NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


viernes, 28 de enero de 2011

Benita la Capadora, cancion de Jose Luis Prieto Neira



En el año 2005, si la memoria no me falla, abría sus puertas la Filial Ica, de la Universidad Privada San Juan Bautista.
El calor abrasador del verano iqueño constituyó un escollo bastante duro para poder trabajar el primer semestre, aunque luego ya nos fuimos acostumbrando... pero nunca del todo.
En el primer semestre de dicho año, entre los alumnos que tuve estaba José Luis Prieto Neira, alumno de la Escuela de Ciencias de la Comunicación. Su asistencia fue menos que regular.
Aunque sus notas dejaban mucho que desear, al conversar con él, se podía observar a un muchacho despierto y que tenía capacidad para conocer, como todos los chicos, pero que algo en él hacía que descuidara sus estudios.
Quizás fuera la forma tan en que desarrollaba mis clases simple –o la ignorancia supina que mostraba cuando las desarrollaba-, que hacía pensar que lo que yo decía no era nada importante, hasta que después, pasados los años, según iban recibiendo otros cursos, se me acercaban para decirme que lo que yo les había enseñado se lo estaban enseñando en cursos posteriores al mío.
Si lo anterior era verdad o mentira, yo no lo sé... lo cierto es que José Luis faltaba mucho a clases... lo que posiblemente hable a favor de mi ignorancia.
Como al inicio había tomado una especie de test para conocer los gustos y aficiones de los alumnos, así como algunas otras cosas más, y él me había manifestado que su hobby era componer, le puse como condición para poder pasar de año que me compusiera una canción sobre una leyenda de Nasca llamada "Benita la Capadora".
Le proporcioné el texto de la leyenda, que otros de sus compañeros habían obtenido en un trabajo de campo en Nasca. Ya no había más tiempo. Se había acercado, muy campante, justo el día mismo del examen, diciendo no sé qué de cosas para justificar no haber estudiado y pidiendo alguna oportunidad que ya no se la podía dar porque no se trataba únicamente del examen ese sino de algunos otras notas y de las inasistencias.
Es en ese instante cuando tomé en cuenta la leyenda, que justo tenía en la mano, y se la di para que hiciera una canción. Si tu hobby es componer, le dije, fácil te será hacerlo ahora.
Sorprendido, estupefacto diría yo, se retiró. Tenía que presentar el trabajo al día siguiente, porque yo no me quedaría más tiempo en Ica: tenía que viajar a Lima, como hacía todas las semanas y, en esta oportunidad, ya no regresaría sino para tomar los exámenes de aplazados.
Me imagino que él no hubiera querido decirle a su madre que lo habían aplazado, porque tenía que pedirle el dinero para pagar los derechos de examen. Y, luego de eso, yo no retornaría sino hasta el próximo semestre.
Tenía hasta el día siguiente. Justo en la mañana de este otro día, temprano, se me acercó con la canción ya compuesta. Con el rostro desencajado, los ojos soñolientos y la voz sin muchas energías, me entregó la partitura de la canción pedida.
Como quiera que yo no sé leer música, rechacé la partitura, le entregué mi grabadora y le dije que tenía que cantarla. Le señalé un lugar aislado para que fuera a cantarla. Algún tiempo después, se me acercó con la grabación.
En su voz se puede reconocer toda la tensión que lo aquejaba. No fue cantada pues en condiciones normales y, menos, en un estudio de grabación.
Dicha canción durante muchos años se las hice escuchar a todo aquel que encontraba en Ica, dentro y fuera de la Universidad, en la misma ciudad de Ica y en otras ciudades cercanas... hasta en Nasca la hice escuchar a muchas personas, y nunca nadie reconoció en ella algo perteneciente a otra canción.
Cada vez que comenzaba mis clases, inevitablemente la comenzaba con esta canción... eran clases de Antropología así que era bastante apropiada, máxime cuando había sido compuesta por un alumno como parte del curso. Era una manera excelente, por la forma en que era recibida por los alumnos, de comenzar el curso, de acercarme a los estudiantes...
Considerábamos que un curso como Antropología no podía ser tan formal como los otros cursos... Y no hablamos precisamente de Ciencias de la Comunicación, donde el alumno es de por sí informal en su comportamiento.
Mucho tiempo después, cuando me encontraba con José Luis, le hablaba de la canción y, en cuanto me escuchaba hablar de ella, en su rostro se dibujaba un gesto de rechazo que difícilmente podía esconder. No sé si el rechazo era a mi persona o a la canción...
Ahora opto por publicarla aquí, con una autobiografía que le hice escribir junto con la canción.
Walter Saavedra.


http://www.youtube.com/watch?v=vHwkIih136k


Jose Luis Prieto Neira

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