NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


domingo, 20 de septiembre de 2009

Figuras y aspectos





Walter Saavedra sabe -porque se lo ha dicho don Quijote de La Mancha muy confidencialmente en el libro donde se narran sus gloriosas aventuras-, que no es bueno que un autor hable de sí mismo laudatoriamente. Así que, como don Quijote encareció a Sancho Panza que narrase sus glorias, Walter Saavedra me ha comisionado a mí, que soy su hermano gemelo, para que haga una apología de sus miserias.



Yo no he podido negarme a ese requerimiento a mi buena voluntad, he
cho de manera compulsiva, a la fuerza. No ha sido una solicitud la que me ha hecho pues, no me ha pedido un favor. Ha sido la manifestación cierta de una amenaza porque si no digo algo que le guste, le disgustará. Lo sé bien. Y eso me acongoja. Ya que debo hablar bien de él, comenzaré por hablar de mí mismo.
Yo soy hermano su gemelo. Nacimos el mismo día. Él vino a la vida a las 7 de la mañana mientras que yo di mis primeros gritos a las 7 de la noche. Claro, entre su nacimiento y el mío hay cinco años de diferencia, pero no le hace, eso no es importante. Lo realmente importante es que nacimos el mismo día y que ambos existimos. Aunque, a decir verdad, yo no existo. Sólo él existe. Yo no existo sino en la imaginación de mi hermano gemelo.



A pesar de esta pequeña irrealidad, tengo que ocuparme de hacer esto que estoy haciendo sin tener la más mínima idea de lo que debo decir. Manifestaré aquí que mi hermano gemelo y yo jamás nos ponemos de acuerdo en cosa alguna. Todo el tiempo estamos discutiendo. Algunas veces llegamos a tener muy agrios intercambios de palabras. Nomás no llegamos a los golpes porque yo soy imaginación suya que si no… ¡ya vería él de lo que yo soy capaz cuando me enojo!



Sin embargo, él y yo nos queremos mucho. No nos podemos ver, es ciert
o, pero nos apreciamos inmensamente. Por eso es que él me está pidiendo ahora que haga el papel de Sancho Panza… ¡Habrase visto semejante insolencia! ¿Cómo es posible que mi hermano me compare con Sancho Panza? ¿Acaso cree él que yo no tengo cerebro? ¡Por favor! Está bien que yo no exista, pero cerebro… cerebro sí tengo (¿tendré?).
Este mi gemelo me da una rabia… ¡Odio a mi hermano gemelo!... claro que también lo amo. No vaya a ser que se moleste si se entera que lo odio. Pero eso es algo improbable porque él jamás lee lo que escribo. ¡Cómo piensa que no existo! ¡Ja! Él es quien dice que yo no existo, pero, la verdad, quien no existe es él. Yo nunca en mi vida lo he visto. Siempre estamos juntos y jamás lo he visto. ¿No es una prueba concluyente de su inexistencia? O de la mía… Pero es él quien le dice a todo el mundo que yo no existo. ¡Habrase visto tamaña insolencia!



Yo soy quien le permito existir a mi hermano gemelo, que lo vaya sabiendo bien, si es que hasta ahora no lo sabe.
Yo le permito existir porque le dejo imaginarme. Él no es nada sin mí. El día que yo deje de ser imaginado por él, ese mismo día dejará este mundo. El no es nada sin mí, nada. ¡Qué lo vaya sabiendo ya, que lo vaya sabiendo! ¡Qué se acostumbre! (Nomás espero que no se le vaya a ocurrir leer esto...).
¡Ay!, pero las cosas que me hace jamás se las voy a perdonar. Se obstina en ponerme en ridículo cada vez que andamos juntos. ¡Y así anda aún diciendo que yo no existo sin él! ¡Así anda diciendo que él es quien me ha creado! ¿Cómo es posible que, siendo mi gemelo, pueda él decir tantas mentiras juntas? Pero, claro, yo tengo que andar perdonándole todas sus barrabasadas porque… soy su hermano pues, soy su hermano que solamente existe en su imaginación, lo que me da rabia, me da mucha rabia. Y, entre hermanos, no pueden andar peleándose. Menos, van a poder ir hablando mal el uno del otro. ¿No es cierto? Esa es la razón por la cual lo soporto… aunque él sea realmente insoportable ¡insoportable! Y tengo que hablar bien de alguien así, como él... bueno, como yo.



Si no fuera mi hermano gemelo… si no fuera mi hermano… ¡ay! Él ni siquiera se imagina lo que yo le haría si no fuera mi hermano. Él no puede darse cuenta de todo lo que yo diría de él si no fuera mi hermano. Y, claro, le conozco tantas cosas que tiempo me faltaría para contarlas. Pero no lo haré. Jamás podría yo dar una mala impresión de él. Yo tengo que decir que es mucho mejor de lo peor que es… ¡No puede ser! ¡No puede ser! Tengo que encubrirle aquello que la razón y la justicia indican que no se debe dejar pasar por alto.



Sin embargo, yo no soy juez, sólo soy su hermano gemelo, soy su hermano... su inexistente hermano gemelo… pero él no tiene que andar diciendo que soy un producto de su imaginación. Eso es inconcebible. Soy aquel que vive imaginariamente para que él tenga realidad. Él es un ser real, yo soy irreal. Lo reconozco. Pero no por el hecho de reconocer mi inexistencia, no por el hecho de reconocer mi irrealidad, va a ser cierto lo que él anda pregonando sobre mí: que soy su hermano gemelo ¿ya lo dije? Yo nací el mismo día que él, me crié a su lado, mamé de la otra teta de la misma madre. No, él no puede andar diciendo lo que dice de mí. Será cierto lo que dice, pero no es verdad. ¡No es verdad!



Reconozco que quiero matar a mi hermano gemelo, lo quiero matar. Déjenme, no me agarren... Nadie se interponga. ¡Lo quiero matar! Nomás que no puedo. Un ser imaginario no puede matar a alguien real. Además, yo lo quiero mucho. Tengo que perdonar todas sus barrabasadas. Lo tengo que comprender y lo comprendo.
Mi hermano gemelo es un buen hermano. Quitando todo lo que he dicho antes, es una persona espléndida. Le gusta ayudar a los demás. Claro que de la intención no pasa. Pero eso es bueno. Si es verdad que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno, también es cierto que sin buenas intenciones no se llega al cielo.



Mi hermano gemelo jamás hace nada, pero dicen que sus buenas intenciones son las que cuentan. ¡Ay!, pero yo lo mató, lo mato. En fin, calmémonos un poco y sigamos hablando de sus méritos. ¡Es un zamarro de siete suelas mi gemelo! ¡No lo puedo soportar! Pero como es mi hermano gemelo tengo que hacerme de la vista gorda. ¡Cómo desprecio a mi gemelo! Dejemos las cosas ahí. No quiero hablar mal de él. Yo lo quiero mucho. Es un ser humano lleno de virtudes. Su bondad no la tiene cualquiera. Su perspicacia sólo es igualada por su suspicacia.



Mi hermano gemelo es un hombre de mucho mérito. Lo que he dicho de él hasta ahora, son pequeñas cosas que todos las pueden tener. ¿Qué ser humano no tiene defectos? Nadie es perfecto. Él hombre es así porque tiene la capacidad de cometer errores. Y nadie como mi hermano gemelo para ser tan humano, tan profundamente humano. En eso, es el mejor hombre que he conocido en mi inexistente vida.



Muy pocas personas podrían decir de sus hermanos lo que yo digo de mi hermano gemelo. Yo lo digo porque soy una imaginación suya. Y, claro, tengo que hablar bien de él. No vaya a ser que él en cualquier momento se entere de lo que estoy diciendo y me elimine. Yo… yo no podría soportar dejar mi vida imaginaria. Mi inexistencia se tornaría muy dolorosa de esa manera. Y, por favor, no le cuenten a mi hermano gemelo que he dicho lo que no he dicho nunca. Porque yo no he dicho nada de lo que dije. Además, nadie les creería porque estarían hablando de un ser imaginario, o sea, estarían hablando de mí.



¿Cómo es que mi gemelo me pide que le haga un escrito laudator
io si yo no soy sino una creación suya? Eso ya, es algo que raya en la locura. Sí pues, mi hermano gemelo está loco. Pero no es un monomaniaco. Nunca se ha conocido un mono maniático. Él tampoco puede serlo, por supuesto. Dicen que don Quijote sí lo fue. Yo no lo creo. Don Quijote era como yo: tampoco existía. Pero, en cambio, él es hasta ahora el héroe de los manchegos. Yo no soy héroe ni de mí mismo.
No me di cuenta que mi gemelo estaba por aquí. Mi gemelo se ha molestado. Me dice que me quita el habla desde este momento. Me ha dicho que mejor ya no haga nada de lo que me pidió. Entonces, ¡tengo que terminar lo que quería hacer sin haberlo comenzado!



La verdad, yo no sabía qué decir. La vida es así. Tengo que terminar abruptamente lo que quería hacer sin ganas, lo tengo que terminar sin haberlo comenzado porque no sabía que decir. Aunque debo confesar que me estaba entusiasmando esto que estaba haciendo…

Walter Saavedra





SOMBRAS...
La veía sufrir. Se resignaba a ser él el motivo de ese sufrimiento. Echado en cama, esperaba el momento del desenlace. Joven como era, con la tristeza bañándole la cara, exclamaba, rogando a la Virgen del Carmen, la Virgen de los pescadores: “sólo quiero vivir hasta los cincuenta años, nada más, hasta los cincuenta años...” Cada acto suyo era una despedida inmisericorde que ella no podía soportar como lo soportaba. Sacaba adelante la casa. Se ocupaba de los hijos. Lloraba cuando nadie la veía... No se daba cuenta que él la veía llorar cuando no la veía. "Cuando yo ya no esté no llores por mí, solía decirle. Cásate nuevamente. Eres joven, bonita, cásate nuevamente cuando yo me haya ido." Todo el día sonaba en la casa una canción que estaba de moda por esos años: "Sombras" de Jul
io Jaramillo. Hasta ahora suenan los estribillos de esa canción en la mente de quienes no sabían por qué la escuchaban tan insistentemente. Hasta ahora suenan los tristes estribillos en la mente de quienes no sabían por qué la madre lloraba con tanto dolor, en el silencio de cada una de sus acciones de madre cariñosa, mientras se hacía cargo de conseguir el sustento. Antes de la inevitable partida, él procuraba acercarse a los hijos, a los más pequeños sobre todo, para irse con la tranquilidad de haberles dado lo mejor que tenía: él mismo. Fue el padre más amoroso que pudo conocerse en el pueblo donde habían nacido y en el que ya no vivían. El tiempo pasaba raudamente en el dolor del adiós. Cada una de sus acciones era una despedida inmisericorde. Por temporadas se recuperaba... se sentía excelentemente bien. Hasta que olvidó por completo que se había recuperado. Finalmente murió... cuando tenía cerca de noventa años.




SUS OJOS
Cuando vio sus ojos... Era una mañana como cualquier otra. Nunca la había visto. Tampoco esta vez la vio. Tenía puestos unos lentes oscuros. No la había visto. Estaba con una amiga. Se acercaron donde se encontraba sentado. “Hola” le dijo la amiga. Los presentó. Entonces... recuerda que, en un restaurante, mucho tiempo después, un cantante itinerante cantó esa canción llamada "Alma, corazón y vida". La cantó para ella. Él se la pidió expresamente. Explicaba el momento en que conoció sus ojos. Cuando al acercarse, saliendo del sol intenso de la mañana, ella se quitó los lentes... la luz se hizo sombra. No fue una mañana como cualquier otra. Estaba seria. Parecía que todos la agredían. La miró fijamente. Ella lo vio, aterrada. "Tengo novio", dijo. Se alejó, para no verla más. Desapareció. No iba a los lugares donde sabia que la encontraría. Evitaba los momentos en que podía verla. Mas... un día, uno de esos días que no existen, la vio llegar… cuando no debería haber llegado nunca. Esa hora no existía para ella. Pero estaba allí, saludándolo risueñamente. El cantante itinerante seguía cantando su canción en ese restaurante donde no regresaron a comer nunca más. "Que coincidencia", dijo con voz de niña mimada. Las coincidencias menudearon desde entonces. Hasta que un cerco de distancia inacabable se levantó entre ellos. Jamás se volvieron a ver. Esos ojos nunca reaparecerán, aunque ella vuelva a aparecer, una mañana cualquiera, en la cercanía de su ya inexistente mirada.Cuando él vuelva a ver nuevamente esos ojos... el mundo caerá fulminado por el trueno inmisericorde de su dulce mirada... ¡El mundo será destruido por la crueldad de sus tiernos ojos! "Yo soy una mierda" le había dicho más de una vez...



¿EL DOLOR?
¿De qué le servía quejarse? Mucho había errado. La echó de su casa. Le había dicho que se fuera y la botó... Ahora, se daba cuenta que... que la necesitaba. Mucho era el dolor que le había ocasionado a ella, que no hacía sino amarlo. Siempre agredía a los demás. Su agresividad era incontrolable.Lo cierto es que él, lo único que quería, era lastimarse a sí mismo: lastimando a los demás, se lastimaba a sí mismo. Se paraba frente a la fotografía que recientemente había colgado en su sala de estar. Se paraba, en silencio, frente a la fotografía que le parecía, ahora, de indescriptible belleza. Siempre le había dicho que era fea. Se lo había gritado, malamente, en público: "Eres fea. Lárgate. No quiero ni verte. Lárgate. Me das asco". Esta vez, el silencio se rompió en un mar de llanto, mientras exclamaba: "Te necesito. Regresa. Por favor, regresa. Te necesito". No supo, ni siquiera en ese instante, decir: "Te amo..."




EL REENCUENTRO
Mucho tiempo hacía que no la veía. No la podía olvidar... ¿cómo olvidar a quien se ha adueñado de ti por entero? Pero había desaparecido de su vida, así, de pronto, sin decir una palabra. Desapareció el
día siguiente a aquella noche tan tempestuosa que... hasta ahora seguía en sus sueños, en su cuerpo, en su vida. ¿Por qué había desaparecido de esa manera? El dolor se adueñaba de su vida. La buscaba por todos los lugares donde solía estar. No estaba. No estaba. Nadie sabía nada de ella. Simplemente no estaba. Literalmente, se había hecho humo. Mucho tiempo después, él no sabía cuánto, la encontró de casualidad saliendo de aquel lugar donde ella no solía estar ni él tampoco. Fueron a conversar. No había nada que conversar. Eran dos desconocidos sentados el uno frente a la otra. Dos desconocidos. Desconcertado atinó a preguntar: ¿por qué me dejaste? Ella, más desconcertada aún, respondió: dejé de quererte. Ya no insistió más. Era un argumento concluyente, sobre todo dicho de la manera en que fue dicho, donde se podía leer la ausencia... la ausencia completa. Era como si jamás se hubieran conocido. Cuando se despidieron, ambos sabían que jamás se volverían a ver...




¿VOLVER?
Era terrible su vida. Añoraba su lar. Pero cuando le preguntaban cuándo regresaría, invariablemente contestaba: jamás. Muchos, sino todos, sus paisanos eran como él. Se reunían los fines de semana para sus pichanguitas y tomar cerveza. Comían comida preparada por alguna mujer de la tierra. Las parejas entre peruanos florecían... Los he visto estar en silencio escuchando esta canción, mientras sus ojos hablaban a gritos de lo que ellos no querían hacer: regresar definitivamente. Quienes podían, regresaban a su tierra cada año. Muchos no podían porque eran ilegales. Éstos no hablaban de regresar. Lloraban a gritos su distanciamiento del lar que un día dejaron para buscar nuevos horizontes, esos horizontes que hoy día los tenían atrapados. Tenían deudas contraídas para viajar, necesidad de mantener a la familia en el Perú... La canción "Todos vuelven" sonaba en cada una de sus reuniones, sonaba una y otra vez mientras la cerveza ayudaba a desatar el llanto...






PROVINCIANO
Miraba el viaje como si se fuera a producir el día de mañana. No tenía
dinero, pero sí la seguridad de que viajaría. Su conversación no tocaba otro tópico que ese. Nadie quería conversar con él porque estaban hartos de hablar sobre lo que jamás se produciría. ¿Cómo iba a salir de ese lugar tan alejado y, menos aún, no teniendo dinero? Un día, la oportunidad se presentó. Llegó un hombre enganchando gente para irse a las haciendas de la costa a cortar caña. Él fue el primero que se enganchó. El padecimiento en la hacienda fue terrible. Empero logró pagar sus deudas y juntar algo de dinero. Con ese dinero se fue a la capital. Tenía unos parientes allí. Llegó. Lo recibieron en casa de los parientes. La búsqueda de trabajo fue otra odisea interminable... Llevaba ya diez años trabajando en esa escuela. Los fines de semana iba con sus compañeros de trabajo a tomar. Infaltablemente escuchaba esta canción "El provinciano.







NUEVA YORK
Resbalé. Tengo una herida. Sangre. ¡Qué hermosa es la nieve virgen coloreada con mi dolor! No puedo continuar. Regado está lo comprado. La pierna me duele. Contemplo el horizonte lejano en medio de las luces de neón. Todo está silente. Bailo furiosamente a pesar del dolor. ¿Cómo puedo ver, en este cielo, las mismas estrellas que vi en mi infancia? Echado en la vereda, las contaba interminablemente. Siendo las mismas, son otras estrellas. Siendo el mismo, yo soy otro. Mi horizonte no se ha llenado de caminatas reverdecedoras. He de salir un día, del centro de mi mismo, donde hoy me hundo, como el sol se pone para salir renovado… ¿Cómo regresar a una realidad que no existe? ¿Cómo regresar a ser yo si no existo? Mis diarios despertares me lo muestran. Recojo las cosas que compré. Me voy a casa. ¡Qué difícil es vivir en Nueva York!


FRENTE AL ESPEJO
No reconocí al hombre que tenía frente al espejo… ¡tanto
tiempo me quedé mirándolo sin comprender que era yo mismo! ¡Cómo había cambiado! Incesantemente daba vueltas en mi mente una canción popular. Fiel reflejo de lo que pasaba. Me levanté alegre ese día. Quería gozar de la vida, quería… ¡ya que importa lo que quería! Bajé la mirada horrorizada. Comencé a llorar. Hacía tanto tiempo. Tanto tiempo. La vida siempre se cobra lo que uno le arrancha. Gocé de todas las maneras concebibles y ahora... No, no, si hay un momento para cambiar, ya ha llegado por fin. Decidí cambiar. Fui donde mis hijos. Los abracé fuertemente. Les dije “los amo”. Me miraron sin comprender. Luego se alegraron cuando les conté lo que había pasado. Me comprendieron… pero no pensaban que duraría más allá de ese instante. Tendría que demostrárselos… y a mí también. Esa sería la parte más dura.





YA NO...
¿Dónde ha quedado la voz que cantaba turgente en los días serenos de la calidez inmoderada? ¿Dónde ha quedado mi vida que ayer fue vida y hoy sigue siendo vida? Caminamos y en caminando no nos damos cuenta que avanzamos porque tenemos miedo de estar...donde no creemos que podemos estar. Hoy hay mil truenos que matan el silencio y, sin embargo, la vida se sumerge en los silencios de la oscuridad. Yo no quiero ya estar más silente, quiero elevar mi voz aunque no se escuche, aunque el trueno inmoderado de la vida lo haga desaparecen en los causes torrentosos de su discurrir diamantino.



HOY...
Hoy te he visto en medio de mis noches, te he visto venir contenta, esbozando una sonrisa, una de aquellas sonrisas que solías brindarme cuando yo no estaba contigo. Hoy he sentido tus senos hermosos pegados a mi pecho y he sentido tu deseo... pero no sé donde estas ahora que no estás a mi lado. Hoy te he amado tiernamente hasta escuchar que de tus labios surgían esos suspiros apasionados que das únicamente cuando el placer en ti es intenso. Hoy te he visto mirarme... y al pasar a mi lado ni siquiera me has sonreído.




MI PADRE...
He vivido en medio de las imaginaciones más bellas que pudo forjar la mente colectiva de mi pueblo, y supe hacerlas mías cuando era niño, un niño que jugaba con su padre, un niño a quien su padre le contaba multitud de cuentos, un niño a quien su padre le construía juguetes fabulosos de miga de pan, de madera... puesto que todo aquello que llegara a su mano se convertía en algo fabuloso que enriquecía mi mente infantil. Jamás tuve un unicornio, y menos uno azul, pero tuve a mi padre que era un fabulador estupendo... No tuve mejor amigo que él cuando fui niño y gocé de su privilegiado don de alimentar mi infinita capacidad de conocer, que él fue creando, a la vez que la iba alimentando.


CANAS EN EL ALMA
Los recuerdos se le venían a borbotones cuando no pensaba. Quería salir de su casa. Se desesperaba. El dolor lo atenazaba ferozmente. No tenía adónde ir. En todas partes la encontraba. No había modo de huir.Pensaba en qué le sucedía a él... por qué le sucedía esto precisamente a él. ¿Por qué sufría tanto si no había hecho daño a nadie? El silencio surgía como toda respuesta. Arrugaba el ceño. Con un mohín de pueril resignación, cerró sus ojos. El sueño se apoderó de mente. Al despertar... ni siquiera se dio cuenta que había dormido. Pensaba que no podía dormir. Siempre se quejaba que pedecía insomnio. Seguía preguntándose adónde iría esa tarde que ya no era tarde sino noche. Ni el sol podía ver en el invierno de su habitación, llena de nostalgia por otros tiempos. En sus instantes de filosofía trasnochada, el dolor le vencía. La muerte se le acercaba peligrosamente. ¿Existe uno cuando no vive sino de recuerdos? Sí, existimos, aunque no sabemos que existimos. Él no existía porque solamente esperaba... ¿qué esperaba? Es que... es que él ni siquiera esperaba la muerte... no sabía que vivía ¿cómo iba a desear morir? Esperar la muerte es el sino de los viejos que no saben sino ser viejos... es el sino que creen tener aquellos que ven encanecer su alma. Por un instante se vio joven, feliz... Hubo un tiempo, que no fue tiempo, en que él era la persona más dinámica, más alegre. Hubo un tiempo en que él era sumamente amical, todo sonrisas, mientras hacia reír a los demás. El mundo lo apreciaba... Él se apreciaba. ¿Qué lo hizo cambiar? Ni él mismo lo sabía. No sabía que había cambiado. De su memoria se había borrado todo. Se había borrado todo... hasta la idea misma de que existía. Quería salir, pero ni siquiera tenía la más ligera noción de dónde se encontraba. Lo cierto es que en ninguna parte se encontraba





EL SANTO DE LA HIGUERA
¿Por qué lo lloraban? Hasta consiguieron la manera de obtener algo de él: un mechón de sus cabellos, un trozo de su ropa, cualquier cosa suya, cualquier cosa. Lo divinizaron después de muerto. La ruta qu
e siguió en vida, es hoy una de las rutas turísticas más seguidas por europeos y norteamericanos, al decir de los diarios y revistas de los países, desde donde fluye la mayor parte de los turistas. Cuando llegó, nadie lo conocía en ese inhóspito lugar. Lo miraban con temor. Se alejaban corriendo cuando sentían su presencia. Él creía que sabía esconderse. En esos lugares, los ojos lugareños ven perfectamente mientras que otros ojos no ven nada. ¿Qué nadie sabía que estaba allí? Mentira, todos ya lo sabían. Pero no decían nada. No estaba con él poder, luchaba contra ellos, era una buena carta de presentación. ¿Pero quién era? Podía ser otro como ellos, nomás que diferente… pero igual. Nadie confía si no te has sabido ganar la confianza mediante un trato personalizado. Él no conocía nada de ellos, sabía nada más que… queria salvarlos, alejarlos de la miseria, del dolor, del hambre... Cuando sólo se va con buenas intenciones a un lugar, puede convertir ese lugar en un infierno. Siempre estuvo lejos, por más cerca que llegara, siempre estuvo lejos. En la distancia comenzaron a sentirse atraídos por su presencia, por su lucha. Pero nada hacían para acercarse. No eran los llamados a acercarse... Desde la Universidad se contemplaba su vida. Cuando salió la primera edición de su diario, se agotó de inmediato. Hasta los que lo atacaban leyeron gratamente su diario. Su figura se hizo legendaria con su muerte. Surgió la creencia popular de que hacía milagros. Muchos comenzaron a conocerlo. Comenzó a vivir en el corazón de miles y miles que hoy en día lo siguen venerando. Aunque quienes lo vieron románticamente en los sesenta y setenta hayan cambiado su mirada, él sigue viviendo en ellos como un ejemplo silente de lucha... Otros serán los caminos. La lucha será la misma. En el tiempo se destaca nítido.





FOLKLORE EN EL CENTRO CULTURAL
Estoy sentado en la Plaza de Armas. Durmiendo como todos los viejitos. Abro los ojos. Frente a mí están reconstruyendo la Catedral. Sigo medio dormido por ese calorcito que adormece rico. Me da por entrar a la Catedral. Se debe entrar por el costado. No encuentro por dónde. Ha desaparecido la puerta por la que se debe entrar. En una puerta cercana hay un cartel que dice: Biblioteca Municipal. Entro. Digo que quiero ir a la biblioteca. No es aquí, me responden. Se cambio. Está ahora en el Centro Cultural. Me dan unas indicaciones para llegar que no entiendo. Veo un letrero que dice "baño". Al menos es un lugar donde sí podré ir sin problemas. Luego me voy a buscar esta Biblioteca... por la comisaría me han dicho. Llego a la comisaria. No veo nada. No veo el letrero que busco. Pregunto a un señor que come donde una vendedora ambulante. Señala en dirección opuesta a aquella por la que yo vine. ¿Ya me pase? pregunto consternado y sorprendido. Luego de un rato, después de tragar lo que tiene en la boca, me dice: yo no soy de aquí, no conozco, pero la señora le puede dar razón. En ese momento sale la señora que vende. Le pregunto. Señala un local del frente, sin ningún letrero. Ese es, dice lacónicamente. Hacia allá voy. Entro donde no es siendo allí que es. Este es el juzgado. Ya me habían votado de otro local del juzgado: fue lo primero que vi. En el segundo piso está la biblioteca, me dijeron. Pero no estaba. Ya no iba a preguntar por lo que sabía que no encontraría. Pero lo encontré. Es la puerta del costado, me han dicho cuando entre sin saber que era lo que era. La biblioteca... Subí tres pisos. Debo tener carnet. Por ser la primera vez me atienden con el DNI. Leo. Un par de horas. Bajo. Escucho unos cajones peruanos en el segundo piso. Me quedo extasiado... Ahí pude filmar a Richard Balahoni, el director... tocando el cajón peruano. Me acerqué al director. Quiero que me permita filmarlos mientras están practicando. Perfecto. Dentro de unos tres minutos comenzaremos. Llegará más gente, será mejor. Los tres minutos fueron casi una hora. No llegó más gente. Los que allí estaban fueron todos. Salieron del cuarto donde conferenciaban. ¿Dónde me pondría para filmarlos? No había mucho espacio para ello. Escogí un lugar que me permitía un ángulo bueno, teniendo en cuenta lo reducido del lugar. Salieron a bailar. La mayor parte del tiempo no podía verles la cara, pero si me hubiera puesto adelante no les habría visto nada... sólo las caras o los pies o... donde me coloqué estaba bien. No les dije nada. Ellos solos buscaron su comodidad y la mía. Todo fue improvisado. Me gustaba que fuera así. Podría ver su capacidad de improvisación o de enfrentarse a los momentos inesperados. Por la manera cómo reaccionaron, me di cuenta que siempre me estuvieron esperando...





EL HOMENAJE
Llego a duras penas a la parte más alta del cerro. Nunca me ha sido tan difícil realizar un ascenso. Recién he llegado el día anterior a Huariaca. Los chicos de la escuela secundaria quieren enseñarme su más hermosa ruina: Yarush. ¿Cómo negarme a acompañarlos? La subida la hago muy lentamente. Ellos van y vienen a mi alrededor, jugando, sin dejar que yo quede, en ningún instante, último. Siempre hay algunos de ellos detrás mío. Aunque sea se sientan a conversar mientras yo realizo mi penosa ascensión a la cima. Llego. En los últimos tramos de la subida, siento el frio viento de las alturas que me azota el rostro cariñosamente. En la cima, me siento a conversar con ellos y a jugarles el i ching. Un ave hermosa, grande, revolotea alegremente sobre nuestras cabezas. El cerro –los cerros son hembras en Huariaca- nos muestra su alegría de esta manera. Los chicos me enseñan la puerta de entrada al cerro... sin yo imaginar que lo es. Mucho después -cuando ya me había alejado de Huariaca-, viendo las fotografías, recién que me doy cuenta porque me enseñaron otra entrada de otro cerro al que quisieron también llevarme y me dijeron que lo era. El viaje a Huariaca lo hice en honor y representación de mi querida amiga Cecilia Bustamante, a quien homenajeaban en ese lugar donde paso imborrables años de su infancia porque se sienten orgullosos de ella. Cecilia ya te has ido pero sigues tan presente... ¡tan presente!






EL ROCINADO

He caminado por lugares que trazan con amor dioses desconocidos… ¿Dónde he estado tanto tiempo? ¿Existo? Me duele la cabeza sin razón, sin motivo. Tengo la lengua herida por el silencio que me acongoja. Mis ojos hablan... He buscado, también yo, seguir la huella dibujada por el aliento. ¿Dónde está esa emoción decantada por los distanciamientos que se yerguen más allá del mañana? Despierto siempre después del mediodía. Me ha sorprendido Zaratustra. La serenidad ha huido de mi vera. En los andares vesperales inciertos, he encontrado que no soy yo quien camina sino aquel que nunca he sido. Mi pluma traza imaginarios deslices donde solamente vuelca aquello que sale de mi bolsillo desfondado. He caminado por lugares que jamás visite, sin saber que caminaba. ¡Oh los caminos invisibles de la razón extraviada! ¡Oh los sueños no hollados de la vida siempre ajena! En silencio grito “adiós” a un yerto ayer y doy la bienvenida a un fecundo mañana. Ya no hablaré más... Ceñiré la adarga y la lanza imaginarias que don Quijote hiciera real. Véspero me espera. Abrazaré al primer ser humano que encuentre. Comenzaré a cabalgar en una bota del rocinado. ¿Dónde he dejado mi cabeza?



LOS GALLOS

Yo nunca supe lo que era la afición a los gallos. No lo sé aún ahora. Mi padre era un gran aficionado a los gallos de pelea. De pronto descubrí que él tenía esa afición… cuando apareció con unos gallos que no sé de dónde sacó. Gallos finos, que ganaron muchas peleas. Antes de traer sus gallos jamás se habló en casa de ellos... En Ica me fue viniendo a la cabeza este recuerdo. Por la gran afición que hay allá. Por la lectura que repetidas veces hice de “El caballero Carmelo” de Abraham Valdelomar. Fui comentando en clase todo esto. Así vino a mí aquello que parecía ya completamente olvidado… porque pude observar la pasión de los alumnos por este tema. En aquellos tiempos, nosotros vivíamos muy cerca de donde hoy vivo yo… unas casas más allá. En esta urbanización poca gente vivía a inicios de los sesenta. En los setenta estaba ya completamente habitada. La casa donde fuimos a vivir la consiguió mi padre de un amigo suyo de las peleas de gallos: era su casa y nos la alquiló. Nosotros casi siempre hemos vivido en casas alquiladas, como la mayoría de los peruanos que siempre vivieron en los sectores populares. Esta era casa grande y adecuada a la numerosa familia que éramos. Tenía un patio pequeño en la parte posterior. En ese pequeño patio mi padre había hecho su galpón. No sé cuántos gallos entraron en ese lugar. Las jaulas estaban unas encima de las otras. Llegaban casi hasta el techo. Mi padre trabajaba muy de madrugada. Llegaba a casa muy temprano. Se ponía a mirar amorosamente sus gallos. Se paraba con las manos metidas en los bolsillos, la espalda apoyada en la pared, la cabeza un poco ladeada o levantada, según los casos. Veía a las gallinas que estaban empollando. Revisaba los huevos. Los volvía a colocar en su lugar... A los polluelos, los preparaba para sus futuras peleas. ¡Con qué cariño los entrenaba! A sus gallos les daba comida especial. Nada de darles aquello que vendían las tiendas como alimento para pollos. Todo su alimento era natural. Los curaba, cuando se enfermaban, con medicamentos para seres humanos que le recomendaba mi hermano -que estudiaba medicina- o con aquellos que le recomendaban los otros galleros. Prácticamente nunca usaba medicina veterinaria, salvo casos especiales. Cuidaba mucho las filudas navajas que usarían los gallos para las peleas. Sus gallos solían ganar en el coliseo informal. Hasta allá los llevaba cargados como si fueran unos bebés. Pero… eran demasiados gallos para la zona donde vivíamos. El canto mañanero de los gallos despertaba a todos en la zona. Los despertaba mucho antes de la hora que tenían para ir a trabajar. Los vecinos se comenzaron a quejar repetidamente. Los patrulleros llegaron a casa muchas ocasiones para decirle a mi padre que tenía que sacar los gallos de la casa. No había más remedio. Mi padre tenía que deshacerse de los gallos. Mucho sufrió con esta decisión. No le quedaba más remedio que tomarla. Pero no vendió sus gallos. Ni los regaló. Los quería demasiado. No podía hacer eso. ¡Nadie podría quererlos y tratarlos como él! Mi padre le dio los gallos a mi madre... para que los cocinase. Los gallos de pelea no fueron más al coliseo. Entraron a las ollas de mi madre. Nosotros nos alimentamos, durante algún tiempo, con la estupenda carne de los gallos de pelea de mi padre. Tenían una carne riquísima y de una textura pocas veces encontrada. Pero mi padre... mi padre jamás comió a sus gallos... ¡jamás!






¡TaAN SOLO!
Camino. Cabizbajo camino. Este jardín lo conozco tanto. ¡Tanto! Solo. Estoy solo. Demasiado solo. Miro a todas partes. Buscando. Buscando. No sé qué busco. Nadie. Nadie. ¡Solo! Estoy solo. Terriblemente solo. No sé qué hacer. Los árboles del jardín se columpian como hojas. Inexistente viento. Para aquí y para allá se mecen. Yo no. Estoy allí. Caminando. Parado. Sentado. Pensando sin pensar. ¿Dónde estaría? ¡A mí qué me importaba dónde estaba! Estaba saliendo ya de la ciudad en ese momento. Imaginaba cada tramo por donde el ómnibus pasaba. ¡Yo no sé dónde! ¡No me importa! De pronto… escuché esa voz. Era su voz. Era su nítida voz. Aunque no se encontrase allí, allí estaba. Aunque no la podía ver, viéndola estaba. Su invisibilidad era dolorosamente presente. "Tú conoces la respuesta, pero nadie te hará esa pregunta". Lo dijo cuando estábamos en el cine. Hacía ya tanto tiempo. ¡Tanto! Sé que lo dijo. Nunca me miró ni me habló. Sé que lo dijo… Es todo. Me lo dijo en el silencio de la expectante sala que se concentraba en la película. La escuché perfectamente. No le respondí. No comenté nada. ¡No quise! Terminó. Salimos. Caminamos lentamente. Abordamos el taxi. Llegamos. Sacó sus cosas. Nos dirigimos adonde no deberíamos ir nunca. No quiero ir. Ella se va. Ella se va. No quiero ir… Yo conocía la respuesta. Es lo que decía. Pero, no había preguntado nada. Nada. ¡Jamás pregunto! Sé que no había dicho nada en el silencio que atosigaba la sala de cine. Lo sé bien. No quería preguntarle nada. Su alejamiento era evidente. ¿Dónde estaría en estos instantes en que no estaba? La puedo recordar perfectamente. La última… la veo subiendo al ómnibus. Lima. La trae a Lima. Es la imagen. Perdura. Imagen del alejamiento. Ni un mísero adiós. Nada. Sus labios no se movieron. Nada. Nada dijo. Jamás dice nada. Nada. ¡Nada! Me mira sin verme. Yo no existo. ¡Jamás existí! ¿Qué es lo que yo veía en sus ojos ver? La espera en Lima. Siempre la espera. Se va. Sin siquiera una mirada de despedida. Se va. No está. No puedo verla. ¡No puedo! Ha subido complemente al ómnibus que emprende rauda marcha. Se va. Se va. ¿Por qué el ómnibus quiere irse tan rápido? ¿Por qué tan rápido ahora? ¡Hasta el ómnibus está contra mí! Nunca había emprendido tan veloz huida. Desapareció casi inmediatamente. No quise mirar más. No se podía ver. No me hice esa pregunta jamás. Pero estaba marcada con fuego en mí. Sólo que... antes de este instante, jamás supe de qué pregunta se trataba. Incluso ahora. Me siento feliz. Me he librado de ese tormento. No quiero que se quede. ¡Me habría dado tanto gusto si se hubiera quedado! No quiero que se vaya. ¡Quiero que se vaya! Quiero que no vuelva nunca. Di media vuelta. Caminé ese sendero que tanto conocía. Lo habíamos caminado juntos. No era el mismo sendero. ¡Jamás sería el mismo! Yo no era el mismo. ¡Nunca sería el mismo! No quise mirar. Camino hacia mi habitación. Lloro mi dolor…



LA LUNA EN SU ARREBOL
¿Ves la luna cómo se mete en su arrebol? Me gusta contemplarla así. Me gusta mirarla cómo me ve. Como con vergüenza. Como si estuviera mostrándome siempre su lado oscuro. ¡Mírala! Mírala. Nos está guiñando los ojos de ese único ojo que jamás le he visto. ¿No quieres que nos tomemos las manos y...? ¿Viste la locura en que me encuentro desde que te fuiste? No. No. Tú eres incapaz de ver lo que jamás fuiste capaz de ver. Te he dado todo lo que tenía... aunque jamás tuve nada. ¡Todo te lo di! ¿Lo recuerdas? No. Tú nunca recuerdas lo que nunca ha existido. ¿Por qué alguna vez no puedes acordarte de lo que jamás ha pasado? ¿Por qué? Si pudieras verme con los ojos de la luna. Si tuvieras el corazón de la luna. Si... ¡No! Tú jamás serás capaz de ver lo que no existe. Por eso es que nunca me viste. Andábamos juntos. Nunca me viste. ¡Con qué ternura me mirabas! Cuando salimos a bailar... ¡No me toques! Yo simplemente bailaba. Como se acostumbra. ¿No me toques? Pasaron los años en esos pocos días que nos veíamos. Necesito adelgazar. Yo no te veía gorda. ¿Necesitas adelgazar? Te miro una y otra vez. ¿Necesitas adelgazar? Pienso en la luna. ¡Qué hermosos momentos pasé en mi niñez! ¡Contemplo la luna echado en la vereda! Tú nunca comprenderás el encanto de los momentos simples. La niñez encantada. Jamás podrás ver la luna como yo la veo. Te marchaste. La luna se queda conmigo. No estoy solo. ¡No estoy solo! ¿Cuántos años han pasado ya? No importa. Nunca sé en qué día vivo. Busco nuevas emociones. Nuevos horizontes. Allá. Allá lo he visto. El horizonte… el horizonte al que me tengo que encaminar. Te he olvidado ya. ¿Por qué te empeñas en regresar? Nunca estuviste. ¡Nunca! ¿Recuerdas lo solo que estaba cuando me encontraba contigo? Todos veían mi soledad. No me lo decían. Yo lo leía en sus ojos. En sus rostros. ¡Esos rostros me persiguen! Esos rostros son tu propio rostro. ¡Tu rostro! Hace mucho tiempo. Ya no lo recuerdo. Vivo al día. Hace mucho tiempo. No tengo días míos. Nunca tuve días míos. Hoy es mi día. Emprendo un nuevo camino. Soy diferente. He abandonado los días que nunca fueron míos. Mi horizonte es el mismo. Yo soy diferente. ¿Viste la luna? ¿Viste su arrebol? Me gusta la luna. Me complace contemplarla. Soy nuevamente niño. Voy naciendo de nuevo. Voy naciendo así, como con vergüenza. ¡Soy feliz!



EN EL HORIZONTE...
Pronto no estaré donde siempre he estado. Viviré de manera diferente. Me iré porque ya el camino he comenzado a caminarlo. La esperanza me espera donde radica la emoción desconocida. No quiero decir adiós a lo que nunca estuvo conmigo. ¿Dónde quedarán las estrellas dionisiacas? He visto tus manos estiradas hacia mi vera. Me estaba ahogando. Me han salvado. No vivo sino porque vivo. No muero sino porque muero. Ahora viviré porque siento vivir. Ahora moriré porque... ¡Yo no quiero morir! ¡No quiero! La vida me ha tendido su mando de gules. ¿Viste el tigre que tiernamente me abrazaba con sus garras de acero? No iré adonde mis antepasados moraron. Ellos vienen a mí. Vienen a quedarse conmigo. Vienen porque... porque... ¡vienen porque yo no quiero ir! La distancia es un horizonte imaginario. Allí me encuentro ya. ¿Alguna vez el horizonte restregó sus velos imaginarios en mi rostro? Yo voy hacia donde me encuentro. ¡Voy! Deja que sueñe en lo que existe cuando duermo. No quiero estar sin un adiós. Es el adiós que me doy. Es la partida que se yergue en la mañana inopinada de ese adiós. No busques sino aquello que te di cuando nunca te daba nada. Búscame a mí en la estrella que amanece cuando te acuestas. Búscame donde Véspero acuna tus despertares. Búscame en la voz encanecida del recuerdo. Búscame donde jamás me encontrarás. Yo ya no vivo en el pasado. Soy todo pasado. Busco nuevos amaneceres. Soy todo amanecer. ¡Soy el pasado que amanece diferente! ¡Soy! ¡Yo soy! El horizonte se levanta. Me da la bienvenida. Los vaqueros cantan tristes canciones. El oeste enriquecido los espera. Pletóricas emociones. Uno se entristece cuando va hacia la alegría. Es difícil dejar el dolor. No hay más dolor en el horizonte. No hay sino esperanza. Pandora me dio su caja, yo la abrí. Los males se fueron. Yo tengo la esperanza. No tengo más a Pandora. ¡No la tengo! Afrodita: tiéndeme tu manzana. No dejes que Alejandro sea el único que la muerda. ¡Deja que peque con el fruto de tu vida! Estaré donde las Hespérides no me esperan. Mi jardín está lleno de tu vida. ¡Dame tu manzana Afrodita! ¡También yo quiero pecar! Pronto no estaré donde siempre me has esperado. ¿Por qué jamás vi tu rostro anhelado? Hacia ti me dirijo. Viviré como no he vivido antes. Seré diferente. El camino se ha abierto. He comenzado a caminar. La esperanza me espera. Me espera la emoción ¿desconocida? Pandora se ha ido con Epimeteo. ¿Dónde están las estrellas dionisiacas? ¡Espérame! ¡Espérame Afrodita! Espérame. Tiéndeme la manzana del hola. ¡Mucho tiempo he vivido en el adiós! Viviré como no he vivido antes. Seré diferente. Lo sé. Seré diferente. ¡Seré diferente! Seré diferente… La distancia es un horizonte imaginario. Allá me estoy esperando ya.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La discriminación en el Perú



El Perú es un país de contrastes profundos. Podríamos sentirnos tentados a decir que los profundos contrastes de nuestra geografía se reflejan en la diversidad de naturalezas que nos caracterizan, en la diversidad de naturalezas que caracteriza a la población de este país.
Los textos de Wilfredo Ardito Vega que estamos publicando en Tutaykiri, nos permiten apreciar esa diversidad existente en las formas de pensar, de hablar, de actuar, etc., que tenemos los peruanos.
Tenemos que reconocer hoy, que nos ha impresionado siempre la peculiar manera que tiene Wilfredo Ardito para desarrollar los temas que aborda. Su acuciosidad nos lo revela como un incesante indagador de las constantes de la vida. El ser humano se muestra en sus textos en la más extensa dimensión. Por todo ello, nosotros nos lo imaginamos a él como alguien que perennemente lo está observando todo, como alguien que compulsivamente está indagando lo que sucede a su alrededor.



Si Aristóteles nos señala la curiosidad como uno de los principales elementos constitutivos del ser humano, Ardito Vega se nos revela en este aspecto como profundamente aristotélico., como profundamente humano.
Wilfredo Ardito se nos muestra, quizás por eso mismo, como alguien que está siempre en el ojo de la tormenta. Sus ideas son siempre discutidas, son aceptadas, son rechazadas… No hay nada que nos hable más claro, no hay nada que nos indique más cristalinamente la vitalidad de un hombre de pensamiento neto que una tal reacción, provocada por sus escritos. No se puede ser indiferente a lo que Ardito nos entrega en cada uno de sus escritos. Simplemente no se puede.



El Perú es así como Ardito Vega nos lo muestra con hermosa claridad. Y,
añadiríamos que, entre los sectores populares se usan también los términos “primo”, “cuñado”, “causa” y muchos otros que Ardito conoce perfectamente, pero que no ha creído conveniente insertarlos en sus escritos, en estos que damos a publicidad ahora en esta revista que acoge lo mejor que la inteligencia nacional –que se siente cercana a los temas que son de nuestra ciencia- está creando con la constancia pujante de quien quiere conocer y dar a conocer una sociedad que tiene que ser conocida para luego procurar cambiarla.
Los tres términos que hemos indicado denotan cercanía en los sectores populares. Y me han llamado la atención ahora que Ardito ha escrito algo sobre temas relacionados, porque, especialmente “primo” tiene una historia muy interesante que se remonta a la época en que Los castellanos son vencidos, humillados y empobrecidos por aquel rey que ellos consideraron siempre extranjero, aquel rey que despreció lo español: Carlos V y que reinara sin que su madre, Juana I de Castilla (llamada Juana la Loca), dejara de ser reina.




Cuando el emperador del imperio romano de occidente –o sea Carlos V- derrota a los castellanos, desprecia a los hidalgos, a la nobleza castellana y crea a los “grandes” –en realidad no los crea, sino que los destaca como el sector más importante de España, la nobleza que reemplaza a los hidalgos-, en base a la capacidad económica que tenían y, por supuesto, algunos hidalgos son tomados en cuenta… si se ponían incondicionalmente a su lado.
Por eso es que en don Quijote de La Mancha encontramos que se realza a esos hidalgos y se desprecia siempre a los grandes mencionándolos algunas veces explícitamente y otras veces haciendo alusión a ellos implícitamente o de múltiples maneras que no dejan duda de las intenciones del autor.




A los grandes de España acostumbraba llamarlos “primos” el emperador y
enseguida ese término prendió en los sectores populares –los esclavos por ejemplo-, como un término a ser usado con el mismo sentido que lo usaba el emperador.
Ahora se llama “primo” al amigo cercano, como se le puede llamar también “cuñado” o “causita”. Todos esos términos pueden ser manipulados por quienes quieren acercarse a alguien que tiene poder dentro de su ambiente, o por el que tiene poder para aprovecharse en algún sentido de aquella persona a quien denomina así.
Acabo de tener una experiencia interesante en Chincha, donde he podido comprender la gran identidad existente en la población con su gente y con sus manifestaciones culturales. A mis alumnos les dejé unos textos para que los analicen y me den su crítica, y a través de lo que me dijeron pude comprender lo que he manifestado. He aquí los textos aludidos:



1. En 1515 el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas, y propuso al emperador Carlos V la importación de negros, que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas. (Jorge Luis Borges: “Historia universal de la infamia”).

2. Noé se dedicó a la labranza y plantó una viña. Bebió del vino, se embriagó, y quedó desnudo en medio de su tienda. Vio Cam, padre de Canaán, la desnudez de su padre, y avisó a sus dos hermanos afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron el manto, se lo echaron al hombro los dos, y andando hacia atrás, vueltas las cabezas, cubrieron la desnudez de su padre sin verla. Cuando despertó Noé de su embriaguez y supo lo que había hecho con él su hijo menor, dijo:
“¡Maldito sea Canaán! ¡Siervo de siervos sea para sus hermanos!”
Y dijo:
“¡Bendito sea Yahveh, el Dios de Sem, y sea Canaán esclavo suyo! ¡Haga Dios dilatado a Jafet; habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán esclavo suyo!”
(Génesis 9:20-27, Biblia de Jerusalén).
(Nota: Cam es el padre de los pobladores de África, el continente negro, aunque él, como es obvio, no es negro. Sem, su hermano, es el padre de las poblaciones blancas, las europeas. Estos pasajes sirvieron como justificación y fundamentación para la esclavización de los negros africanos, antes de la llegada de los euorpeos a América y hasta el siglo XIX inclusive. W.S.).



3. Los primeros sacerdotes españoles que llegaron a América, pensaron que aquí habían encontrado el Paraíso perdido por Adán y Eva. Por eso llamaron a los hab
itantes de estas tierras “aborígenes”, del latín “Ab-origen” que significa “en el origen”, “al inicio”, “en el inicio”, que tiene el mismo significado que la palabra griega “génesis”, que significa también “en el inicio” y que es el primer libro de la Biblia, donde se habla inicialmente de la creación del mundo y del hombre y de la mujer, así como la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Con esta expresión ellos daban a entender que la narración de la creación de Adán y Eva, creados iguales y al mismo tiempo, se había desplazado a estas tierras cuando esos dos personajes fueron expulsados del Paraíso. Por esta razón el indio fue defendido por los sacerdotes, y por las razones que se consideran en la Biblia anteriormente, los negros fueron esclavizados… Aunque eso no libró a los indios del exterminio provocado por los españoles (Walter Saavedra).



Bartolomé de las Casas defiende a los indios y manda a los negros en su lugar, de acuerdo a fundamentos bíblicos. Obviamente, hoy en día la moderna teología no interpreta esos pasajes de esta manera.
Han sido mis alumnos, más de cien, quienes me han mostrado con sus reflexiones críticas sobre esos textos, en Chincha no existe prácticamente la discriminación racial. No niego que pueda haberla, solamente digo lo que he encontrado entre mis alumnos que podían hablar libremente ya que les he exigido desde el inicio de clases, hace más de un mes, que hagan precisamente eso.
En Chincha el negro dice abiertamente estar orgulloso de ser negro. En Lima el negro se ofende si le llaman negro, prefiere que lo llamen moreno. Claro, si en otros lugares de predomino blanco lo moreno es precisamente lo negro, en nuestro país lo moreno es algo más claro, algo así como el azúcar que llamamos “morena” o “rubia”, que vendría a ser lo mismo en ese caso. Aquí encontramos la discriminación del negro contra el indio, del indio contra el negro, pero también del negro contra el negro y del indio contra el indio.




Nosotros lo conocemos perfectamente porque formamos parte de los sectores populares donde hemos podido apreciar estas manifestaciones del racismo. ¿Cómo es posible eso? Yo siempre digo que no puedo discriminar al negro, al indio ni a nadie porque tengo de todos ellos.
Muchas personas que conozco saben perfectamente que también lo tienen, pero eso no les importa, lo que cuenta es el color de la piel, del cabello y los rasgos físicos. ¿Qué de raro tiene esto si el negro y el indio discriminan al negro y al indio respectivamente? Por eso es que solemos escuchar que se casan con alguna persona de piel clara “para mejorar la raza”.



Pero, por supuesto, no es un asunto simplemente de raza. Es un asunto económico. Los blancos son identificados como sectores que tienen el poder económico. Por eso es que cuando se les privilegia, en realidad se privilegia el dinero.
De allí que los nombres angloamericanos que se ponen los
peruanos –incluso algunos de los sectores más indígenas-, obedecen al hecho de considerar que un nombre tiene poder y puede cambiar el destino de la persona que lo detenta. Por eso un John Quispe puede significar que busca el destino de un norteamericano que se identifica como sector económicamente poderoso. Los nombres no son simples nombres pues, para esos sectores.
Claro que también existe una discriminación hacia los blancos también. Una actriz, que llevaba sus obras de teatro a los sectores más pobres de la población, se quejaba que en esos sectores muchos la discriminaban. Le decían: tú crees que mereces tenerlo todo sólo porque eres blanquiñosa, con ojos azules y rubia. Y la miraban mal. Yo también he escuchado esas expresiones, en la intimidad, aunque públicamente jamás se decían, sino cuando había algo que las hacía surgir.
Ahora solamente nos queda invitarlos a pasar a leer los tres textos de Ardito Vega que hemos publicado en Tutaykiri en esta ocasión.




AMIGO, JOVEN HIJITO, PATA...
Wilfredo Ardito Vega


-¡Amiga! –llamó mi colega inglés a la señora que atendía- ¿Puedes traer mostaza?
Yo sonreí, me contuve y al final me decidí a comentar:
-Se acaba de confirmar que en el Perú has parado sobre todo con sectores C y D.
-¿Cómo sabes?
Yo le expliqué que en los sectores A y B no es tan común llamar “amigo” a un mozo, pues implicaría establecer una relación horizontal o cercana, con alguien percibido como socialmente inferior. En el sector E tampoco es frecuente, porque nunca comen en restaurantes.



“Amigo” se emplea mucho en sectores populares limeños para dirigirse a un desconocido que por su juventud no merece el trato de “señor” y por su extracción social no merece el trato de “joven”. En algunas ciudades, se emplea prácticamente por todos los estratos sociales, acompañado de tú o de usted.
Si se dirige a una persona equivocada, esta palabra puede generar disgusto:
-¡Yo no soy tu amiga! –le respondió con frialdad una universitaria que conozco a una vendedora de Gamarra, que había osado espetar el consabido: “-¿Qué te ofrezco, amiga?”



Para personas como esta amiga mía, parte del encanto de Wong o Vivanda es que ningún empleado “igualado” emplea las expresiones usuales en los mercados: “amigo”, “casero”, “seño” o “señito”. En esos supermercados, los empleados se limitan a decir “señor”, “señorita” o “señora” o simplemente guardan silencio, como se espera de una sumisa trabajadora del hogar. Sólo cuando una verdadera trabajadora del hogar aparece en la sección carnes o embutidos, puede volverse a escuchar, pero despacio “-¿Qué te despacho, amiga?”.



Mientras amigo implica horizontalidad, joven revela la existencia de una relación jerárquica. Se trata de un término respetuoso (siempre acompañado por usted) dirigido a un varón no casado que tiene cierto poder (como una versión femenina de “señorita”). Por eso, las empleadas del hogar llamarán así al hijo de la familia donde trabajan, aunque sea mucho mayor que ellas (o les doble la edad, como sucede en mi caso). Sin embargo, también alguien que se considera en una situación social superior puede decir joven, como algunas mujeres de sectores altos y medios cuando al dirigirse a un mozo o un taxista.



Mientras joven es una palabra usada predominantemente por mujeres, entre varones existen diversas palabras (compadre, pata, socio, ‘on, flaco, broder, causa, cuñado, etc), que trascienden estratos sociales, carecen de connotación jerárquica y se usan entre conocidos o desconocidos, desde el emotivo“¡Tú eres mi pata!” hasta el indiferente: “Pregúntale al pata que atiende”. Maestro es la palabra que puede introducir una distancia, porque se usa con usted y la emplean las mujeres hacia un gasfitero o un electricista. Entre hombres, también suele tener un tono de falsa solemnidad.



A cierta edad, aparece el término hijito/a, normalmente para dirigirse a una persona más joven de condición social inferior. Lleva implícito el tuteo y suele encubrir un reproche: “¡Apúrate, hijita!”, aunque una señora más coloquial le dirá a su jardinero eficiente: “¡Te pasaste, hijito!”.
Los términos pueden cambiar con el tiempo. Por ejemplo, actualmente, sólo personas mayores llamarían “niña” a la cajera de una tienda. Otro cambio lo he visto en la última década en mi Universidad, donde los profesores hemos pasado de ser llamados “doctor” (tengamos o no Doctorado) a “profe” o, en el mejor de los casos “pro’sor” (aunque siempre de usted). Ahora sólo las secretarias y el personal de limpieza usan el “doctor”. En otra universidad, que prefiero no mencionar, algunas docentes se angustian al ser llamadas “Miss” por alumnos de colegios que tampoco quiero mencionar.




Últimamente algunos que pretenden ser progresistas llaman cholo a sus amigos (con el argumento que “todos los peruanos somos cholos”). Otros, más osados, recrean términos llamando a sus patas chicho o bróster.
En la vida cotidiana, uno puede pasar de ser señor a choche o de doctor a hijito en dos minutos, dependiendo de con quién esté alternando. A veces se produce en la misma persona un cambio abrupto, como sucede cuando un taxista empieza tuteándome y luego, por algo que dije (o por dejar propina) pasa al “señor”. Ocurre también a la manera inversa.



El problema con las expresiones coloquiales y el tuteo, es que muchas veces quien habla así con un desconocido pretende que le contesten de usted, estableciendo una relación vertical. Por eso yo prefiero decir “señor” y, cuando siento confianza con alguien como para tutearle, intento saber su nombre, sean alumnos, taxistas o colegas de la piscina. Por eso también, en la sierra, me resisto a mamita, papá o papacito lindo porque los siento como demasiado ambiguos, que se emplean tanto para señalar la superioridad o la inferioridad de una persona.
En una sociedad tan jerarquizada y discriminadora como la nuestra, aún las expresiones aparentemente horizontales pueden encubrir relaciones de poder.




¿COMO ENFRENTAR EL RACISMO HACIA LOS TURISTAS PERUANOS?
Wlfredo Ardito Vega.

Hace unos meses, al llegar a Písac en el Valle Sagrado, quise cambiar un billete de 100 soles y el único lugar que ofrecía este servicio era el albergue Samana Wasi (casa de descanso). Delante mío había una docena de franceses, a quienes el encargado entregaba fajos de billetes de 10 y 20 soles por sus euros o dólares. Cuando tocó mi turno, me miró con severidad y me dijo:
-Si quieres, te cambio tu billete, pero te cobro una comisión.
-¿Por qué?
-Porque aquí trabajamos para los turistas.
-Yo también soy turista.
-¡Mentiroso, tú eres guía! - me dijo desdeñoso y pasó a atender a otros extranjeros.
Indignado, pasé al hospedaje que había reservado, el Hostal Písac y la chica que atendía primero dudó que yo fuera la persona cuyo nombre estaba escrito y luego exigió que pagara por adelantado, evidenciando siempre el desagrado por mi presencia. Súbitamente su rostro hostil se iluminó, como el de un anacoreta ante una aparición: habían ingresado dos turistas extranjeros y empezó a atenderlos sumisa y sonriente.
-Qué amable eres con ellos, ¿no? -le dije y me marché, disgustado por ser maltratado sucesivamente en mi propio país.



La mala experiencia de las congresistas María Sumire e Hilaria Supa (RP 105) ante el mostrador de Iberia, refleja el racismo existente en la infraestructura destinada al turismo. Desde los “pubs” del Cusco hasta las discotecas miraflorinas, desde las playas de Zorritos (RP 24) hasta uno que otro restaurante en Puno, mozos, empleadas de aerolíneas o porteros de hoteles asumen que “el turista” tiene rasgos nórdicos y, a veces, orientales, y cuando llega un cliente peruano es percibido con sospecha o abiertamente discriminado. Para mantener alejados a los indeseables connacionales y, a los similares latinoamericanos algunos establecimientos difunden sus servicios solamente en inglés.
Por ello, si bien Paola Bolívar, Antonella Gonzales y Roxanna Sevilla, las empleadas de Iberia que atendieron a las congresistas, deben asumir su responsabilidad legal, sería un error reaccionar como si ellas fueran las únicas personas racistas del Perú. Es peligroso también explicar el racismo por el carácter extranjero de una empresa: la abrumadora mayoría de prácticas racistas en nuestro país son cometidas por peruanos hacia peruanos.



A nuestro entender, más que calificar a Iberia como una empresa racista, debe precisarse que su responsabilidad está en carecer de una política para enfrentar el racismo de sus empleados peruanos y esta política sería esencial para cualquiera que desee realizar negocios en nuestro país (RP 45), más aún para quien presta servicios a un público tan multirracial como el que aborda los aviones hacia España.
Un problema adicional que los permanentes incidentes discriminatorios revelan es la ineficiencia de las instituciones públicas que deberían enfrentarlos. En el caso de Samana Wasi, el procedimiento ante Prom-Perú fue inútil: no encontraron ningún establecimiento registrado con ese nombre, a pesar que aparece en todas las guías turísticas y está en plena plaza de armas de Písac.



En cuanto a Indecopi, el ciudadano que intenta denunciar un caso de discriminación deberán enfrentar numerosas dificultades. En primer lugar, debe pagar una tasa para iniciar el procedimiento, lo cual es injusto y disuasivo. En segundo lugar, la Ley 27049 dispone que pruebe que fue discriminado, lo cual es sumamente difícil. Si eventualmente hay una multa para el establecimiento infractor, ésta incrementa los ingresos fiscales y el denunciante no recibe ninguna indemnización.
Adicionalmente, algunos funcionarios de Indecopi presentan un servicio tan deficiente como el que muestra la caricatura de Perú 21 o son francamente hostiles hacia quienes osan presentar un reclamo. En este contexto es muy preocupante que Jaime Thorne, el nuevo Presidente de Indecopi señale que la institución será aún “menos intervencionista”, poniéndose a tono con las tendencias neoliberales que se han apoderado de este gobierno.



Están pendientes, por lo tanto, al menos cuatro modificaciones para evitar que las prácticas discriminatorias continúen: los reclamos deben ser gratuitos, la investigación de los hechos debe corresponder a Indecopi, los funcionarios encargados requieren un mayor compromiso y, en caso de disponerse una multa, al menos un porcentaje de ésta debería pasar al agraviado. Una sanción eficaz sería también suspender temporalmente la atención de los establecimientos infractores.
Finalmente, es fundamental que la Ley 28867 sea aplicada por el Ministerio Público y el Poder Judicial. El temor a la prisión puede generar un cambio en la conducta de propietarios de restaurantes, hoteles o discotecas racistas.
Si no se enfrenta seriamente la discriminación en los servicios turísticos, es preferible que el gobierno deje de establecer feriados largos con el argumento de promover el turismo interno, porque pretender conocer el Perú puede generar muchas experiencias desagradables a los peruanos.




¡BASTA YA DE RACISMO!
LANZAMIENTO DE LA CAMPAÑA "BASTA YA DE RACISMO EN EL PERÚ"

Wilfredo Ardito Vega

"He visitado muchos países", dice una bióloga alemana, "pero nunca había visto tanto racismo como en el Perú". Este testimonio coincide con el de muchos extranjeros. "Habláis mucho de vuestros problemas con Chile", comenta una española que lleva un año viviendo en Lima, "pero entre vosotros los peruanos os tratáis tan mal, que parecéis enemigos unos de otros".



De hecho, las muertes producidas durante el conflicto interno superan con creces las guerras externas que el Perú ha librado. Esta fue una de las reflexiones suscitadas a un año de la presentación del Informe de la Comisión de la Verdad, durante el lanzamiento de la campaña "Basta ya de Racismo en el Perú", Durante el acto público de lanzamiento, el psicólogo Jorge Bruce declaró: "Me atrevo a señalar que la actitud de mucha gente de Lima hacia los millares de muertes que se producían en la sierra no era sólo indiferencia. En el fondo, existía una fantasía de muerte, el deseo no aceptado que todos los serranos se murieran, se mataran entre ellos, y así seríamos un país distinto. como Chile". Esta fantasía del exterminio es recogida por buena parte de la publicidad que se elabora en el Perú, que elimina todo rostro andino, mestizo o negro.



Por su parte, Sofía Macher, ex comisionada de la Comisión de la Verdad señaló como ejemplo del terrible desprecio hacia la dignidad de millones de peruanos, las violaciones sexuales masivas hacia las campesinas. "La Comisión ha hallado 60 bases antisubversivas donde sistemáticamente se violaba a mujeres andinas y estos hechos están en total impunidad. Nadie ha sido condenado por lo que ocurrió y ningún militar siquiera ha aparecido públicamente pidiendo perdón por lo ocurrido". Ante un contexto similar, hace varios años que el gobierno japonés accedió a indemnizar a muchas mujeres chinas fueron indemnizadas por las agresiones sexuales cometidas por los soldados japoneses. Las autoridades peruanas se muestran mucho menos sensibles frente a la dignidad de sus compatriotas andinas.
La congresista Paulina Arpasi señaló el desprecio y la indiferencia frente a las demandas de los campesinos andinos, que muchas veces mueren por enfermedades o accidentes totalmente evitables. Manifestó su rechazo al programa de televisión La Paisana Jacinta, que ridiculiza a las mujeres andinas. Cabe señalar que este programa ha sido claramente condenado por los organismos de derechos humanos, debido a que presenta a la mujer andina como un ser sucio, vulgar, ignorante y violentos.



Por su parte, el congresista José Luis Risco recordó que en el lenguaje cotidiano existen muchas expresiones racistas, identificando la palabra "negro", con situaciones negativas o desagradables. Llama la atención que muchas personas no sean conscientes de ello, lo que también ocurre con el uso de apellidos andinos como insulto (Huamán). El actor Rafael Santa Cruz recalcó que muchas veces la población afrodescendiente parece invisible para las autoridades, al punto que, siendo el 2004 el año en que se cumplen 150 años de la abolición de la esclavitud, no existen mayores actividades oficiales al respecto.
Finalmente, un grupo de religiosos leyó un Decálogo con una serie de principios a tomar en cuenta en un país donde coinciden el racismo con la diversidad y que adjuntamos a continuación.



Los organizadores de la campaña anunciaron que los planillones pueden recogerse en la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y en el Instituto de Defensa Legal. En la página web del IDL se encontrará más información al respecto. Las firmas serán entregadas a las instituciones estatales directamente responsables de enfrentar esta problemática, como el Congreso de la República, el Ministerio de Educación, el Ministerio del Interior y el Poder Judicial. La fecha de entrega será el 10 de diciembre en el marco de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.





DECÁLOGO PARA UN CONTEXTO DE RACISMO Y DIVERSIDAD

Acogemos el don de ser parte de un país multicultural, como un don de Dios para nuestra patria; también conocemos que el "velado racismo y las actitudes de desprecio" (Informe CVR, 9) son una expresión del pecado social del que todos los peruanos somos responsables. Por ello, proponemos el siguiente Decálogo:




AMEMOS toda la creación en su diversidad y particularidad, porque refleja la grandeza, el misterio y la pluralidad de Dios.
DESARROLLEMOS modos de restablecer en nuestro país el respeto a las diferencias en verdad y justicia.
HONREMOS a todas las personas, sobre todo a los que sufren exclusión, acogiéndolos y respetándolos, porque son la imagen de Dios, que apela a nosotros hoy del modo más urgente.



CELEBREMOS la riqueza de nuestros pueblos, la hermandad entre diversos, los pequeños logros, las esperanzas menos razonables, porque entre ellos sigue Dios recreando la vida.
RECONCILIEMOS a nuestro pueblo consigo mismo, mediante un proceso que implica justa reparación a todo tipo de víctimas y penas legales a los victimarios.
APOYEMOS el coraje de quienes rompen las barreras que tradicionalmente dividen a uestro pueblo, porque en los y las líderes del cambio social se expresa el mismo espíritu de los profetas.
NO DISCRIMINEMOS por ninguna razón de raza, enfermedad, cultura, nivel social, sexo, religión, porque Cristo nos invita a formar un solo pueblo.


NO PERMITAMOS NI ACEPTEMOS que en la vida diaria penetren las pequeñas prácticas de marginación, porque de ellas nace un país racista, opuesto al plan de creación de Dios.
NO ABUSEMOS de los bienes de la tierra, porque ello esconde la arrogancia del que se cree amo y dueño de lo que le pertenece a Dios y a todos.
NO CODICIEMOS NI IMITEMOS el cuerpo o la apariencia de otros, mas bien reconozcamos la raíz del descontento con nosotros mismos y encaminémonos hacia la reconstrucción de una auténtica identidad peruana.
Elaborado por los religiosos jóvenes de la Conferencia de Religiosos del Perú.
Lima, 4 de agosto de 2004








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