunfo. Don Quijote murió rechazando los libros de caballerías, pero se afirmó en su carácter guerrero. De eso jamás renegó, siguió siendo el mismo solo que... diferente. Siguió siendo el caballero andante defensor de su patria: La Mancha que, como muchos otros lugares de España, fueron sumidos en la miseria por Carlos V. Por las características peculiares del orgullo manchego (que hasta la actualidad existe), yo no creo que en 1540 el manchego Francisco de Caravantes -de Toledo, la ciudad más destacada y orgullosa de Castilla la Nueva-, haya traído la uva al Perú desde Canarias, cuando los manchegos estimaban que su uva y que su vino, era los mejores del mundo. Pero estaba prohibido traer nada de La Mancha, así que Caravantes tenía que decir que lo traía de otro lugar... es lógico, pero irreal. Para mí, la uva española primera, que trajo el manchego Francisco de Caravantes, procedía de su tierra: La Mancha, quizás de Ciudad Real... ¿Y por qué don Quijote no pudo haber sido originario de Toledo? Habla con tanto amor de esta ciudad y del río Tajo que no nos queda más remedio que sospechar que fuera originario de este lugar. Además, por supuesto, de muchas otras cosas que dice sobre Toledo. Está el árabe toledano Cide Hamete Benengeli y los papeles suyos -encontrados a partir de la lucha de don Quijote contra el vizcaíno-, que Cervantes los encuentra precisamente en Toledo...


II



Yo sabía que no había de recordar lo que jamás encontraría, aunque regresara mil veces a esos lugares donde la vida fue bella. Esos lugares donde la vida fue la bella vida de un niño que vivía de acuerdo a su niñez... con el amor de sus padres, de sus hermanos... Nadie es perfecto. Algunos creen serlo. Se ven en el pasado y piensan que su presente es ese pasado inexistente que creen aún vivir en un sueño que se les ha tornado pesadilla porque buscan lo que no pudieron conseguir en su juventud. Yo no lo creo… no creo que se haya de vivir así. No lo creo. Pero también sé de quienes han vivido un pasado hermoso y un presente no menos bello, y miran a quienes no pueden compararse con ellos... pensando que son otros los que supieron vivir y no ellos. Sé de quienes sienten estar ajenos a lo que una vez fueron... Yo no confío en quien dice yo fui y sigo siendo el mismo. Esos, he dicho siempre, son los que más han cambiado. Admiro a quien ha cambiado, en el mejor sentido, y acepta dicho cambio... aunque no sepa apreciarse porque... siempre les parecieron mejor los demás. Yo sabía que al encontrar a aquellos con quienes compartí muchos momentos de la vida, todo sería diferente. Nuestras experiencias habían hecho de nosotros personas diferentes a quienes fuimos. Lo he podido observar... aunque también he encontrado a quienes siguen siendo iguales... en esencia, siguen siendo iguales, con todo lo que deben haber cambiado. Y aprecio a éstos, aprecio a aquéllos y trato de no dejar de lado la realidad que está siempre detrás de todo lo que veo aparencialmente. Una vez, me fui buscando las aventuras que jamás había yo vivido. No, yo no era don Quijote. Don Quijote supo siempre lo que quería y lo que encontraría. Y sabía también que no había más remedio que hacer las cosas para que resultasen lo que resultaron porque, de esa manera, lograba una victoria que, a través de los siglos, muchos no saben ya ver. Ni yo tampoco… ni yo tampoco lo sé ver, lo confieso. En un mundo donde jamás estuve solo, yo me fui solo a conocer la parte más difícil de quienes vivían en este mundo, tan lleno de dificultades y retos sin fin. Caminé abriendo caminos por esos senderos que no conocía. Llegué adonde tenía que llegar y todo fue tan fácil… las únicas dificultades que encontré... las creé yo mismo, de rabia, por no encontrar aquellas dificultades que otros encontraban en esas circunstancias, según los relatos de quienes habían hecho el mismo recorrido, según los relatos que los medios de comunicación estaban llenos. Conocí el pánico que se siente siendo como no se debe ser. Conocí cómo era la vida de alguien tan diferente a quien yo había sido toda mi vida. Conocí lo que quizás de otra manera no habría conocido. Una vida difícil, me enseñó que podíamos salir adelante en medio de todas las dificultades del mundo. Me enseñó que cuando uno está en el túnel más oscuro... debe seguir resistiendo, o debe seguir caminando, hasta que la luz comience a aparecer. Y entonces supe que, la luz que nos señala un nuevo camino, siempre aparece. Ahora, ya no quiero seguir donde estoy. Destinos ignotos –que antes conocí- esperan mi ignorancia, mi desesperación, mi... En realidad, soy yo mismo quien me espero donde ya estoy sin haber aún ido. Nadie es perfecto. Yo lo sé porque siempre supe que la imperfección era parte esencial de mi ser, como lo es en todos. Yo no busco lo que aparencialmente sé que existe. Y espero que no se busque tampoco eso en mí. Yo voy hacia los confines más alejados del olvido. Espero la libertad de ser y no ser. Y quiero, también, dar esa libertad, exactamente la misma libertad, o más, a todos aquellos que en mí ven lo que quién sabe si realmente verán. He visto a quienes no ven en mí sino algo diferente, porque esperaban encontrar a quien conocieron cuando lo conocieron. Y yo he visto, en ellos, a quienes no conocí cuando los conocí. Parecían hablar igual. Las palabras se agolpaban en sus labios como cuando eran jóvenes. El conocimiento es infinito, proclamaban orgullosos. El conocimiento es infinito proclaman ahora. Empero, siguen repitiendo lo mismo de siempre, lo repiten sin la más mínima diferencia. Quizás tampoco se den cuenta que muchas generaciones de jóvenes, antes de la suya, repitieron lo mismo que ellos creían haber descubierto sin el esfuerzo de la investigación. ¿Para qué investigar si todo ya está dicho? Hay que buscar en la actualidad lo que ya se encontró en el pasado, lo demás no importa… ¿No importa? ¿Se construirá una nueva vida ignorando que todo cambia y hay que conocer ese elemento cambiable de la vida? Hasta Mario Bunge que siempre ha pensado que no se podía conocer el mundo, nos entrega un libro de casi 800 páginas con la metodología adecuada para investigar ese mundo que no se puede conocer. ¿Cómo puede dar pautas para conocer lo que dice que es imposible conocer? Sólo él lo sabe… y quienes creen en él. Aquellos que fueron estudiantes y hablaban lo que otros antes de ellos hablaron, piensan que repetir lo que una vez dijeron es lo que los hace sentir jóvenes. Lo que da sentido a su vida. Pero, yo pude apreciar que ya no eran jóvenes y que, mal que bien, se daban cuenta aunque no quisieran aceptarlo. Lo vi en su mirada, en el tono de su voz, en sus gestos, en sus dudas… en tantas y tantas otras cosas que no precisan de un experto para apreciarlas. Veo demasiadas cosas en este mundo como para aceptar lo que otrora acepté, tal cual lo acepté. Muchos no se explican por qué soy como soy... Tampoco yo lo sé explicar, realmente, no lo sé. ¿Quién soy yo? Ya no me importa pensar demasiado en eso. Lo pensaba cuando era joven y estaba preocupado, por dejar algo de mí, para ser recordado por algo importante que debía hacer. Hoy, ya no me importa lo importante. ¿Ser recordado? ¿Ser conocido? ¿Ser reconocido?... ¿Para qué? Me he acostumbrado a ser lo que soy... con dolor o sin él. Con dificultades o sin ellas. Pensando que, en alguna ocasión, me arrepentiría de ser lo que era... lo que soy. Sí, muchas ocasiones me he arrepentido. Yo sabía que llegarían esas ocasiones... y llegarán aún, estoy seguro, tan seguro como sé que soy un simple ser humano que va camino a... Los años pasan y uno no debe ver con pánico aquello que inevitablemente tiene que llegar porque llegará, de todas maneras, llegará. Un pasado hermoso, no significa un futuro hermoso... a menos que se sepa hacer distinción entre lo que fuimos y entre lo que somos. Yo sé de quienes han vivido un pasado hermoso y un presente no menos bello y, sin embargo, miran a quienes no pueden compararse con ellos... pensando que son otros los que supieron vivir y no ellos... Se sienten estar ajenos a lo que una vez fueron. Y no se dan cuenta que, en lo esencial de su vida, siguen siendo lo que fueron. No se dan cuenta que aún lo son. Sólo yo soy el que no soy porque es la única manera de ser el que soy...




III


Luna, tú que ves mis cuitas cada vez que que te veo señorear en las noches de mis días, no olvides que de niño estuve en tu regazo gozando de tus bellos rayos mientras contaba las estrellas que te daban marco y jamás pude terminar de contar la infinitud de luceros que aumentaban el brillo de tu alma, luna. Luna, tú que me aconsejas cada vez que preciso de una palabra de aliento, recoge en ese brillo hermoso que te caracteriza, mis voces tiernas que se elevan hacia donde otra luna surge para hacer más grande tu grandeza... Y que don Quijote no me pille alabando la grandeza de los grandes porque me mata... Para él la grandeza no se compra, como la compraron los primos de aquel emperador que yo me sé bien y el también. Además, yo hablo de la grandeza de otros grandes, y el también.


IV


Busco mi estrella en el fondo de los ríos, en el alto cielo, en el horizonte, en el fondo del mar y también más allá del mar. Busco mi estrella donde se encuentra la libertad. Busco mi estrella donde el tiempo solamente existe para darte la felicidad. Busco mi estrella en el mirar de una mujer que no tema ser quien es. Busco mi estrella en aquella que me acepte como soy a pesar de que pueda temer que soy el que no soy, que es quien realmente soy. Busco mi estrella más allá de mí mismo. Busco mi estrella ajena a un narcisismo del que muere como Narciso por amar a su dios, el dios del río en que vio su propio rostro confundiéndolo con ese dios y, al morir, se convierte en la más bella flor. Busco mi estrella en los potros encabritados que el viento crea por donde yo voy, aunque no haya viento. Busco mi estrella en los bosques poblados de serenos susurros. Busco mi estrella es los esfuerzos denodados por buscar la alegria en los momentos tristes. Busco mi estrella en los senderos que se bifurcan infinitamente cuando yo los voy creando. Busco mi estrella en los ojos que me miran cuando no los veo y siento su mirar incluso en la soledad y el silencio de su recuerdo no habido. Busco mi estrella en los besos que me enseñan el camino a la felicidad que anhelo. Busco mi estrella donde se encuentran los sueños poblados de ambrosía. Busco mi estrella entre la gente que camina por el diario vivir de su vida más allá del horizonte de donde me encuentro. Busco mi estrella donde la busco siempre que puedo buscar una estrella. Busco una estrella donde estás tú, porque es a ti a quien busco aunque quieras marchar en dirección contraria a donde yo voy, al enterarte que te busco. Busco mi estrella donde siempre están las estrellas... y sé que no será una estrella fugaz, lo sé.



V



Nadie conoce lo que he vivido... Ni yo tampoco. ¡Tanto tiempo he estado ausente de un presente que siendo mío no era el mío! Las personas que he conocido desconocen lo que creen haber conocido. Y es mejor, para que después no digan que soy predecible: no me gusta mucho que me predigan el futuro, menos aún quien no sabe ... hacer predicciones. Yo he vivido turbulencias incomprendidas cuando más tranquilo me encontraba. He vivido mares tempestuosos cuando menos agitado estaba. ¿Por qué tanto de aquello que no debía ser? ¿No debía ser? ¡Quién sabe! Y… ¿por qué repito tanto lo que repito? No, yo jamás repito. Solamente digo lo mismo. Nunca repito. Además, lo que digo pasó. No lo he inventado yo. Fue, y es, algo que no se puede negar, ni se puede evitar, ni se puede eliminar. Fue y es. No he vivido lo que vivo, no he vivido. No he vivido en vano. Ni he vivido de la vanidad. Yo desconozco lo que no sé si habré vivido cuando lo viví. Desde que soy el que fui, no he hecho sino ir por los caminos asaeteados por la distancia. No he conocido sino aquello que jamás fue mío. Pero, he buscado lo que ha de ser mío. Siempre lo he buscado. Denodadamente lo he buscado. Un día, uno de aquellos días que no conozco, podré decir lo que ahora no digo y que no sé qué es. Ya vendrán tiempos mejores, cuando los tiempos actuales se enmascaren en otros que jamás vendrán, mientras existan los que existen. ¿Viste como los astros se postran ante la luz que despide ese rayo que se ve en lontananza? Es la luna, la luz de la luna que se acerca donde estoy y se aleja de donde estuve. Zeus ha de llorar la lejanía de su hija predilecta... la sabia guerrera. Una amiga me dijo que a su teléfono había entrado una llamada equivocada: "la mujer que llamó, me exigía que le dijese quién era yo, yo le decía que la que se había equivocado era ella así que tenía que identificarse. Y estuvimos un rato de tiras y aflojas…" A mí, también frecuentemente me llaman por error, pero nadie exige que me identifique, porque soy inidentificable. Nadie me conoce. Nadie sabe cómo he vivido... Ni yo tampoco. ¡Tanto tiempo ausente! ¡Yo he vivido un presente que siendo mío no era el mío! ¡¡Vaya…!!



VI



¿Y hacia dónde puedo ir ahora que me voy? Un día me dije que me iría y ahora me voy. Quizás en mi imaginación me voy, pero aun así me iré. Todo lo que preciso para irme lo llevo siempre conmigo: a mí mismo. No tengo nada que olvidar. Tengo todo el mundo por delante para recordar lo que en el futuro haré. No existe el pasado, si ese pasado me hizo no existir. Pero recuerdo con cariño lo que viví siendo joven. Un día volveré a ser como otrora fui, eso lo sé bien. Pero ya no estaré como antes fui. Un nuevo, maravilloso sol, me espera allá donde llueve a cantaros para mojar los sueños no habidos y donde la nieve se agolpa en los bolsillos de quien la pisa tiernamente para despertar siempre al día siguiente. ¿Mi hogar? He aprendido a hacer mi hogar en cualquier lugar donde yo esté, si es que estoy allí. No siempre uno puede cumplir con sus preceptos, pero los tiene igualmente... los tiene. Hoy recuerdo todo lo que jamás me enseñaron, pero, por eso precisamente, lo aprendí al contacto de quienes lo hacían a mi lado. Sueño con ser quien soy, pero sé bien que no lo seré durante algún tiempo, mientras siga siendo el que no soy durante algún tiempo. ¿Has visto los ojos de quien te observa mientras no te das cuenta que te observa? La mirada, constreñida en un tiempo sin tiempo, puede ser tierna a pesar de su dureza. ¿Por qué dureza? Porque todos tenemos que ser fuertes en alguna oportunidad. Lo tenemos que ser. Y la fortaleza surge de las miradas que te dan esa fuerza. Pero también surge de los sueños que tengas, más allá de si otros creen que son sueños o no. ¿Por qué habría uno de compartir sueños con otros cuando son sueños diferentes? Claro, son diferentes, pero eso no quiere decir que no sean iguales. El mundo nos da la oportunidad de mostrar que la diferencia no la hace quien habla con otras palabras, sino quien dice lo que uno no dice. Porque vivimos en un mundo donde todos dicen lo mismo y piensan que dicen algo diferente. Bueno, eso de "todos" es una exageración de las muchas que tengo. Empero, en un mundo exagerado, ¿qué importa una exageración más? Hay mucha diferencia en un mundo donde cualquiera cree ser diferente y, sin embargo, hace lo mismo que hacen los demás. Me voy a buscar las ilusiones que llevo conmigo, me iré a ese horizonte nuevo que tanto tiempo existe sin que me sea ajeno. Me voy sin moverme hacia ningún lado. Me voy y aquí permaneceré, donde siempre estoy y estaré. ¿Entonces por qué digo tanto que me voy si aquí permaneceré? Irse es un eufemismo… y una realidad. Yo vivo la realidad y creo mi propia realidad. La realidad de los demás no la conozco, pero sé que existe. Yo no existo. Por eso siempre diré lo que quiera decir para así existir en mi no existencia. El resto, siempre será el resto. Lo demás, siempre será lo demás. Y siendo como soy, soy también el “resto” y soy igualmente los “demás”. Existo porque yo quiero, no existo porque mis padres me dieron la vida. El acto inicial termina cuando se acaba. Yo no he acabado aún. Yo sigo siempre comenzando. Mis padres me dieron la vida. Ahora yo existo porque soy. Existo por quien seré. Existo porque vivo. Existo porque debo saber vivir siempre, aunque el mundo me caiga encima y… ¿qué más? Me perdí… ¿Hacia dónde voy ahora que estoy perdido? No importa hacia dónde voy, lo que importa es que allá me encontraré. Un día, uno de esos días que no existen más, dije me voy. Me dije que todo lo que preciso para irme lo llevo siempre conmigo: a mí mismo. Y por eso me voy, sin irme nunca… porque, hay movimientos que son también un no hacer nada. Por eso me voy… porque un día me dije que me iría, ahora me voy…

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East Elmhurst, New York, United States

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