NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


sábado, 1 de mayo de 2010

Pisco: un Informe de campo de Jose Querevalu Miñan


José Querevalú Miñán es un joven antropólogo que no hace mucho tiempo ha egresado de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Desde que era un estudiante, él estaba desempeñándose ya en labores antropológicas que realizaba simultáneamente con sus estudios. Una de esas labores ha tenido como resultado este informe de campo que José nos ha entregado para publicarlo aquí en TUTAYKIRI, revista que se precia de tenerlo entre sus colaboradores.
José Querevalú es un joven de mente muy abierta, dispuesto siempre a aprehender todo aquello que sea preciso para desarrollar mejor su labor antropológica. Su dedicación al trabajo así como al estudio fue siempre destacada. En este trabajo en que estuvo participando, para realizarlo tuvo que ir durante tres días a la semana a vivir entre los pobladores del Asentamiento Humano "Vista al Valle", del distrito de Túpac Amaru Inca, en Pisco, ubicado en el famoso "Cruce", donde todos los omnibuses interprovinciales se detienen necesariamente para recoger y dejar pasajeros.
Pero José no ha estado investigando y viviendo precisamente en la zona del Cruce, sino en el Asentamiento Humano que tuvo que estudiar, que estaba -está- ubicado entre los ardientes y lejanos arenales, lugar que comenzó a ser poblado después del terremoto que tuvo lugar el 15 de agosto de 2007 y cuyo epicentro fue precisamente Pisco.
Hemos sido testigos de sus idas y venidas, a veces sacrificando los días lunes horas de clase en la universidad porque recién llegaba de Pisco. Lo hemos podido ver, sin embargo, la mayoría de las veces, llegar de Pisco e irse directamente a escuchar sus clases, luchando contra el cansancio de esa estadía de tres días y el viaje de más de tres horas que tenía que realizar.
Nosotros hemos podido contemplar con interés y agrado, su esfuerzo, su dedicación, su entrega para desarrollar esta labor, que exigía mucho de él y ponía a prueba constante todo lo que aprendía de sus profesores en las clases y fuera de ellas.
Hemos podido escuchar sus narraciones sobre las incidencias que tenían lugar en esa zona tan árida y ajena de los paraísos que todos aquellos -que no son precisamente antropólogos- buscan para trabajar o estudiar.
Lo hemos visto y escuchado contar orgulloso cómo alumnos de otras universidades se quedaban con la boca abierta de escuchar lo que estaba haciendo, sus concepciones, sus logros y luego más sorprendidos aún al saber que él era de la Villarreal.
Sorprendidos quedaban los profesores y alumnos de otras universidades que llegaban al lugar a hacer estudios pero que no vivían en los ardientes arenales sino que se hospedaban en los lugares cómodos de la ciudad de Pisco y solamente iban a pasar el día, a dedicarle el día a su trabajo en los arenales.
¿De de Villarreal? le preguntaban ¿tú eres de la Villarreal? Y no podían creer que alguien de la Villarreal, un estudiante, pudiera hacer lo que él estaba haciendo, con la dedicación, la constancia, la entrega con que lo hacía, fundiéndose con los pobladores de ese lugar tan pobre, viviendo con ellos, comiendo con ellos, jugando con ellos, estando en todos los lugares donde se suponía que alguien que llegaba de la capital no gustaría estar.
Es que la observación participante no es para él ni para sus compañeros una teoría simplemente (como es para muchos), sino que es una actitud, una norma de trabajo, una forma de vida. No necesitan discutir sobre eso, necesitan vivirlo.
Quizás los profesionales de otras disciplinas científicas puedan discutir teóricamente lo que es la observación participante -que está siempre en la base de todas las nuevas teorías que se crean sobre el trabajo de campo-, y pasearse con sus discursos por este y aquel aspecto del mismo, pero un antropólogo lo vive desde el primer momento sin necesidad de ponerse a pensar en qué es eso ya que lo ha internalizado.
Por supuesto que el antropólogo estudia teóricamente lo que es este método que ha caracterizado durante tanto tiempo a la antropología. Por supuesto que sabe lo que es en teoría, pero lo más importante para él es vivir la observación participante en la práctica creadora.
Esto es lo que está haciendo José Querevalú Miñán, esto es lo que hacen quienes fueron sus compañeros de estudio en la Universidad Nacional Federico Villarreal, esto es lo que están haciendo las nuevas hornadas de alumnos que salen de esta Escuela de Antropología que no tiene mucho tiempo de existencia en esta Universidad.
José Querevalú, no es limeño, aunque bien sabemos que hubiera hecho precisamente lo mismo que ha estado haciendo si hubiera sido de Lima, porque él forma parte de una pléyade de alumnos que sabe perfectamente lo que tiene que hacer y que tienen una dedicación y una entrega muy grande para el trabajo así como una vocación firme y nítida.
José Querevalú es piurano. Mucho le ha costado adaptarse a esta Lima que tan diferente se muestra a su Piura natal. Es que la vida no es tan fácil de vivirla como pareciera cuando uno la contempla externamente. Las diferencias entre Piura y Lima las ha vivido, las ha sufrido y las ha superado perfectamente bien. Quizás esta experiencia personal, -su venida a Lima para estudiar antropología-, le ha servido mucho para realizar su trabajo antropológico con el acierto con que lo ha estado desarrollando.
En la Universidad Nacional Federico Villarreal él ha contado con una serie de profesores que le han inculcado valores, sentimientos, actitudes que le han permitido ir perfilando las cualidades naturales que él tenía. Son esos profesores los que han modelado su carácter, aunque él sigue siendo como el que siempre fue, como todo piurano es: querendón, amiguero, dicharachero, bromista, en fin, lleno de vida y con muchos deseos de sobresalir en la profesión que escogió.
Yo recuerdo mucho a sus compañeros de aula, y a pesar de las diferencias políticas y de ideas que entre ellos existía, formaban todos parte de un conjunto animado e interesante que se dedicaba a sus estudios y pensaba muy seriamente en su futuro, porque estaban ya en el último año... que es precisamente este el momento cuando los conocí y tuve el honor y la gran satisfacción de ser su profesor.
Como sabe perfectamente toda persona que se ha dedicado a la enseñanza, cada grupo con el que le toca a uno trabajar, es diferente, tiene sus propias cualidades. Difícil es pensar en términos comparativos cuando se trata de los alumnos que uno ha tenido y a quienes aprecia y quiere. Puede destacarse esta o aquella cualidad, acordarse de las cosas que decían, de los silencios, destacar las miradas, las expresiones... muchas son las cosas que nos llaman la atención cuando estamos enseñando, muchas... demasiadas cosas. Habrá oportunidad de ir hablando de todos ellos, estoy seguro... y los recuerdos gratos se impondrán a los olvidos, aquellos olvidos que todo profesor tiene como algo natural porque el paso de los años, y la cantidad de los alumnos que uno ha tenido, no permite otra cosa.
Ahora, con mucha satisfacción y alegría, queremos entregar a los lectores de TUTAYKIRI este trabajo de José Querevalú Miñán, para que puedan deleitarse, junto con nosotros, de la labor que él ha realizado y vayan teniendo una idea de lo que se ha estado desarrollando en esta zona tan castigada por el terremoto que tuviera lugar el 15 de agosto de 2oo7.
Los dejamos pues, con el trabajo de José Querevalú Miñán.


http://www.scribd.com/full/30736229?access_key=key-nrlowotpnu3m9wf3ln0

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