NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


martes, 22 de noviembre de 2016

¿Confesion de parte?

Walter Saavedra

Estas palabras que vierto no son sino el reflejo inexistente de una vida que no llevo. Es la queja silente de un dolor que no siento. Es la expresión abierta del encierro en que no me encuentro... El cuarto de los mil espejos pareciera haber desaparecido de mi mente y no encuentro lugar alguno donde refugiarme de la hostilidad de los nuevos espejismos que no existentes desiertos clavan en mi alma… Me siento contrahecho en el mar se sensaciones que alimentan los ríos de la vida. Es un instante, solamente un instante el que me agobia mientras estoy escribiendo estas palabras que surgen como de una fuente sin origen alguno... Luego de escribir esto, no sé qué ha de ser de mí, mientras el caballo en que cabalgo corre desbocado buscando un destino que no encontrará nunca… Yo saldré ahora a caminar por estas calles llenas de gente que va buscando las honduras de la vida en las estrecheces de los amplios corredores que ven desplazarse sus añoranzas y los contemplan como buscando con la mirada lo que ya no puede ser… Hoy he venido a dar mi confesión de parte y encuentro solamente una mortaja inexistente esperándome en el espejismo incierto que inunda ese desierto que nunca he conocido y en que ha parecido convertirse el corredor de la vida que no camino. Todos los desiertos que han visto mi desplazamiento tranquilo sobre sus arenas, me han ofrecido siempre tranquilidad en la hermosura del horizonte y sueños dulces en la búsqueda de la distancia a la cual me dirigía sabiendo que no iba a llegar nunca… Salgo del dolor en que me adentro y nada está más allá que yo mismo en el instante en que más cerca me encuentro de la vida que busco. Puedo afirmar que soy feliz evocando los instantes que vendrán corriendo a mi encuentro. Soy feliz con la vida que llevo aunque la tristeza evocadora de las erinias con sus mensajes tanáticos no se aparten de mi costado. Es la tormenta del destino que se yergue en medio de la esperanza y no encuentro a Pandora para ponerme a buscar en el fondo de su vasija lo que reconozco que no tengo ahora dentro de mí mismo. La cabeza me da vueltas. Ahora me parezco a Jano y me estoy viendo como Aker ¿Acaso los griegos no le depararon una gran atención al Egipto que les mostraba sus riquezas gnoseológicas…? No sé si camino para atrás o para adelante en el sendero de la virtud que Confucio enalteció tanto y que Lao Tzu férreamente combatió con la suya propia. ¿Para qué voy a refugiarme en el pasado si puedo marchar incólume hacia el futuro desde este presente que me agobia tanto…? He visto el atardecer en tus ojos y no he podido contemplar el amanecer de tus labios sublimes. ¿Quién eres dulce damisela que te escondes en el reguero de luceros que rodean tu andar jamás contemplado? ¿Dónde está ese mundo errante que se esconde en el azul del cielo que la más de las veces no veo? La abstracción viene en mi ayuda en el instante en que nada concreto se presenta ante mi memoria. Quizás sea Dulcinea del Toboso destacando su belleza sin igual jamás contemplado por don Quijote y que yo busco sabiendo que me hundo en el mar de confusiones que el valiente caballero arrea hacia lo desconocido yendo por el mismo que yo me desplazo… Ya la torre del Parque Universitario no da la hora, ni los universitarios frecuentan más ese parque al que su innata presencia de otro tiempo le da nombre. Los bares que se alineaban cercana a la puerta de la Casona de San Marcos otrora, hoy tan sólo martagonean procurando sobrevivir, pero poco a poco van desapareciendo del espectro urbano que les dio cobijo en cierto momento… Ya ha desaparecido aquella mortaja que vestía el otoño en los senderos atravesados por el invierno. Un día vendrá Pandora de la mano de la esperanza y podremos soñar en aquellos sones que esgrimen los rayos del nuevo día. Yo… yo me alineo con la sencillez de Lao Tzu en contra de la diligencia petulante de Confucio… Ya no hay confesión posible en el seno de las terribles fauces de los cocodrilos que jamás he visto, todo no será sino alegría a pesar de que pueda entronarse la tristeza sin explicarme por qué habría de suceder lo que aún no acontece… ¿Vieron amigos míos cómo el escribir de esta manera nos brinda una gota de láudano para calmar la desesperanza que agobia el alma en los instantes en que uno más lo precisa…? Ayer, en ese ayer que jamás he vivido, los regalos de Pandora se adueñaban de los sueños que siempre mantuvimos en alto, pero sabíamos que lo más importante era buscar denodadamente en el fondo de su caja para encontrar la esperanza que habría de traernos la realidad esperada. Y aquí estamos, esperando el momento preciso de partir, porque ya nos indicaron que pronto se me acabará la hora y tendré que dejar la computadora en la que esto escribo. ¡Qué más da! Llegaré a casa y allí podré revisar con calma lo que sobrecoge a mi alma y que dejo graficada en cada idea no expresada que no me ha sido posible escribir. Ya va siendo tiempo de partir, me despediré pues, me despediré sin jamás decir adiós porque no me alejaré de donde me encuentro ya que siempre estoy en el centro de mí mismo, de la vida, de la certera ilusión hecha carne para alimentar nuestros sueños tan propios y que perviven a pesar de la negatividad que en ocasiones parece adueñarse de la vida. La vida se ha creado con sueños hermosos y con terribles realidades… He regresado a la biblioteca al día siguiente, empero ahora escribo en mi propia computadora y algo ha cambiado en aquello que continúa siendo igual a lo que siempre fue. La vida es, en cierta manera, como la veía Sócrates con su conócete a ti mismo y conocerás a los demás, aunque no sea del todo cierta esa expresión, sino que se nos presente como un retazo de una realidad que se ve empañada por los anteojos que llevamos desde jóvenes… Hoy es el día siguiente y ¡qué rara se nos presenta la vida que llevamos!

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East Elmhurst, New York, United States

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