NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


lunes, 23 de enero de 2017

Los dias que corren... ¿corren?

Walter Saavedra


Ella me preguntó al verme: ¿y cómo va la vida?  Yo nomás le respondí: la vida va avanzando y yo voy con ella. Me miró en silencio un rato que me pareció interminable y luego cambió la conversación, por unos breves instantes, para después dar por terminado nuestro intercambio de palabras. La pregunta fue muy inesperada aunque no puedo decir que haya sido sorpresiva. Como que ya estoy acostumbrado a preguntas abstractas como esa y yo tiendo a responder también con abstracciones, claro que yo sé perfectamente que, muchas veces, con las abstracciones estamos dando a conocer el lado más íntimo de nuestro yo. Es que son muchas las ideas que visitan mi cacumen y, aunque se repiten insistentemente, a mí me suenan siempre como si fuera la primera vez que las escuchara, porque, aun cuando son simplemente pensamientos, los puedo escuchar con mucha claridad, como ha de sucederle a todo el mundo. Claro, involucro a los demás porque no quiero sentirme diferente, a pesar de saber bien que cada uno de nosotros es muy diferente dentro de nuestras similitudes… Se me vienen a la mente recuerdos de cuando yo era estudiante, tiempo en que iba descubriendo el mundo constantemente, ese mundo que ya todos conocían, pero que cuando uno lo va conociendo más íntimamente, entonces se abre en una dimensión anteriormente desconocida y, por tanto, nueva para nosotros, que no somos los demás, por cierto… He escuchado no sé cuántas veces el discurso de toma de posesión de la presidencia de Donald Trump y ahora voy a comenzar por leerlo, tampoco sé cuántas veces más, para ver qué de nuevo descubro en sus gastados planteamientos que han sido repetidos en diferentes contextos por tantos como él o por tantos tan diferentes a él ¿eso ya qué importa?  Él muestra muchas contradicciones flagrantes en lo que dice, y no le importa contradecirse ni a él ni a quienes lo rodean (y no me refiero por cierto solamente a sus asesores). Empero es evidente que Trump sí tiene ideas muy claras de lo que desea hacer (aunque prefiera “hacerse el loco”, como decimos los hispanos) y lo ha mostrado escogiendo a las personas que lo han de rodear, que muestran predilección por ideas discriminatorias de diferente tipo y por los afanes guerreros que el mismo Donald Trump ha ido manifestando desde sus inicios. Él no es ningún loco, pero manipula la locura, es decir las sinrazones, para dar una sensación de cordura trastornada que tan normal resulta en nuestros tiempos. Trump quiere marear a la gente en una borrachera triunfalista para que nadie se dé cabal cuenta de lo que realmente está haciendo. Con el discurrir de los días vamos viendo su empecinado afán de seguir siendo una estrella de televisión que ha saltado con éxito a la plataforma de la política, tal como Ronald Reagan, en su momento, saltara del cine a la política. Mas Trump se apresura a marcar las diferencias sabiendo que no podrá claramente borrar los ligamentos que los unen. Claro, mientras que Reagan sabía que no estaba actuando en una película siendo presidente, Trump piensa que el ser presidente es la mejor de sus actuaciones. Él quiere emborracharse escuchando las ovaciones del público (y si no hay esas ovaciones desenfrenadas que espera, bien que se las inventa él mismo porque, en eso, Donald Trump es muy pródigo), de ese público que deglute con gusto cualquier cosa que él quiera darle porque se identifica con sus ideas sin sentido, y porque lo ven como uno más del común de los mortales sabiendo que es diferente. ¿Qué dirán de él los que nunca dicen nada? ¿Qué hablarán de él quienes toman el silencio como bandera? Los días que vienen nos traerán con mayor claridad la realidad de que sus palabras sin sentido sí tenían sentido, que sus contradicciones no eran tales, que su idea fija resuena al lado del aullido del lobo hambriento incluso en medio del festín inabarcable de los días que recién comienzan con la abundancia y el olvido… Y, sin embargo, cada uno ve su propia realidad en las palabras que les son ajenas si son dichas entre lisonjas y bienmesabes. Y la vida continúa su marcha, los ya casi olvidados guerreros del pasado se posesionarán férreamente del presente y los perros furiosos, hambrientos de sangre, abrirán el camino empedrado por el fuego de una dicha hecha jirones… ¿Y mi vida sigue acaso igual? Por supuesto que no, mi vida (como la de todos los demás) está entrando en un corredor terrible que está encerrado por la oscuridad que semeja una luz que todos ven y que nadie sabe que no existe… Yo miré la pequeña sala en que nos encontrábamos, su mirada se veía más dura que de costumbre, su voz resaltaba como trueno en el silencio del mediodía. Fue entonces que ella al despedirse no me dijo adiós, solamente bajó la mirada poblada de silenciosos despidos, se puso de pie, me señaló la puerta con un gesto de su rostro y… yo me fui a seguir con mi vida y a decir “adiós” a quienes buscan solamente holas en un mundo adormecido lleno de sinsentidos y pletórico de despedidas al voltear cada esquina de nuestras vidas donde las sinrazones tienen más sentido que las razones de quienes quieren hablar siempre con la lógica del carbonero… Como diría Sun Tzu, nadie puede alegrarse de que exista la violencia, al contrario, debemos combatir decisivamente su presencia…

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East Elmhurst, New York, United States

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