NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


martes, 21 de julio de 2015

¿Remembranzas?


“La soledad es buena para crear, pero peligrosa para vivir. La nostalgia es conveniente para rememorar, pero no para sumergirse en ella. Felizmente, siempre tienes a tu lado y contigo un libro” (Rosa Avellaneda).

 
¿Adónde puedo ir hoy? En este momento yo estoy como estaba en Lima, hace unos años atrás, cuando dejaba mi casa para dirigirme a ningún lugar al que hubiera preconcebido ir. Ese fue –y todavía lo es en mi memoria- un tiempo maravilloso para mí, no importa qué tipo de problemas pudiera tener entonces, no importa qué tipo de bienestares me salen en los días que corren. La vida es una eterna búsqueda de la felicidad. Y cada uno tiene su propia idea acerca de lo que es la felicidad.  Para bien o para mal, todo el mundo va, o desea ir, hacia lo que no tiene en su vida... La vida es un juego de posibilidades en el que siempre se debe conseguir algo más. Llegar a nuestra meta no es el final de todo, más bien es el inicio de algo nuevo, porque siempre se nos abre un camino que no preveíamos, siempre hay otros objetivos que deben ser conseguidos. Parafraseando la canción de los Rolling Stones, podríamos decir que no existe plena satisfacción sino en avanzar siempre hacia el futuro, en ir hacia el horizonte que está más allá de nuestro presente, que difiere de él. Podemos sí alcanzar la felicidad, pero debemos conseguirla –debemos luchar por ella- en cada instante de nuestras vidas... lo que necesitamos, sobre todo, son sentimientos, sensaciones, pensamientos positivos y una actitud reflexiva. Aunque las cosas materiales en sí mismas no dan la felicidad, es difícil dejar de considerar que son parte indispensable de ella y, por ello mismo, no podemos ignorarlas, no del todo al menos. Buda y Lao Tzu necesitaron de las cosas materiales, en muy pequeña proporción es cierto, pero las  necesitaron (Buda mendigaba lo que le hacía falta)... ¿Qué tipo de fantasía nos gustaría vivir? Desde que yo era un niño quería vivir en diferentes partes del mundo y podía hacerlo, aunque sólo en mi imaginación, que no fue tan fructífera como la de Julio Verne por supuesto, sin embargo –con todas las limitaciones que tuve- pude hacerlo y fui capaz de viajar a cualquier lugar que yo deseara leyendo los libros de aventuras. Como la de don Quijote, mi vida fue tranquila casi siempre, hasta que pude empezar una vida pletórica de aventuras, hasta que vi que mis sueños parecían hacerse realidad, lo que sólo fue posible cuando dejé de ser profesor de la Universidad de San Marcos. La vida fue mi propio Rocinante: tomé el camino que ella eligió para mí, aunque pensé que era yo quien lo escogía, pero realmente no fue así. ¿Qué estaba loco? Eso siempre lo supe... Era finales de 1979 cuando dejé Lima y, después de una semana de viaje, llegué a Nueva York. Yo quería tomar la ruta que seguían los inmigrantes ilegales extranjeros que viajaban desde Perú, y así lo hice. Salí de mi casa -y de mi habitación, donde tenía mis libros amados, libros que leo todo el tiempo siempre de la misma manera que antes aunque ahora no lea mucho-, y de mi preciosa soledad... El tiempo no pasa por mi vida desde que estoy aquí. La ciudad donde estoy viviendo, como dije antes, es Nueva York. Desde el principio (quiero decir, desde la primera vez que estuve aquí), he descubierto que no hay ninguna otra ciudad como Nueva York. Aquí viven más de 130 diferentes culturas de todo el mundo. Esto es lo que más me fascina... Yo estoy siempre sumergiéndome en una realidad que se desprende de la fantasía (esta ciudad es llamada "La Gran Manzana"). Se puede ver Nueva York -parafraseando el título de una obra de Shakespeare-, como le guste a cada quien. Se puede encontrar en esta gran ciudad todo lo que se quiera conseguir, bueno o malo, pero has de precisar entenderla, debes saber mirarla de otra manera a la que estás acostumbrado. Éste es otro país, es otra cultura donde viven personas de diferentes partes del mundo. Se puede apreciar las características propias de cada uno de ellos... Sé de los  sufrimientos de los inmigrantes porque yo mismo los he sentido aquí desde mi llegada. Sé de las alegrías de los inmigrantes porque yo también he sido alegre en este lugar... He contemplado mi rostro ocultarse donde la tormenta es permanente. Me encontraba muy dentro de ella. Yo estaba sonriendo a pesar de los malos momentos que me han tocado vivir. Mas, siempre he sabido que los buenos y los malos momentos no son para ser vividos necesariamente por otras personas, sino por nosotros. Sí, esos momentos, definitivamente, son para nosotros mismos, que nos sentimos felices o tristes. Quizás no estemos acostumbrados a vivir vidas diferentes, diferentes a como han sido las que hemos tenido en nuestros países de origen. La vida tiene diferentes caras, necesitamos saber cómo hacer frente a cada una de ellas... Es absurdo que llevemos tantos años pensando en el pasado, viviendo en el pasado, pero lo hacemos a pesar de todo... lo veo todos los días no sólo en mí mismo, sino que lo aprecio en otros inmigrantes mucho más… Para la gente intelectual, acostumbrarse a vivir aquí es tanto más difícil aún que para otros (o lo creen así) porque está acostumbrada a estar inmersa en su soledad, estando acostumbrada a leer, escribir, pensar y hablar consigo misma en su solitud. Se trata de una vida loca –como era la vida de don Quijote-, lo sé. Mas, yo he visto a muchos de ellos (me refiero a la gente intelectual) cambiar su forma de vida porque andan buscando una diferente o, simplemente, tratando de huir de una vida que se le hace insoportable, que no les gusta y no desean. Dejaron su país buscando una vida mejor (ni más ni menos que como todos los que han salido)... ¿Qué era una vida mejor para ellos? Tal vez quisieron buscar algo que se mostrase como algo distinto, pero sin saber a ciencia cierta cuál era en realidad. Fueron -como el “Fausto” de Goethe- en busca de algo diferente sólo para darse cuenta, después de un tiempo de vivirla, que estaban equivocados. Pero lo hicieron a pesar de sus más íntimos pensamientos, lo llevaron a cabo a pesar de sus propios y reales sentimientos ¿o temores?... Érase una vez que mi fantasía se transformó en realidad, y fue muy duro para mí... Estoy recordando a mi padre ahora. Lo he tenido presente en mi mente durante mucho tiempo. La imagen que tenía de él era cuando estaba escuchando su radio de bolsillo mientras caminaba por las calles. Entonces yo necesitaba fervientemente... pensé que tenía que comprarme un radio de bolsillo como el suyo. Pues bien, ahora tengo uno que es justo como el que él tenía: el mismo tamaño, el mismo color y la misma marca. Para mí es hermoso: es tener la presencia de mi padre en mi vida, al menos de esa manera material. Me da alguna felicidad, me hace sentir cierta alegría… me ayuda a caminar en este camino difícil de cada día...
 

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East Elmhurst, New York, United States

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