NOTA BENE:

Revista Internacional del Colegio Profesional de Antropólogos de Lima. Sede: New York.


jueves, 16 de diciembre de 2010

Dama de Media Noche... Reina por una noche.



Flor de Baile la llaman… Es una espectacular flor que por muy breve tiempo se abre a la luz de la oscuridad para ofrendar su belleza a quienes saben apreciarla y hacen fiesta de esta floración esperada todo un año.
Es una Flor cuya belleza y perfume halaga los sentimientos hermosos de quienes gozan del breve momento en que florece.
A la Flor de Baile se le considera símbolo de la ciudad venezolana de Cúcuta, aunque ya en dicha ciudad es muy difícil encontrarla, según testimonio de sus pobladores.
Gocemos pues con las imágenes de esta hermosa flor y, por supuesto, de las palabras que Mery Sananes nos hace llegar, palabras que parecieran convertirse en el mismo perfume que la Flor de Baile exhala en ese sublime instante en que nos entrega su belleza más trascendental.
Walter Saavedra.






Mery Sananes



Todas estas imágenes de las flores de baile fueron tomadas
en la madrugada del día 24 de julio del 2009, en Caracas.



LA LECCIÓN DE LA FLOR DE BAILE

Esta madrugada, una vez más, como viene ocurriendo desde hace siglos desde que las hierbas cubren el planeta tierra, las flores de baile abrieron de improviso sus catedrales de luz. Y fueron los aguaceritos de julio los que apuraron su aparición en esta noche de luna nueva.


Lo sorprendente y extraordinario es que cada vez que ocurre este hecho natural, y propio de la naturaleza y sus leyes, el hombre se queda perplejo ante la belleza de esa explosión solar en mitad de la noche.


Y cada vez que se asoma a la inmensidad de ese espacio interior, la esencia de lo humano que está en el hombre que la mira, se alboroza y se conmueve. ¿Por qué esa flor abre la majestuosidad de sus señales por tan sólo breves momentos? ¿Qué claves reposan allí que el hombre no termina de comprenderlas y actuar en consecuencia para proponer y promover la acción de su propia esencia creadora y vital?


Quien mira las grandes hojas verdes de donde nacen no se imagina que de pronto brotará de sus bordes un capullo trenzado de hebras doradas que tarda días en buscar el sol y girar y girar como sorbiendo los rayos hasta despuntar la medianoche de su despertar.



Y cuando ocurre lentamente se van abriendo los filamentos para descubrir en su interior una arquitectura colosal de estambres y pistilos, de pliegues que se desbordan sobre la noche, como un manantial indetenible de azúcares. Y uno se queda abismado a orillas de su resurrección, absorto en esa lección de anatomía vegetal de la que brota, en cascada ascendente, un aroma en el que caben todas las huellas del hombre cuando sucumbió a la tentación de posar su ternura sobre una tierra que lo aguardaba, como si en ese gesto se recompusiera en todo su resplandor la mágica estructura de la vida.



Cuando uno admira y observa esa flor, uno vuelve sobre esa mágica maquinaria que somos. Nuestra estructura vital no es menos magnífica que esa visión. Y sin embargo la mayor parte de las veces ni siquiera nos percatamos de todo lo que se pone en movimiento con solo un pensamiento que se atraviesa a ras de las pupilas. Y colocarse a orillas de una flor de baile, de madrugada, ante una luna nueva, es como mirarnos en el espejo de nosotros mismos y sorprendernos de descubrir quiénes somos en realidad.



Sólo que la visión se apaga con la mañana. La flor recoge y resguarda el rubor de sus pétalos. Ha cumplido su labor, su inextinguible función de ofrendarles a los navegantes de la noche la lumbre de sus pistilos que como candiles juegan a robarle su encanto a estrellas. Y aguarda su nuevo ciclo. Y el hombre que la mira, también clausura su asombro, su propio milagro y vuelve a diluirse en su propia inutilidad.




Ojalá el hombre pudiera decidirse al fin, como lo hace en cada ciclo la flor de baile, a cumplir la función esencial para la cual fue creada su existencia. Para ver si alguna vez podemos equipararnos a esa dimensión de la belleza, la armonía y la trascendencia.





Anexo colocado por nosotros (Tutaykiri).

http://www.youtube.com/watch?v=XAUHhpu-L9w


No hay comentarios.:

East Elmhurst, New York, United States

Seguidores

Archivo del Blog