Flor de Baile la llaman… Es una espectacular flor que por muy breve tiempo se abre a la luz de la oscuridad para ofrendar su belleza a quienes saben apreciarla y hacen fiesta de esta floración esperada todo un año.
Es una Flor cuya belleza y perfume halaga los sentimientos hermosos de quienes gozan del breve momento en que florece.
A la Flor de Baile se le considera símbolo de la ciudad venezolana de Cúcuta, aunque ya en dicha ciudad es muy difícil encontrarla, según testimonio de sus pobladores.
Gocemos pues con las imágenes de esta hermosa flor y, por supuesto, de las palabras que Mery Sananes nos hace llegar, palabras que parecieran convertirse en el mismo perfume que la Flor de Baile exhala en ese sublime instante en que nos entrega su belleza más trascendental.
Walter Saavedra.
Es una Flor cuya belleza y perfume halaga los sentimientos hermosos de quienes gozan del breve momento en que florece.
A la Flor de Baile se le considera símbolo de la ciudad venezolana de Cúcuta, aunque ya en dicha ciudad es muy difícil encontrarla, según testimonio de sus pobladores.
Gocemos pues con las imágenes de esta hermosa flor y, por supuesto, de las palabras que Mery Sananes nos hace llegar, palabras que parecieran convertirse en el mismo perfume que la Flor de Baile exhala en ese sublime instante en que nos entrega su belleza más trascendental.
Walter Saavedra.
Mery Sananes
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Todas estas imágenes de las flores de baile fueron tomadas
en la madrugada del día 24 de julio del 2009, en Caracas.
LA LECCIÓN DE LA FLOR DE BAILE
Esta madrugada, una vez más, como viene ocurriendo desde hace siglos desde que las hierbas cubren el planeta tierra, las flores de baile abrieron de improviso sus catedrales de luz. Y fueron los aguaceritos de julio los que apuraron su aparición en esta noche de luna nueva.
Lo sorprendente y extraordinario es que cada vez que ocurre este hecho natural, y propio de la naturaleza y sus leyes, el hombre se queda perplejo ante la belleza de esa explosión solar en mitad de la noche.
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Cuando uno admira y observa esa flor, uno vuelve sobre esa mágica maquinaria que somos. Nuestra estructura vital no es menos magnífica que esa visión. Y sin embargo la mayor parte de las veces ni siquiera nos percatamos de todo lo que se pone en movimiento con solo un pensamiento que se atraviesa a ras de las pupilas. Y colocarse a orillas de una flor de baile, de madrugada, ante una luna nueva, es como mirarnos en el espejo de nosotros mismos y sorprendernos de descubrir quiénes somos en realidad.
Sólo que la visión se apaga con la mañana. La flor recoge y resguarda el rubor de sus pétalos. Ha cumplido su labor, su inextinguible función de ofrendarles a los navegantes de la noche la lumbre de sus pistilos que como candiles juegan a robarle su encanto a estrellas. Y aguarda su nuevo ciclo. Y el hombre que la mira, también clausura su asombro, su propio milagro y vuelve a diluirse en su propia inutilidad.
Ojalá el hombre pudiera decidirse al fin, como lo hace en cada ciclo la flor de baile, a cumplir la función esencial para la cual fue creada su existencia. Para ver si alguna vez podemos equipararnos a esa dimensión de la belleza, la armonía y la trascendencia.
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Tomaso Albinoni / Adagio
http://www.epdlp.com/asf/albinoni1.wmv
http://www.epdlp.com/asf/albinoni1.wmv
Anexo colocado por nosotros (Tutaykiri).
http://www.youtube.com/watch?v=XAUHhpu-L9w
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