Nuestro
Perú es ampliamente conocido por su pasado inca. El Incario, estuvo gobernado
por una élite de castas, en la cual el Inca era un personaje de procedencia divina,
siendo el suyo un gobierno teocrático, después de él estaban los sacerdotes y
una serie de personajes de menor rango que administraban política y
religiosamente el Tawantinsuyo.
Había
unas pocas ciudades grandes, llamadas llaqtas, como el Cusco, Cajamarca, Quito.
Había también otras de menor población y las más pequeñas comarcas, o aldeas, eran los sitios de vida de los ayllus,
como se conocía el grupo familiar mínimo del Perú prehispánico. Dichas llaqtas
eran atendidas en todos sus requerimientos por
grandes urbanistas, por eso contaban con
servicios de agua potable, alcantarillado así como del aseo constante de las
mismas y, por supuesto, no había contaminación del medio ambiente.
Luego
de la conquista, los españoles trajeron otro
sistema de gobierno que tenía su base en la dominación, y cuyo gobierno recaía
en los virreyes -quienes representaban al Rey de España-, los encomenderos y
otros de menor rango, que eran quienes administraban el Virreinato. En las
ciudades había un tipo de alcaldes que eran conocidos como los aguaciles
municipales y que se encargaban del ordenamiento, el ornato y la administración
de las ciudades. Los españoles fundaron
ciudades en todo el Perú, herederas de esas primeras ciudades, son las actuales
capitales de departamentos, provincias y distritos.
En
la República, se da un cambio en el sistema de gobierno, tomando como eje principal la “democracia” un sistema de gobierno
basado en los principios de los grandes pensadores griegos, por ejemplo, Heródoto nos recomendaba “procurar la democracia porque en ella se da
la isonomía (la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley) y la libertad de
expresión donde afirma que los responsables de gobernar la polis no son otros
que los mismos ciudadanos. Esa era la democracia griega”
pero en el caso peruano nuestros gobernantes son los herederos de los
conquistadores, una clase de poder que todavía subsiste, en la actualidad
aliados a los grupos económicos de poder.
Para
el caso específico de las alcaldías, hasta la década de los ochenta del siglo
pasado, los alcaldes eran personajes que no tenían ninguna remuneración, sólo
después se estableció que esos alcaldes tuvieran remuneraciones, mientras que
los regidores percibían una dieta, dependiendo de las ubicaciones e ingresos de
las ciudades, y se convirtieron en
botines para los postulantes, que tenían el claro propósito de sustraer fondos
de la realización de obras públicas para la ciudad, como pistas, veredas, agua,
alcantarillado y otros, que se convirtieron en manjares de propios de la
corrupción que hasta ahora es el país. Los corruptos han tenido, los famosos
porcentajes en la realización de cada obra municipal que todo el pueblo sabe y eso también les ha permitido favorecer
a sus aliados en las convocatorias y dar trabajo solo y únicamente a sus
“amigotes”.
Es
así como, a partir del año 2000, se han multiplicado los candidatos en Lima, la
capital de la Republica, y para la presente contienda electoral capitalina, se
inscribieron 20 candidatos para postular al sillón municipal, mientras que en
los distritos limeños ocurre lo mismo, así como sucede también en las distintas
regiones del país.
Estas
últimas contiendas electorales postulan muchos candidatos con el apoyo de
partidos que juegan el rol de (podríamos así llamarlos legítimamente) “vientres
de alquiler”, otros se presentan cambiando de bandera política y con “invitados”, para ver si de esa manera alcanzan los votos necesarios para llegar a la alcaldía.
Hay quienes están cambiando constantemente de color político o de partido,
otros se muestran camuflados en otros frentes que parecieran estar representando
un partido político mayor, y, en fin, hay muchos más personajes que postulan
siempre, sin lograr su cometido (convirtiéndose en candidatos perpetuos),
muchos otros siguen repitiendo el cargo, como en el caso del distrito de San Juan de Miraflores que va por la quinta
reelección… esta vez esperamos que los resultados sean diferentes.
Para
poder inscribir sus listas en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en el
periodo previo de recolección de firmas, los presuntos candidatos han entregado
dádivas a la población, especialmente en las zonas populosas, tales como
refrescos, fideos, atunes, camisetas, pelotas, comida, etc. La pregunta que nos
planteamos es: ¿De dónde obtienen tanto dinero para gastar en esas “dádivas”
que recibe un sufrido pueblo necesitado?
Luego
de la inscripción electoral de los partidos, se han de hacer gastos millonarios
en la propaganda en los carteles de las calles, radio, TV, periódicos,
revistas, etc. ¿Quiénes subvencionan esos gastos que ahora se llaman
descaradamente “inversiones”? Y no obviemos el hecho de que, antes del cierre
de campaña, hay muchos regalos que van con la propaganda, así como que se
contratan personas ajenas al medio local para la portátil, vehículos, bandas de
músicos. Por cierto que, para el cierre de campaña, se contrata artistas de
prestigio para embelesar a los votantes. Incluso, también el día de las
elecciones, se reparte alimentos y “estímulos” para los personeros.
Todo
lo anterior ocurre en Lima, la capital de la república, pero en provincias la
cosa es peor aún con la compra descarada de votos.
Viendo
las cosas de esta manera, los candidatos no representan auténticamente al
pueblo, o a los electores, la “democracia” no es real porque es un pequeño grupo
cerrado de partidos, o agrupaciones políticas, de entre los cuales han sido
elegidos los candidatos. Por supuesto, está el importante asunto de que, los
partidos que presentan a sus candidatos, también tienen que pagar para inscribirse,
por lo que no es raro que quien dé más esté en las primeras listas de regidores.
Y
como los partidos políticos corruptos, invitan personajes públicos de la Radio,
TV y prensa para poder obtener mayor cantidad de simpatizantes, entonces la
población tiene que votar o elegir a los candidatos que nos presenta el
JNE en sus cartillas y no sale de las bases o representando al pueblo, sino que
se elige al “menos peor.”
La
población, actualmente se encuentra confundida, no sabe a quién elegir, no lee
las propuestas de los candidatos, por eso es que, muchas veces, elige por
afinidad, es decir, elige a quien le simpatiza más, le cae mejor, es más guapo,
parece mejor hablado o salió airoso de la confrontación.
En
el caso de Lima, el debate que propició el JNE con la firma del pacto ético mostró
que algunos no cumplen con sus compromisos; es el caso de un candidato que no
asistió al debate del domingo 22 de setiembre del 2018, transgrediendo dicho pacto.
El
financiamiento de los partidos políticos o de sus agrupaciones puede ser
público, privado o corporativo, pero aún no hay transparencia. Dentro de este contexto el Congreso está
discutiendo una ley que tome en cuenta estos aspectos y que genere transparencia en el manejo de los recursos en
las campañas políticas.
Se
recomienda que viendo todo este panorama se haga la elección revisando los
antecedentes de todos los candidatos, debemos informarnos con detalle y elegir
a conciencia para no arrepentirnos.
Asimismo,
es importante que en cada barrio se genere la vigilancia ciudadana organizada
para impedir que continúen los actos de corrupción y estafa al pueblo. Es
también nuestra responsabilidad.
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