Mi cabeza está revuelta con recuerdos que sí deseo recordar, pero que no tienen orden ni concierto
alguno, ya que todo se encuentra enrevesado como en un laberinto con muchas
entradas pero sin salida alguna. Yo no soy, no creo ser,
como el Minotauro que vive feliz en medio de la laberíntica soledad de los
años. Yo soy, según pienso, como Ícaro que busca la libertad e irracionalmente
encuentra la muerte por no reflexionar en los peligros que esa libertad trae
aparejada. Me digo a mí mismo: se libre pero ten en cuenta siempre los límites
que esa misma libertad conlleva… ¿Por qué no puedo contemplar la vida de manera
diferente a la usual y busco vivirla no llevando el agua de la vida para calmar la sed que me
atraganta? ¿Por qué los sueños de los cuales hablo no son en verdad sueños para
vivirlos por mí mismo…? Hay verdades que terminan siendo mentiras y mentiras
que se transforman en verdades. ¿Cuál es el límite entre unas y otras…? No me
interesa que haya orden en lo que hablo, me interesa hablar aunque sea desordenadamente
para buscar después, si eso fuera posible, encontrar el orden y, sobre
todo, comprenderme como nunca antes lo había procurado… Pienso que el día en
que la realidad interrumpa la verdad de los sueños de los cuales hablo siempre, pero
cuyas verdades son más reales que la misma realidad, en ese mismo día seré libre para encontrar lo que jamás he encontrado
anteriormente… Estoy aquí, sentado frente a la pantalla de la computadora de la
Biblioteca y no sé qué es lo que puedo decir, no sé lo que puedo escribir
aunque tenga la mente repleta de ideas que galopan en los otroras que formaron
parte de mi vida. Ya ha llegado el momento en que las sienes jamás despejadas se sienten a descansar de los
golpes con que los diferentes momentos vividos las han golpeado… Me siento en
el fondo de mi vida, sonrío algo sarcásticamente, miro la vacuidad de los días
que no se presentan y salgo a caminar por los senderos que el viento abre ante
mí… La belleza que rodea los contornos de nuestro desplazamiento por las calles
sincronizadas de la esperanza, esa misma belleza ha de marginar los espacios
desaprensivos que encontramos en el ir y venir de la serena quietud de lo
voluptuoso…
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