Quien tiene lo que no tiene, a sabiendas de que no hace falta tener para alcanzar, obtiene la sabiduría que le permite mirar hacia el cielo y contar las estrellas.
Quien es, a pesar de saber que uno nunca es lo que quisiera ser, adquiere la ciencia de subir hasta las cimas más altas, por el costado anverso de la montaña, porque desde allí lejos de divisarse la victoria, se respira la altura que nos hacer ser.
Quien camina sin tener otro sur que el norte que aún no alcanza le es dado saborear la rosa de los vientos y desde allí hacer travesía por los cuatro costados de los pétalos de una rosa única.
Quien no encuentra lo que busca, a pesar de haberlo encontrado, es porque no quiere perderlo. Pero a la vez es la certeza de que el encuentro es siempre un vuelo leve que no se detiene.
Quien nació en el mar, no existe en la inmovilidad de la tierra sino que se vuelve creciente de olas sobre orillas por conocer. Pero sabe a la vez que la dulzura de sus aguas le viene de las montañas a las que aún no ha ascendido.
Quien parte de donde nunca ha llegado es porque llegar es haber partido de otro costado del mismo corazón. Y porque finalmente partir y llegar se funden en el viento que hace mover las corrientes marinas, en su afán por dejar sus señales a orillas de un horizonte que no alcanza jamás.
Carta de Arguedas al rector y a los estudiantes de la U. N. A. L. M., Lima.
"Me acojerán en la Casa nuestra [la Universidad Nacional Agraria de La Molina], atenderán mi cuerpo y lo acompañarán hasta el sitio en que deba quedar definitivamente." Jose María Arguedas, noviembre de 1969.
“Considerar siempre el Perú como una fuente infinita para la creación. Perfeccionar los medios de entender este país infinito mediante el conocimiento de todo cuanto se descubre en otros mundos. No, no hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; [tenemos] todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdimbres y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores.”
José María Arguedas.
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1 comentario:
Quien tiene lo que no tiene, a sabiendas de que no hace falta tener para alcanzar, obtiene la sabiduría que le permite mirar hacia el cielo y contar las estrellas.
Quien es, a pesar de saber que uno nunca es lo que quisiera ser, adquiere la ciencia de subir hasta las cimas más altas, por el costado anverso de la montaña, porque desde allí lejos de divisarse la victoria, se respira la altura que nos hacer ser.
Quien camina sin tener otro sur que el norte que aún no alcanza le es dado saborear la rosa de los vientos y desde allí hacer travesía por los cuatro costados de los pétalos de una rosa única.
Quien no encuentra lo que busca, a pesar de haberlo encontrado, es porque no quiere perderlo. Pero a la vez es la certeza de que el encuentro es siempre un vuelo leve que no se detiene.
Quien nació en el mar, no existe en la inmovilidad de la tierra sino que se vuelve creciente de olas sobre orillas por conocer. Pero sabe a la vez que la dulzura de sus aguas le viene de las montañas a las que aún no ha ascendido.
Quien parte de donde nunca ha llegado es porque llegar es haber partido de otro costado del mismo corazón. Y porque finalmente partir y llegar se funden en el viento que hace mover las corrientes marinas, en su afán por dejar sus señales a orillas de un horizonte que no alcanza jamás.
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