align="justify">Buenos años han pasado desde que el matrimonio conformado por Gustavo Valcárcel y Violeta Carnero regresó al Perú, después de haber permanecido algunos años en el exilio.
En México vivieron entre todos aquellos exiliados que confraternizaban, discutían, polemizaban, publicaban...
Los pequeños hijos que salieron al exilio también con sus padres, se habían acostumbrado a la vida en ese país y muchos amiguitos habían hecho. Los pequeños César Gustavo, Silvia Rosina, Xavier Alonso y Jorge Marcel querían quedarse viviendo allá, pero sus padres pensaban que regresar era lo mejor para todos, porque aquí era donde tenía que seguir la lucha por un mundo mejor.
Había comenzado, este matrimonio, militando en las filas del APRA. Las muchas discrepancias que surgieron los llevó a dejar ese partido y pronto se afiliarían al Partido Comunista Peruano. Pero nunca dejaron de frecuentar a sus amigos, aquellos que habían hecho en la militancia aprista. La amistad se impone, siempre debe imponerse. Ellos nos dan una muestra de la madurez política que alcanzaron luchando con sus ideas, pero también respetando las ideas de los demás.
Los Valcárcel Carnero, sabían que cada quien tiene su propia manera de pensar, de concebir el mundo y cada uno, en la honestidad de su lucha, debe ser respetado aun cuando sus ideas puedan estar muy lejos de las que uno pueda tener. Todos tenemos derecho a tener nuestras propias ideas.
Como dicen los muchachos de hoy en día: todos tenemos derecho a equivocarnos. Es la idea que se nos viene al contemplar la vida de esta inolvidable pareja, es la idea que podemos ver que guió la relación que tuvieron con todos aquellos con los que se relacionaban y que pensaban diferente.
La concepción que tenían de la amistad, sabía dar lugar adecuado a las equivocaciones que todos aquellos, que vivimos en este mundo, podemos cometer porque, además, uno mismo se puede equivocar en lo que piensa... ninguno de nosotros somos perfectos... Ellos lo sabían y fue la idea que sembraron en la mente de sus cuatro pequeñuelos que, siendo tan pequeños, también se vieron obligados a ir al exilio, se vieron obligados a insertarse en un mundo completamente desconocido, pero que los recibió con los brazos abiertos.
Esta forma de ver la vida, de contemplar el mundo, de concebir la relación con los demás, es algo que siempre caracterizó la vida, el quehacer y el pensamiento de esta hermosa pareja que, durante toda su vida, nos supo legar ejemplos de consecuencia y de claridad en todas las cosas que supieron emprender.
No publicamos aquí este texto porque ellos hayan sido comunistas. No. Eso es accesorio para los fines de esta revista, que no debe inmiscuirse en política partidaria. Lo que nos interesa es que lucharon por sus ideas y tuvieron una concepción amplia de lo que significaban las ideas que esgrimían en su lucha. Lo que nos interesa son las enseñanzas que nos dejan a todos aquellos que podríamos estar muy lejos de sus ideas.
No importa lo que una persona piensa, si es que esta persona es honesta en lo que dice, en lo que hace, en lo que piensa... La honestidad es lo que debemos saber valorar y todo está inmerso dentro del campo de la política que, en antropología, se ha desarrollado profusamente desde inicios del siglo XX, especialmente.
La Antropología Política tiene aquí mucho que darnos, al contemplar a esta familia que luchó y sigue luchando por un mundo que traiga la felicidad al ser humano. Máxime cuando uno de los miembros de la familia es antropóloga: nuestra muy querida amiga Rosina Valcárcel.
Hace muy poco tiempo se han cumplido los 54 años en que la familia Valcárcel Carnero regresara al Perú, dando fin al destierro. Esto es precisamente sobre lo que nos escribe, con ágil, dinámica y vibrante pluma Rosa D. Trinidad Carrillo. Pasemos a leer lo que Rosa Trinidad nos dice.
Walter Saavedra.
Había comenzado, este matrimonio, militando en las filas del APRA. Las muchas discrepancias que surgieron los llevó a dejar ese partido y pronto se afiliarían al Partido Comunista Peruano. Pero nunca dejaron de frecuentar a sus amigos, aquellos que habían hecho en la militancia aprista. La amistad se impone, siempre debe imponerse. Ellos nos dan una muestra de la madurez política que alcanzaron luchando con sus ideas, pero también respetando las ideas de los demás.
Los Valcárcel Carnero, sabían que cada quien tiene su propia manera de pensar, de concebir el mundo y cada uno, en la honestidad de su lucha, debe ser respetado aun cuando sus ideas puedan estar muy lejos de las que uno pueda tener. Todos tenemos derecho a tener nuestras propias ideas.
Como dicen los muchachos de hoy en día: todos tenemos derecho a equivocarnos. Es la idea que se nos viene al contemplar la vida de esta inolvidable pareja, es la idea que podemos ver que guió la relación que tuvieron con todos aquellos con los que se relacionaban y que pensaban diferente.
La concepción que tenían de la amistad, sabía dar lugar adecuado a las equivocaciones que todos aquellos, que vivimos en este mundo, podemos cometer porque, además, uno mismo se puede equivocar en lo que piensa... ninguno de nosotros somos perfectos... Ellos lo sabían y fue la idea que sembraron en la mente de sus cuatro pequeñuelos que, siendo tan pequeños, también se vieron obligados a ir al exilio, se vieron obligados a insertarse en un mundo completamente desconocido, pero que los recibió con los brazos abiertos.
Esta forma de ver la vida, de contemplar el mundo, de concebir la relación con los demás, es algo que siempre caracterizó la vida, el quehacer y el pensamiento de esta hermosa pareja que, durante toda su vida, nos supo legar ejemplos de consecuencia y de claridad en todas las cosas que supieron emprender.
No publicamos aquí este texto porque ellos hayan sido comunistas. No. Eso es accesorio para los fines de esta revista, que no debe inmiscuirse en política partidaria. Lo que nos interesa es que lucharon por sus ideas y tuvieron una concepción amplia de lo que significaban las ideas que esgrimían en su lucha. Lo que nos interesa son las enseñanzas que nos dejan a todos aquellos que podríamos estar muy lejos de sus ideas.
No importa lo que una persona piensa, si es que esta persona es honesta en lo que dice, en lo que hace, en lo que piensa... La honestidad es lo que debemos saber valorar y todo está inmerso dentro del campo de la política que, en antropología, se ha desarrollado profusamente desde inicios del siglo XX, especialmente.
La Antropología Política tiene aquí mucho que darnos, al contemplar a esta familia que luchó y sigue luchando por un mundo que traiga la felicidad al ser humano. Máxime cuando uno de los miembros de la familia es antropóloga: nuestra muy querida amiga Rosina Valcárcel.
Hace muy poco tiempo se han cumplido los 54 años en que la familia Valcárcel Carnero regresara al Perú, dando fin al destierro. Esto es precisamente sobre lo que nos escribe, con ágil, dinámica y vibrante pluma Rosa D. Trinidad Carrillo. Pasemos a leer lo que Rosa Trinidad nos dice.
Walter Saavedra.
http://www.scribd.com/full/45484549?access_key=key-1no08f6v89l7nf02mmrx
Familia Valcarcel-Carnero Retorna Al Peru
Envío de Angélica Aranguren Paz.
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