Hoy, después de mucho tiempo, leí un diario sobre un
viaje a Egipto que muestra la realidad que allí se vive actualmente. Claro,
recién me explico por qué cuando a los arqueólogos yo les preguntaba algo sobre
la actualidad egipcia se quedaban callados y no era que les hiciera eruditas
preguntas sociológicas o económicas, no, eran simples preguntas que las podría
responder aquel que ha tenido contacto con las poblaciones que rodean los lugares
donde se realizan las excavaciones. Pero no había respuesta, y ese era el mismo
silencio que encontraba cuando les inquiría acerca de algunos detalles que se
podían apreciar en las fotografías que enviaban y de los cuales ellos no se
habían percatado o los habían pasado por alto. Los arqueólogos que investigan
en Egipto prefieren no tocar esos temas porque temen por la concesión que
tienen de trabajar en algunos lugares, pues son las autoridades egipcias
quienes tienen que dar o pueden revocar el permiso. Y los he visto, a los
diferentes investigadores, desplazarse en grupo yendo de un lugar a otro. Ahora
todo eso cobra mucho mayor sentido que antes. Los enigmas egipcios no eran
solamente aquellos que relata la mitología, sino también aquellos otros que son actuales, pero que callan los
arqueólogos… Egipto fue una civilización grandiosa, eso nadie lo puede negar, y
a mí me interesa conocer qué se ha hecho de esa grandiosidad, cómo se
manifiesta hoy en día, porque está aún ahí, tiene que estar ahí, viviendo en
cada acción que realizan los descendientes de la gran cultura faraónica del
pasado. Y muchos de quienes hoy en día trabajan en las excavaciones, son
descendientes de aquellos otros egipcios que trabajaron para las múltiples
investigaciones que se realizaron en el pasado, y no pocos de ellos ocupan los
mismos cargos que tuvieron sus padres y que a ellos les fueron, a su vez,
legados por sus propios padres (los cargos son ahora mismo hereditarios como
quizás también lo fueron en el pasado). ¿Cómo no vamos a encontrar
significativos detalles como éstos? ¿Cómo vamos a dejar de maravillarnos entre
el contraste de las pirámides con las simples construcciones de los egipcios
que viven en los lugares aledaños a esos magnos monumentos? Pero si se estudia
los restos arqueológicos de los trabajadores de, por ejemplo, el Valle de los
Reyes, ¿por qué no podríamos compararlos con las residencias actuales de los
trabajadores y buscar las razones del cambio que ha de haber tenido lugar? Quizás
aún hoy en día haya algún patrón arquitectónico que subsista al paso de los
tiempos y se haya impuesto a los cambios que las nuevas culturas o creencias
políticas y/o religiosas que han tenido lugar en este país de tan
antiguas tradiciones. En todo caso ¿qué clase de presente vergonzante se
esconde detrás de ese pasado tan grandioso? No creo que haya, en realidad, nada
de qué avergonzarse en el presente que se vive, en todo caso debe existir sí un
deseo de superarse. Pero
comprendo, por supuesto, que hay mucho qué temer de la veleidad de las
autoridades de quienes depende las autorizaciones para realizar investigaciones
en Egipto. Claro, son los mismos problemas (en unos son más que en otros) que
encuentran los investigadores que pretenden realizar su trabajo en nuestras
propias sociedades y hay (al menos entre los antropólogos), quienes han escrito
sobre el particular. Yo mismo he visto censuradas algunas de mis intervenciones
en algún grupo cultural cuando alguna autoridad egipcia manifestaba, muy
diplomáticamente por supuesto, que lo que yo decía iba contra sus ideas o
creencias (y conste que yo no decía nada acerca del Corán, por ejemplo, pero sí
hablaba de personajes bíblicos interpretándolos desde un lado antropológico). Con
sólo esos pocos –bastante pocos, por cierto- elementos que iban surgiendo como
al desgaire, nos íbamos dando cuenta de la problemática que existe en este tipo
de sociedades para las investigaciones, donde la opinión propia debe ponerse
siempre detrás de la palabra de algún autorizado investigador nativo. Es una
cosa que he contemplado a menudo en informes periodísticos o científicos
realizados en la propia tierra donde se investiga y dándose cuenta uno que de
ese simple mecanismo depende la posibilidad de seguir trabajando en el país de
que se trate. Por supuesto, estas simples consideraciones realizadas habrán de
ser negadas por todo el mundo, y solamente pasarán por observaciones de un
outsider.
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