NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


jueves, 4 de agosto de 2016

En cualquier quimera...


Con todo lo que yo he visto en mi vida andariega (aunque sin salir nunca del lugar donde me he encontrado siempre) se podría hacer un cuadro que… solamente a mí me interese, lo sé bien, porque casi nada es lo que he visto y es mucho lo que imagino. La vida está llena de sorpresas y, para mí mismo cuando menos,  yo soy la más grande de las sorpresas.  ¿Se imaginan viéndome en el espejo imaginario, que son los demás, mientras miro a cualquier otra parte? Creo que me he encontrado con un narcisista de cuenta mayor, pero claro eso de acuerdo al mito griego de Narciso, no de la creación psicoanalítica que es diferente... ¿Cómo evitar el narcisismo que no surge de una admiración por uno mismo sino de una negación de lo que uno debería ser y no es? Porque yo soy lo que no soy y sigo siendo lo que siempre fui... Un día miraré al río de mi existencia y correré, con él, hacia el mar de la vida plena donde encuentre otro mirar, otro ser, otro yo que sea el mismo yo que ahora soy, pero en diferente tiempo… Acabo de recordar un poema que aprendí en el colegio y que, a pesar de los años que han pasado, no se ha borrado de mi mente, al menos no en algunos de los versos que me impresionaron profundamente. Un poeta dijo que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es… el morir. Una expresión verdadera pero con un punto exagerado de pesimismo donde solamente están la vida y su inevitable final que es la muerte y claro el poeta dice que morimos cuando nacemos.... Por supuesto, todo depende de cómo lo miremos, porque cada uno puede tener una interpretación diferente para esas palabras tan sencillas y tan llenas de significado. La simplicidad de la frase nos pone frente a la muerte como inevitable salida de la vida, pero entretanto ¿qué? Entretanto vivimos de la mejor manera que podemos, buscando siempre que esta vida sea la mejor dentro de las condiciones en que nos encontramos y perennemente luchamos -activa o inactivamente- porque esa vida sea mejor, siempre mejor. Luchamos contra el conformismo, pero sabemos también que en ciertas condiciones no nos queda más remedio que esperar lo que ha de venir, sin poder hacer nada para influir en los acontecimientos. El texto citado de Jorge Manrique nos sabe a pesimismo porque está insertado en su poema “Coplas a la muerte de su padre.” El contexto en que están insertas esas palabras que cité, el dolor que agarrota al autor, la actitud evidente de querer morir junto con su padre, todo eso nos lleva a pensar que es un texto pesimista. Por supuesto que dependiendo como se le mire y el estado de ánimo de quien lo lea, la interpretación puede ser diferente y hasta puede ser vista teñida de un optimismo que, para nosotros, no está  presente en el poema. Parte del poema dice: “Este mundo es el camino / para el otro, que es morada / sin pesar; / mas cumple tener buen tino / para andar esta jornada / sin errar. / Partimos cuando nacemos, / andamos mientras vivimos, / y llegamos / al tiempo que fenecemos; / así que cuando morimos / descansamos.” El dolor está inmerso en las palabras del autor en todo el instante en que escribe, un dolor causado por la desaparición física de su padre, a quien ama tanto. El poema entero es una muestra de ese duelo, un duelo natural que hace más llevadero nuestro dolor. Y si bien es cierto que toda pérdida conlleva un duelo, ¿cuánto tiempo puede durar dicho duelo? Todo ha de depender del momento y también de las circunstancias presentes. La vida no es una perita en dulce (dicho que acostumbramos decir en el Perú), la vida duele y el dolor crece mil horas por segundo (parafraseando –o mejor recordando- a Cesar Vallejo) a veces. Todo debe tener un final, hasta aquello cuya existencia nos ayudó a ser nosotros mismos, nos ayudó a existir, a reflexionar en todo lo que vemos y así vamos, sin quererlo, tratando de emular al rey Midas de la leyenda, buscando convertir todo lo que decimos en oro, un oro diferente, pero que igualmente terminará matándonos de inanición. Y en ocasiones, en medio del dolor, de la desesperación, del no saber qué hacer, quisiéramos emular más bien a Alejandro Magno, el rey macedonio, quien ante la imposibilidad de desatar el Nudo Gordiano de manera tradicional, optó por cortarlo con su espada y así, sin más ni más,  resolvió el problema que le planteaba el enigma de la conquista de Asia… La vida es así, pues no siempre los medios tradicionales logran solucionar los problemas sino que se tiene que recurrir a medios creativos, aunque (dicho sea de paso) ocasión hay en que uno quiere solucionar un problema de manera creativa cuando lo que en realidad se tiene que hacer es simplemente acudir a los medios tradicionales, que resultan siendo mucho más creativos por adecuarse a las circunstancias que se pretende resolver… No sé ahora a santo de qué surgió Jorge Manrique en este texto, empero yo sigo adelante con mi vida andariega, buscando aventuras en cualquier quimera. 

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East Elmhurst, New York, United States

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